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16 noviembre 2013

Retrato de dos hermanas



Blue Jasmine
Una película de Woody Allen | Estados Unidos | 98 minutos


©SonyClassics
A pesar del buen rendimiento en taquilla de sus dos últimas comedias (Midnight in Paris y A Roma con amor) regresa a un terreno que se les da a las mil laraviilas como es la tragicomedia. No en vano su última película se emparenta con una estupenda película que injustamente fue maltratada como era Conocerás al hombre de tus sueños. Tras un largo viaje por Europa, Blue Jasmine tiene un aroma a regreso, no porque vuelva el mejor Woody Allen (ya eran estupendas Conocerás al hombre de tus sueños o Midnight in Paris) sino porque vuelve con una mirada amarga, incisiva y femenina. Blue Jasmine se construye alrededor del personaje de Cate Blanchett una insufrible mujer de la alta sociedad neoyorquina que tiene que huir a casa de su hermana (Sally Hawkins) tras arruinarse. En esta película Woody Allen se mueve en la disyuntiva retratar con mirada crítica la alta clase neoyorquina a pesar de que el, en cierta manera, pertenece a ella. Por ello critica, maltrata y humilla al personaje de Jasmine a la vez que le da cariño y se compadece de ella. Es en esa dualidad entre el desprecio y la compasión es donde Blue Jasmine construye un equilibrio que hacen tan sólida esta nueva película de Woody Allen.

Cate Blanchett está magistral dándole matices a un personaje donde otras hubieran caído en los lugares comunes de una pija loca. La actriz australiana sabe darle el perecto toque de patetismo y dignidad a una Jasmine que vive siempre en un límite que nunca rebasa. A pesar de ser uno de los mejores personajes escritos por Allen el director neoyorquino es listo como un zorro y le da a Jasmine otra pierna en la que apoyarse. Por ello Blue Jasmine tiene en el personaje de la hermana (un gran acierto del casting con la genial Sally Hawkins) el contrapunto ideal para que no sólo crezca Blanchett sino también la película. Aunque al principio parece que Blue Jasmine irá por el camino de una simple lucha de clases (que también) pronto vemos que la película es un certero retrato sobre la mujeres. Dos hermanas adoptadas completamente diferentes que a pesar de no tener los mismos genes se ven abocadas a cometer errores similares. Errores causados por sus propios miedos y debilidades pero que son incapaces de esquivar. Aunque el retrato femenino es tan poderoso Woody Allen le da al hombre pequeñas y certeras pinceladas con los personajes de Bobby Cannavale o Andrew Dice Clay.  Tragicomedia, más trágica que cómica, donde Woody Allen demuestra su buen ojo para ver las miserias de unos personajes cuya estabilidad emocional está por encima del estado de su cuenta corriente.

OPINIONES



• Woody Allen vuelve en tranvía (Oti Rodríguez Marchante | Hoy Cinema)

 Como en todo el cine de Allen, el amor por sus personajes no le impide mostrarlos con todo su egoísmo y voracidad; todos son sospechosos de algo, incluso algunos culpables, pero el cine de Woody Allen, el bueno y el mejor, siempre los rescata para que se parezcan a todos nosotros


Las pijas también lloran  (Alejandro G. Calvo | Sensacine)

Allen, sin compasión ni desidia, desgarra a su personaje, le saca las tripas para exponerlas en primer plano, en un acto tan vandálico como auto expiativo que nos retrotrae a sus mejores momentos (cinematográficos) con Mia Farrow.


• El pasado siempre vuelve (Sergi Sánchez | La Razón)

 El cine de Allen ha explotado con frecuencia el poder del «fatum» griego, pero el nihilismo de «Blue Jasmine» alcanza cotas insospechadas. No hay adornos: ni referencias a Bergman («Interiores», «Otra mujer», «Septiembre») ni disquisiciones sobre la moral de Dios («Delitos y faltas») ni coartadas autobiográficas («Maridos y mujeres»)

25 septiembre 2012

Postales desde Roma

A Roma con amor
(Woody Allen 2012)

