10 marzo 2015

Under the skin en Madrid : Amor y rabia

Nota: El que escribe no estuvo en la sesión de clausura de la 12 Muestra Syfy. Este texto no pretende ser una crónica de unos hechos sino una reflexión a raíz de los comentarios surgidos tras la proyección de Under the skin en el certamen.

Hace ya un tiempo en España tuvimos la feliz noticia de que algunos iban a poder disfrutar de Under the skin, la última película de Jonathan Glazer, en pantalla grande. En una decisión más valiente de lo que parecía en un principio, la Muestra Syfy la había escogido para clausurar su festival de cine fantástico. Como ya sabe todo el mundo la película no se ha estrenado comercialmente en España, a pesar de que quien ha querido ya la ha podido ver de forma legal o ilegal. Y, desgraciadamente, hay que recordar los ríos de tinta (y de vergüenza) que corrieron por el desnudo de Scarlett Johansson en la película. Ya sabemos todos que ver un cuerpo femenino desnudo en estos tiempos es muy difícil. Dos antecedentes que nos alejan de lo realmente importante: Under the skin es una película grandiosa. Una película hipnótica, extraterreste y hermosa que sólo te pide que te dejes llevar por las imágenes y la música de Mica Levi. Y, por supuesto, no es una película fácil. Aunque eso también nos llevaría a preguntarnos sobre los términos fácil o difícil. Hay gente con gran cultura cinéfila, amante del fantástico e, incluso, de anteriores películas de Glazer (Birth, Sexy Beast) a los que Under the skin no les dice nada. Lo que sí coinciden casi todos es que la película de Jonatahan Glazer donde realmente luce es en pantalla grande. Hay que recordar que Ángel Sala consiguió proyectarla en el pasado Festival de Sitges a pesar del retraso que, ya por entonces, tenía en nuestro país. Sala sabía que era una oportunidad única ver en Under the skin en la gran pantalla del Auditori del festival.

Y llegamos a la noche del 8 de marzo en los Cines Callao de Madrid. Durante ese domingo muchos de los que habían (habíamos) visto Under the skin animaba a la gente a acercarse a ver la película de Glazer en pantalla grande. Sabedores de que era una oportunidad única en nuestro país. Horas después ocurrió lo que ocurrió. Algunos espectadores se quejaban, por las redes sociales principalmente, de la actitud de otros espectadores durante la proyección: abucheos, silbidos y , lo más triste de todo, comentarios ‘de nivel’ durante los desnudos de Scarlett Johansson en la película. La España más rancia en pantalla grande y con sonido dolby sorround. A todo esto me remito a la nota del principio del texto recordando no estuve en esa sesión. Pero sólo hace falta indagar un poco para constatar que no sólo fueron tres personas sentadas en la última fila. Seguramente también es cierto que esa actitud no fue la corriente mayoritaria. Uno no aspira a que todo el mundo se enamore de Under the skin. No en vano, que sea una película retadora provocando amores y odios está dentro de su encanto. Tampoco uno aspira ni quiere que el cine tenga la paz y silencio de un cementerio. Y muchísimo menos en un festival. Pero eso no impide que lo ocurrido lleve a una reflexión.

Ese día de septiembre. El 4 de septiembre de 2013 fue un día triste para el periodismo. Carlos Boyero era el enviado de El País para cubrir el Festival de Venecia donde se proyectaba Under the skin. Tras ver la película Boyero escribió una crónica con el siguiente titular: La desnudez de Johansson no compensa. Una crónica jalonada con frases como esta: "Hay que reconocer el mérito del director para convencer a su voluptuosa estrella de que aparezca desnuda o con ropa interior cada dos planos". La película no le había gustado nada (respetable) a pesar de haber podido disfrutar con los desnudos de la actriz protagonista. Ese era el análisis de la película. Un espectador de la Muestra SyFy podría pensar: “si un miembro importante de uno de los grandes periódicos de España puede poner eso sin que pase nada, ¿por qué yo no puedo decir lo que quiera durante una película que he pagado?”. Caldo de cultivo se llama. Una piedra más en la polémica sobre los desnudos de Scarlett Johansson que nos ha demostrado que la evolución humana va más lenta de lo que nos creemos. Por cierto, ningún jefe en El País debió ver mal ese titular ya que no se corrigió. Eso sí, en cualquier trabajo universitario en la carrera de Periodismo poner ese titular llevaría a un tener un suspenso e incluso, diría yo, una reprimenda del profesor.

