25 septiembre 2012

Postales desde Roma

A Roma con amor
(Woody Allen 2012)

Woody Allen no oculta que es un mercenario de la postal cinematográfica. En los últimos años el cineasta neoyorquino rueda en la ciudad que más interés (económico) muestra en ser retratada por el mundo alleniano. Afortunadamente eso no resta un ápice a la pasión e interés con que Allen enseña estas ciudades dada la pasión que siempre ha mostrado por la vieja Europa. Eso si su visión no deja de ser la del buen turista la de un amante lejano que vive enamorado de las virtudes sin mirar mucho sus defectos. Porque no nos engañemos Woody Allen es un norteamericano de pura cepa que vive con su particular ideal europeo. Con esa información previa uno puede afrontar y entender A Roma con amor la película de Allen después del inesperado exitazo que fue Midnight in Paris. El director demuestra cinefilia, cariño y olfato convirtiendo su película italiana en un film de episodios al estilo de las míticas comedias italianas de Monicelli o Risi logrando ganar varios puntos de antemano. Y luego está la película en sí cuya mejor virtud es no engañar en ningún momento.

A Roma con amor es irregular, ligera, simpática y con ninguna gana de tomarse en serio a si misma. Sólo en el caso del sobrante episodio protagonizado por Roberto Benigni  sobre la fama Allen es machacón y obvio además ridículo la intentar hacer una especie de metáfora moralizante (no hay que hacer nada para ser famoso) algo sonrojante. El resto de A Roma con amor son historias cómplices llevadas con la ligereza y simpatía necesarias. Es un Woody Allen de vacaciones tras el huracán de Midnight in Paris que sólo pretende divertirse con sus historias de cuernos, humor y diálogos. Es cierto que el segmento protagonizado con los excelentes y allenianos Ellen Page, Jesse Eisenberg, Alec Baldwin y Greta Gerwig es el más brillante y cercano al universo del neoyorquino. Pero no hay que desdeñar su historia más mediterránea e italiana que protagoniza una perfecta Penélope Cruz donde Allen sabe como hacer un segmento tan divertido como vulgar (en el buen sentido). Da la impresión que el neoyorquino ha sabido cambiar de piel convirtiéndose en un trasunto  italiano (o europeo) mediterráneo con una historia de putas y cuernos con su toque. Pedirle además finura al hacerlo sería muy injusto. Woody Allen ha cumplido en su trabajo en Roma creando una película más italiana y cercana a nosotros de lo que parece. Unas buenas e imperfectas vacaciones donde se ha dejado llevar más por el impulso carnal que por el cerebro. Algo totalmente comprensible. Además un alleniano de pro siempre puede ampararse en ese director de operas, interpretado por el propio Allen, incapaz de jubilarse aunque eso le lleve a emprender aventuras artísticas demenciales. Una broma así de afilada contra uno mismo sólo puede hacerla un genio.

OPINIONES


. That's amore (Noel Ceballos, El emperador de los helados)

Homenaje liviano, casi distraído, a la comedia italiana de episodios, la película también contiene otro fragmento imprescindible para el completista alleniano: el de Alec Baldwin y su ‘melancolía de Ozymandias

. Woody a la romana (Jordi Costa, El País)

Allen combina interesantes ideas narrativas —como el juego entre Jesse Eisenberg y Alec Baldwin, un desdoblamiento: la voz de la inmadurez y la voz de la experiencia enfrentadas a un caso de libro de romance tóxico— con tonificantes desvíos hacia el delirio, como en la historia del tenor que solo puede cantar bajo la ducha o esa miniatura sobre la pesadilla de la fama que protagoniza Roberto Benigni

. El souvenir de usar y tirar (Jenesaispop, Angèle Leciel)

Una bonita postal de Roma que se queda en eso, en una postal que nos hace gracia al recibirla pero que pasa directa al olvido tras cualquier imán horrible de nevera