Woody Allen no oculta que es un mercenario de la postal cinematográfica. En los últimos años el cineasta neoyorquino rueda en la ciudad que más interés (económico) muestra en ser retratada por el mundo alleniano. Afortunadamente eso no resta un ápice a la pasión e interés con que Allen enseña estas ciudades dada la pasión que siempre ha mostrado por la vieja Europa. Eso si su visión no deja de ser la del buen turista la de un amante lejano que vive enamorado de las virtudes sin mirar mucho sus defectos. Porque no nos engañemos Woody Allen es un norteamericano de pura cepa que vive con su particular ideal europeo. Con esa información previa uno puede afrontar y entender A Roma con amor la película de Allen después del inesperado exitazo que fue Midnight in Paris. El director demuestra cinefilia, cariño y olfato convirtiendo su película italiana en un film de episodios al estilo de las míticas comedias italianas de Monicelli o Risi logrando ganar varios puntos de antemano. Y luego está la película en sí cuya mejor virtud es no engañar en ningún momento.

A Roma con amor es irregular, ligera, simpática y con ninguna gana de tomarse en serio a si misma. Sólo en el caso del sobrante episodio protagonizado por Roberto Benigni  sobre la fama Allen es machacón y obvio además ridículo la intentar hacer una especie de metáfora moralizante (no hay que hacer nada para ser famoso) algo sonrojante. El resto de A Roma con amor son historias cómplices llevadas con la ligereza y simpatía necesarias. Es un Woody Allen de vacaciones tras el huracán de Midnight in Paris que sólo pretende divertirse con sus historias de cuernos, humor y diálogos. Es cierto que el segmento protagonizado con los excelentes y allenianos Ellen Page, Jesse Eisenberg, Alec Baldwin y Greta Gerwig es el más brillante y cercano al universo del neoyorquino. Pero no hay que desdeñar su historia más mediterránea e italiana que protagoniza una perfecta Penélope Cruz donde Allen sabe como hacer un segmento tan divertido como vulgar (en el buen sentido). Da la impresión que el neoyorquino ha sabido cambiar de piel convirtiéndose en un trasunto  italiano (o europeo) mediterráneo con una historia de putas y cuernos con su toque. Pedirle además finura al hacerlo sería muy injusto. Woody Allen ha cumplido en su trabajo en Roma creando una película más italiana y cercana a nosotros de lo que parece. Unas buenas e imperfectas vacaciones donde se ha dejado llevar más por el impulso carnal que por el cerebro. Algo totalmente comprensible. Además un alleniano de pro siempre puede ampararse en ese director de operas, interpretado por el propio Allen, incapaz de jubilarse aunque eso le lleve a emprender aventuras artísticas demenciales. Una broma así de afilada contra uno mismo sólo puede hacerla un genio.

OPINIONES


. That's amore (Noel Ceballos, El emperador de los helados)

Homenaje liviano, casi distraído, a la comedia italiana de episodios, la película también contiene otro fragmento imprescindible para el completista alleniano: el de Alec Baldwin y su ‘melancolía de Ozymandias

. Woody a la romana (Jordi Costa, El País)

Allen combina interesantes ideas narrativas —como el juego entre Jesse Eisenberg y Alec Baldwin, un desdoblamiento: la voz de la inmadurez y la voz de la experiencia enfrentadas a un caso de libro de romance tóxico— con tonificantes desvíos hacia el delirio, como en la historia del tenor que solo puede cantar bajo la ducha o esa miniatura sobre la pesadilla de la fama que protagoniza Roberto Benigni

. El souvenir de usar y tirar (Jenesaispop, Angèle Leciel)

Una bonita postal de Roma que se queda en eso, en una postal que nos hace gracia al recibirla pero que pasa directa al olvido tras cualquier imán horrible de nevera

16 mayo 2011

Los mágicos y reflexivos años 20

- Midnight in Paris - (Woody Allen, 2011)

Midnight in Paris es una de las películas de Woody Allen que más éxito y conexión con el publico ha tenido en los últimos años. Y curiosamente es uno de las películas donde el director más y mejor ha reflexionado sobre su carrera, su arte y su vida. Ya con setenta y seis años y críticas (a menudo injustas) sobre lo previsible que se ha vuelto su trabajo Midnight in Paris parece un estupendo capricho personal. Allen deja reflexiones sobre el sexo o el matrimonio para hablar sobre la creación y preguntarse sobre su carrera siempre tan frenética con película al año. Ese personaje que representa con acierto Owen Wilson podría ser el mismo Allen reflexionando sobre si los años de Manhattan, Annie Hall, Delitos y faltas o Maridos y mujeres realmente fueron los de verdad. Donde a él le gustaría estar.