El fantástico como experimentación. Lo grande del cine fantástico es que se sale de los márgenes de los que otros generos a veces no salen. Con muchos matices uno podría asegurar que todas las películas de cine fantástico son casi experimentales. Con lo cual el público del fantástico debería estar más acostumbrado, e incluso deseoso, de recibir propuestas no convencionales. Por eso sorprende que espectadores que vayan a una muestra de este tipo se escandalicen. Y, por otra parte, Under the skin es una película de la que ya se ha escrito mucho y casi todo el mundo que siga la actualidad cinematográfica debería conocer. ¿Realmente sorprendió e indignó tanto su proyección? Cualquier persona que le guste el cine y vaya a un festival cinematográfico donde se proyecte Under the skin sabía, más o menos, lo que iba a encontrar.

Es una pena que haya gente que no sepa disfrutar de la capacidad retadora y provocadora de amores y odios que tiene Under the skin

Ni me gusta lo que veo ni me gustas tú. ¿Por qué no te vas si tanto te disgusta lo que ves? Es una respuesta sencilla. Hay personas, entre las que me incluyo, que les gusta ver las películas hasta el final aunque lo que vean les está destrozando por dentro.  La segunda tiene una respuesta más complicada. ¿Por qué quieres compartir tu disgusto con todos los espectadores que te acompañan? Es muy complicado saber que le lleva a una persona a hacer comentarios, gritos o silbidos en plena película molestando a gente que sí puede estar disfrutando de ella.  Esa predisposición a que personas que no conocemos nos cuenten su enfado (¿un enfado premeditado?) a gritos en mitad de una película. Cuando la actitud más digna y sensata es levantarte de tu butaca (finalizada o no la película) salir de la sala y, una vez fuera, proclamar a los cuatro vientos que Jonathan Glazer es un estafador. Una actitud a aplaudir.
El nicho de Under the skin. Ante todo este panorama el productor Enrique Lopez Lavigne explicaba  en su cuenta de Twitter las razones, a su parecer, del no estreno de Under the skin en España.No comparto del todo su visión aunque entiendo su postura. El año pasado en España se estrenaron películas como El secuestro de Michel Houellebecq, Winter Sleep, El desconocido del lago, Post Tenebras Lux, La chica del 14 de julio o Adiós al lenguaje, entre otras. Películas que podríamos llamar minoritarias pero que llegaron a España.  Llegarian mal o tarde pero el hecho es que llegaron. Las razones del no estreno de una película llamada a ser revisitada durante muchos años como Under the skin deben decirlos otros. Razones que, por supuesto, tendrán su sentido. Lo que está claro es que la cartelera semanal necesita este tipo de películas.

Lo ocurrido el domingo no es ni grave ni importante. Seguramente mucha más gente disfrutó de la película de Glazer que la que no. Por lo leído la Muestra Syfy fue bastante bien y ahora Madrid se prepara para recibir al Nocturna. Pero eso no quita que una pueda mostrar cierta tristeza ante la actitud algo agresiva de algunos (pocos) cuando se les ofrece algo que se sale un poco de la tangente. Que ante esos retos haya tendencia a irse más hacia el chascarrillo que hacia la discusión. Y, lo peor de todo, que ese chascarrillo estemos obligados a oírlo queramos o no. Si estas actitudes son un síntoma o simplemente una muestra de la debilidad humana lo constataremos con el tiempo. Sólo queda felicitar a los organizadores de la Muestra Syfy por programar una película como Under the skin para cerrar su certamen. Y esperar que si a alguien le horroriza una película espere por lo menos hasta el final de la misma para decírmelo.  
 
Raúl Cornejo @VivirRodando es licenciado en Periodismo y autor del blog Vivir Rodando

01 marzo 2015

/ VR73 / Protagonistas en música, secundarios en cine

Tras el desgraciado fallecimiento de Leonard Nimoy mucha gente se sorprendió al descubrir que no sólo había sido actor y que, por supuesto, no sólo se había dedicado a darle vida al querido Spock. También había ejercido de director, fotógrafo y poeta. La multidisciplinariedad del artista. Y la sorpresa no cesa (más en España que en otros sitios) cuando vemos que un artista abandona momentáneamente su disciplina habitual para intentar otra cosa. Desgraciadamente estas aventuras van acompañadas de un cierto recelo por la manía que tenemos de encasillarlos. Por ello el programa Vivir Rodando 73 trata sobre músicos que se han sumergido en la aventura cinematográfica. Un campo muy amplio que se acota cuando se habla de músicos cuyo paso por el cine ha sido esporádico o no tan relevante como en el mundo de la música. Con la ayuda de Rafa Simons (@Flintastico) hablamos, además de también escucharlos, sobre David Bowie, Nick Cave, Björk, Benjamin Biolay y Bob Dylan, entre otros. Además también reflexionamos sobre las limitaciones (o no) que debe tener el artista y los prejuicios de la gente hacia ellos.


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