Y todo esta reflexión de Allen la reviste de un cuento mágico, en una ciudad de ensueño (eso si nunca cayendo en la postal barata) y con un juego de iconos culturales que es un homenaje a personajes vitales en la historia de la humanidad nunca cayendo en la pedantería fácil. Hay cariño y humor en todos los mitos que aparecen por Midnight in Paris. Es cierto que la película tiene partes con algún trazo grueso, chistes ya vistos y algunos excesos como lo excesivamente irritante que se vuelve el personaje de Rachel McAdams conforme avanza la película, irregularidad de Woody Allen que también pertenece al sello del director aunque sea en esta última fase. Midnight in Paris no deja de ser una reconciliación consigo mismo para intentar disfrutar de su recta final como director. Y no lo ha hecho con una película agresiva ni cínica sino con un bonito cuento alegórico. Y en su viaje ha logrado que le acompañe el público. Viejo zorro. 

. Magia parisina (Jesús Roma, Cinebulosa)

Bajo la apariencia de comedia romántica, Woody Allen nos envuelve por completo en su particular mundo, y con la premisa de una excitante carta de amor a una de las ciudades más bellas del mundo, se encarga de transformar dicha comedia en todo un compendio de cine de alto contenido intelectual, lo que nos permite viajar por mundos de ensueño sin apenas parpadear y nos permite reir sin complejos sin apenas perder la compostura

. Nadie faltó a la fiesta (Antonio Bordón, La Provincia)

Sencilla, pero muy crítica, emotiva, pero muy cerebral, Midnight in Paris nos ofrece en 90 minutos de salutífera diversión un Allen rejuvenecido, fiel a su idea del cine como ilusión, en el que la figura del artista deviene, una vez más, protagonista absoluto, dentro siempre de una caligrafía pulcra y tan marginal, en la vorágine del cine de montaje actual, como sus antihéroes

. Un viaje de ida y vuelta al amor (Julio R. Chico, La mirada de Ulises)

El director de “La Rosa Púrpura de El Cairo” sigue huyendo de la realidad porque no le satisface y porque el amor ideal sólo se encuentra en el imaginario del creador, algo que debe ser cualquier enamorado y cualquier artista, en cierto sentido: crear un universo donde todo cobre un sentido nuevo, donde las mismas palabras o las mismas notas musicales lleguen empapadas de sentimientos vivos y de encanto embriagador

29 agosto 2010

Problemas de alta burguesía

- Conocerás al hombre de tus sueños - (Woody Allen, 2010)

Es obvio que al rodar una película todos los años es complicado exigirle a Woody Allen una obra rupturista o incluso definitiva. Quizá Allen ni pueda ni quiera preparar un Zelig o un Delitos y faltas. Por eso la sensación de lugares comunes y situaciones algo forzadas (que, no obstante, a veces se traducen en buenas películas) es lo previsible ante “la última película de Woody Allen”.

Conocerás al hombre de tus sueños no venia con la marca de ver algo nuevo en el mundo de Allen. Es más parece un compendio de todas las ideología y el mundo del director de Nueva York. Infidelidades, parejas en un continuo desequilibrio emocional, coqueteos / ligoteos de maridos con tentaciones en forma de mujer joven... todo eso va surgiendo en Conocerás al hombre de tus sueños. Pero al reves de lo que se pueda pensar la película ni aburre ni deja interesar a pesar de tener una duración bastante generosa (98 min.) Allen consigue que la cantidad de problemas que rodean a los personajes de Conocerás al hombre de tus sueños sean reales y puedas creártela. A veces en el cine de Allen el nivel elitista (y pijo para hablar más claro) de sus criaturas, hacía que te alejaras de unos personajes demasiados pagados de si mismos. En Conocerás al hombre de tus sueños los personajes se vuelven de carne y hueso siendo tan patéticos y perdedores como cualquier persona. Como muestra sirven los personajes de Josh Brolin y Anthony Hopkins (magníficos por otra parte) dando bandazos gracias a una inmadurez bastante ridícula.

Otro punto positivo de Conocerás al hombre de tus sueños es su magnifico reparto. Aunque prácticamente todos los films de Allen tiene un interesante casting en esta ocasión destaca especialmente que todos estén perfectos y adecuados en sus roles (sobresaliendo Brolin) formando un perfecto circulo familiar y social muy creíble. En este Allen nadie sobra, no se ve casi ninguna situación forzada y artificial y la narración va como una seda sin casi tiempos muertos. Aunque Conocerás al hombre de tus sueños no deslumbra ni es redonda tiene el mérito de la solidez. Sin contar nada nuevo ni ser absolutamente brillante Woody Allen ha logrado hacer una interesante obra pesimista (de soslayo, aparece la crisis económica mundial en la película)  donde enseña que haga lo que haga el ser humano, al final, siempre tiende al desastre.

. Placebos y autoengaños (Jordi Costa, El País)

El resultado es una película en la que el viejo Allen vuelve a ser sorprendentemente joven, una obra que parece no ahondar en nada mientras lo dice todo sobre la inmadurez -tanto masculina como femenina- que define nuestro presente

. Infinita amargura (Antonio Gandiaga, Notas de cine)

La cinta en ningún momento consigue desprenderse del terrible pesimismo de su autor, lo que termina provocando una sonrisa congelada, una amargura infinita


Allen sets this table with a group of people of various ages and desires who just can't seem to get emotional satisfaction with their current partners. Problem is, the new love arenas they dabble in will only bring a new kind of heartbreak. The audience is certainly in on Allen's wicked joke, even if the characters aren't themselves

04 octubre 2009

Canto a la vida neoyorquina desde el pesimismo

- Si la cosa funciona - (Woody Allen, 2009)
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Estoy seguro que no soy el único que esbozó una sonrisa al saber que en el regreso de Woody Allen a sus raíces (Nueva York, la comedia...) iba a ir de la mano de Larry David. Si Allen fue una bocanada de aire fresco en su estilo cómico, David ha logrado revolucionar el humor norteamericano con esa obra maestra llamada Seinfeld (que creo junto al cómico Jerry Seinfeld). Woody Allen sabía que lo tenía difícil ya que no muchos confiaban en que volvería a ser el de siempre. Quizá por eso necesitaba ir de la mano con uno de los artífices de la mejor comedia estadounidense...aunque sólo fuera como actor. Se podría sospechar que Si la cosa funciona es toda una exhibición de Larry David soltando frases las envenenadas que Allen le había escrito. En resumen, un doctor House pasado por el prisma del genio de Manhattan. Y durante la primera parte de la película así es como funciona la nueva película de Allen que muestra todas sus fobias y desconfianza hacia el ser humano.

Pero estaba claro que Si la cosa funciona era otra cosa, el regreso de Woody Allen a su querida Nueva York. Esa ciudad que siempre ha sido un oasis de vida y cultura en la primera potencia del mundo. Por eso, Si la cosa funciona actúa como una pequeña carta de amor a la ciudad y al estilo de la vida de los neoyorquinos. No importa como haya sido tu vida antes, cual sea tu ideología o tus frustraciones, Nueva York te liberará. Por eso toda la segunda parte es menos Boris Yellnikoff (Larry David) y más Nueva York. Y todos los bienes que te pueden producir Nueva York los centra Allen en lo mejor de película que es Evan Rachel Wood. Una sencilla pueblerina que acaba imbuida (como toda su familia comandada por la estupenda Patricia Clarkson) por el espíritu libre y bohemio de la ciudad norteamericana. El talentoso encanto de Rachel Wood (que no pierde en todo el film) hace que todo el tono amargo y pesimista que trata de trasladarnos el personaje de David acabe convirtiéndose en una llamada optimista a la libertad y a liberarnos de todos los prejuicios que nos rodean. Conseguir la felicidad a través de un pesimismo racional. Mediante bandazos, Allen logra transmitir toda esta filosofía y todo su amor por Nueva York.

 . Regreso (por fin) a Nueva York (Quim Casas, Cine 365)
 
. De la amargura al optimismo (Beatriz Maldivia, Blog de cine)
 
. Dejarse llevar (Sergio Roma, Cinebulosa)

16 junio 2009

Interpretaciones de cine: Diane Keaton (Annie Hall). La mujer del siglo XXI en 1977

 
Puede ser realmente descorazonador darle un vistazo a la filmografía reciente de Diane Keaton. Películas como Locas por el dinero, La madre de él o Porque lo digo yo logran que se te salte una lagrima, no por malas o buenas sino por ver a Keaton hacer el ridículo con unas sobreactuaciones ridículas. Y además representar a un arquetipo de mujer antigua, chillona y estúpida. Por eso ahora que la Keaton pasa por momentos difíciles en cuanto a “calidad cinematográfica” se refiere no se debe olvidar que ella fue el ejemplo de la mujer moderna y cosmopolita. Ella fue Annie Hall.
Aunque las comedias puras de la primera época de Woody Allen (Toma el dinero y corre, El dormilón, Bananas…) son muy, muy graciosas, el genio se dio cuenta que necesitaba dar un paso más. Contar historias que, como la vida en si mismo, podían ser divertidas o dramaticas pero abandonar el sketch por el sketch. Para esta primera aventura dramático/comica decidió hablar sobre sus temas de siempre (amor, sexo…) pero dándole un nombre de mujer. Y no uno cualquiera, la mujer alleniana por excelencia. 
 
Annie Hall es inteligente, moderna y viste de una forma peculiar. A simple vista es todo lo cool que uno puedo esperar de una mujer neoyorquina. Pero también es neurótica, absurda e insoportable. Puro neurotismo femenino alleniano. Para lograr que un personaje así no saltara por los aires Allen necesitba a su alter ego, Diane Keaton, el Allen femenino. Keaton utiliza una perfecta mezcla de comedia y drama para realizar un personaje que marca tanto. Es encantadora, comica pero sabe como ponerse imposible. La queremos y la odiamos. Sin saberlo (o sí) Woody Allen definió a la mujer moderna y actual. Alguien que rompre esquemas, que no le importa vestir como le de la gana pero también alguien neurótico y especial. Una modernidad femenina adelantada a cualquier tiempo, porque a su manera Annie Hall es una especie de heroína.
La modernidad de Annie Hall la llevo la propia Diane Keaton durante (casi) toda su carrera. Ella es esa mujer que viste como un hombre, cultivada, neurótica, bohemia, que hace lo que le da la gana cuando le da la gana. Y por eso todos nos enamoramos de ella. De ese binomio perfecto que eran y son Diane Keaton / Annie Hall.
 

14 diciembre 2008

Joyas a reivindicar: Un final made in Hollywood. Ensayo sobre la ceguera hollywoodiense

Tras la prodigiosa Acordes y desacuerdos (¡vaya interpretación de Samantha Morton!) las películas de Woody Allen entraron (o están) en una época extraña. Seguían siendo muy interesantes pero se dedicaban a dar bandazos sin lograr ser completamente redondas. Ahí están la aburrida Granujas de medio pelo, la simpática La maldición del escorpión de Jade, la interesante (pero algo sobrevalorada) Match Point... Y por ahí pulula una película rara y extravagante que tiene más cosas de las que en un principio parece, Un final made in Hollywood.

Un final made in Hollywood tiene una genial premisa. Un director, conocido por sus extravagancias, se queda ciego temporalmente mientras rueda la película que debe relanzar su carrera. Para evitar que lo despidan decide ocultar este hecho rodando la película completamente ciego. Cuando la vi por primera vez pensé que Allen había desaprovechado esta estupenda historia. Viéndola de casualidad uno de estos días, me he dado cuenta que hay más en el film. Bajo su apariencia de comedia ligera (hay momentos realmente divertidos) Allen reflexiona sobre lo que es el cine. El de Hollywood, el de autor, el suyo...

El cine se ha convertido en una pose en si misma. En Un final made in Hollywood se contratan directores de fotografía asiáticos por razones “artísticas”, las jóvenes actrices intentan acostarse con los directores, los productores sólo buscan la taquilla... El que controla todos estos tópicos hollywoodienses en el film es una persona ciega. Y nadie se da cuenta. Simplemente porque el cine se ha convertido en una maquina industrial donde el artista o el creador no importa. Ya se dice en la película: “¿Qué más da que estés ciego? ¿No ves las películas qué se hacen actualmente?” Además Un final made in Hollywood tiene en su final uno de los más divertidos ataques que se han hecho contra la industria cinematográfica norteamericana. El director tras haber rodado una película desastrosa sólo encuentra consuelo en el gran recibimiento que tiene en Francia, donde se convierte en un film de culto. Por supuesto inmediatamente se va a vivir allí. ¿Es un ataque contra la industria cinematográfica norteamericana? ¿O se ríe de nuestra Europa que a veces tiene ganas de ser la más cool, moderna y pedante?

Un final made in Hollywood no es redonda. No es Zelig, ni Días de radio, ni ninguna de las redondas obras allenianas. Tiene errores clamorosos. Su reparto (¿Téa Leoni, Debra Messing y Tifanny Thiessen en la misma película?) o como la película se desinfla poco a poco. Pero esa irregularidad le da al film un aire interesante. Un final made in Hollywood habla del mismo Woody Allen en el cine USA actual. Un autor ciego que no sabe por donde pisar, ni que camino tomar. En la película Allen emigra al final a Francia. En la vida real lo hizo (de forma parcial) a Inglaterra y España. Un final made in Hollywood es Woody Allen.
Y si no os convencen los argumentos siempre podéis acudir a las perlas allenianas. Un final made in Hollywood tiene una de las mejores. "Hablar es el precio que hay que pagar para llegar al sexo". Grande Woody.

02 octubre 2008

Penélope Barcelona

- Vicky Cristina Barcelona - (Woody Allen, 2008)

No es precisamente la obra maestra de Woody Allen. Es la frase que he oído unas quinientas veces desde que se estrenó Vicky Cristina Barcelona . Demasiadas cosas han rodeado esta película y que han hecho que las expectativas se disparen (¿de manera excesiva?). Rodaje de uno de los maestros, Woody Allen . En España. Dos stars españolas potentes ( Bardem y Cruz). Una star internacional ( Johansson). Con polémica sobre la financiación. Con beso entre Scarlett y Penélope. Para muchos, con esas premisas, Vicky Cristina Barcelona debía ser una película espectacular, un Allen que quedara para el recuerdo. La pena es que el director tenía otros planes.

Vicky Cristina Barcelona es ligera, intrascendente, superficial y pija (imposible empatizar con tanto ricachon que pulua por ahi). Es una película que en realidad no pretende nada. Esa falta de intenciones en parte es positiva ya que la aleja de cualquier pedantería excesiva. Pero también es verdad que esa intrascendencia se transforma en sosería en más de una ocasión. La primera parte de la película transita sin hacer daño a nadie. La menos star de todas, Rebecca Hall (¡dios mío, que belleza!) se come a una despistada Johansson y a un correcto Bardem que hace lo que puede con su papel de bohemio ligón de turistas norteamericanas. Se nota que una comedia con aire mediterráneo necesita más. Ese plus lo aporta Penélope Cruz . La actriz madrileña demuestra a todo el mundo la gran actriz que es cuando tiene un papel que merece la pena y alguien que la dirija. Llega como un huracán y lo mueve todo de lugar. Sus discusiones con Bardem son lo mejor de la película. Lo que le da la vida.

Incompresiblemente Allen (en un gran error) no le da más cancha a Maria Elena / Penélope Cruz. No explora lo suficiente ese trío que forman Johansson, Bardem y Cruz. Como si esa furia de Maria Elena no le hubiera tocado lo suficiente. Y es una pena porque es lo mejor de la película.

Allen comete mil errores en este film. Una de las voces en off más inútiles de la historia del cine. El invisible papel de Patricia Clarkson. El papel de Johansson que no tiene ninguna garra. Lo desmotivada que parece la misma Scarlett... Y nos quedamos con la sensación de que en Vicky Cristina Barcelona había una gran película y no sólo un film “que no está mal”. Que pena que la cámara de Allen haya mirado más a Penélope, que intenta salvar la película (junto con Rebecca Hall) . Hubiera sido una comedia sexual, sensual, latina...y no sólo una comedia “a medias”

. Duelo al sol: Vicky, Cristina ¿Barcelona? (David Cacho y Ruth Méndez, Grupo salvaje)

. Ligera, lúdica, divertida...y un publirreportaje también (Mary Carmen Rodríguez, Las horas perdidas)
. Estallidos de talento (Javier Ocaña, El País)
 
. Barcelona 4, Allen 2 (Antoni Peris i Grao, Miradas de cine)