29 agosto 2009

Interpretaciones de cine: Samantha Morton (Acordes y desacuerdos). Woody Allen sin palabras

Acordes y desacuerdos, es una maravilla infravalorada de Woody Allen. Es más, es la última gran película antes de rodar Granujas de medio pelo y comenzar una época extraña en su filmografía. Acordes y desacuerdos, tenia grandes nombres o géneros: Woody Allen, Sean Penn, la sombra de Django Reinhartd, jazz... pero entre todo ese maremagnum de grandes nombres destacaba una pequeña actriz que sin pinta de comerse al mundo lograba con su interpretación hacer de Acordes y desacuerdos una película especial. Y todo sin decir ni una palabra. A la Hattie que crea Samantha Morton no le hace falta decir si está sufriendo o riendo, sus ojos, su cara y sus gestos lo dicen todo. Samantha Morton crea un personaje que parece salido de un corto de El gordo y el flaco, o una comedia de los años 30. Frágil, flaca, ágil, muda...y sufridora. Se enamora del héroe de la película, el impresentable, egoísta y genial Emett Ray que borda Sean Penn. Aguanta putaditas y humillaciones del genio siempre con una mezcla de estoicismo y estilo. 
 
La actuación de Morton es un maravilloso anacronismo en si mismo. Una interpretación propia de una película de cine mudo en blanco y negro en un film que se rodaba a finales del siglo XX. Si en las películas allenianas los actores buscan el dialogo para lucirse, Samantha Morton utiliza el cuerpo para reflejar sus sentimientos, sus dudas y su dolor. Allen crea un personaje adorable y distinto, y Morton (nunca mejor dicho) le da forma .Una actuación tan agridulce como perfecta. Como le sucede a Emmet Ray, los espectadores, la Academia de Hollywood (nominada a la mejor actriz de reparto), Allen... todos nos rendimos a Hattie. Y al final ella nos demuestra que es la que domina la situación y sale ganadora. Si deja a Emmet. con dos palmos de narices al resto nos deja con tres. Porque ella, es la gran ganadora de Acordes y desacuerdos. Un papel escrito a medida de una actriz impresionante que se luce. Si Charles Chaplin hubiera coincido con ella le habría hecho un contrato en exclusiva. Aunque no sabemos cuanto pagaría porque las expresiones de su cara en Acordes y desacuerdos no tienen precio.
 
 

12 agosto 2009

Música de cine: 24 hour party people. De fiesta en Madchester



Cuando estas en Manchester no parece ser una ciudad que tenga nada especial. Una localidad inglesa que no parece ni bonita ni fea, no inspira ni frío ni calor. Pero, como pasa con todo, si paseamos con los ojos abiertos podemos encontrar historias apasionantes donde parece no haberlas. Hay en Manchester un edificio llamado Affleck's Palace que en realidad es un compendio de tiendas con productos no muy caros (discos, ropa...) Como si fuera una iglesia tiene unas vitrinas que recogen mediante unos dibujos a personajes importantes de la ciudad, uno de ellos esconde una historia apasionante de Manchester, Tony Wilson. Wilson, fundador del sello musical Factory Records, periodista, estrella televisiva..., fue uno de los artífices de uno de los movimientos musicales más importantes europeos en los años 80 y 90 llamado Madchester. Por la ciudad inglesa pasaron grupos como Happy Mondays, Joy Division, The Smiths... marcando un hito en la historia de la música. Y todo esta historia merecía un hueco en el cine con el mejor narrador posible Michael Winterbottom que se saco de la manga 24 hour party people.

En Manchester fueron años de nervio, movimiento, música y baile. Por eso Winterbottom optó por alejarse de la narración pura y dura e inventarse una película que es una especie de falso documental narrado por el propio Tony Wilson (soberbio Steve Coogan). En 24 hour party people podemos ver el frenesí de esos años donde se logró mezclar la belleza de las letras pop con la locura de las pistas de baile. El lugar donde convivieron genios absolutos como Ian Curtis o Shaun Ryder. Todo Manchester fue un ciclón de música, velocidad y drogas. No se puede saber si 24 hour party people es una comedia o es un drama. Va demasiado deprisa para que nos demos cuenta. Pero lo que si sabemos es que es film que destila amor por la música por los cuatros costados, el mismo amor que tiene Tony Wilson. Y no se ve porque aparezcan más o menos canciones. Se siente por la importancia que da Winterbottom a la música. Sólo hay que ver como se reverencia las figuras de Curtis y Ryder por encima de sus problemas uy vicios personales. Genios antes que nada. Como narra el cambio vital que produce esa música en la ciudad que saca a la gente a las pistas de baile (mítico club The Haçienda). Y, especialmente, habla de esa figura que es Tony Wilson cuya vida es música. No importa qué tiene que hacer o cuanto dinero debe gastar. La música mueve todo su mundo, es imposible no contagiarte de su espíritu suicida.



24 hour party people es tan vibrante como esos años que se vivieron en Manchester. No va de cine es una canción en si misma. Y parece escrita por el mismo Shaun Ryder. Con su mismo talento, su idéntica pasión por la diversión y el exceso. 24 hour party people es la canción que deberían poner en todas las discotecas para recordar lo grande y divertida que puede ser la música. ¡Hallelujah!

08 agosto 2009

Joyas a reivindicar: Jóvenes prodigiosos. Genios inadaptados

Así es el cine y la vida. Curtis Hanson paso de ser un buen artesano a un maestro en poco tiempo. La adaptación al cine de la novela de James Ellroy, L.A. Confidential, le dio (merecidamente) un sitio entre los grandes. Y no sólo por su éxito sino por el respeto que infundió a todo el mundo por la manera tan soberbia de realizar una película de cine negro tan clásica como moderna. Y después de la tormenta llega la calma. La siguiente película de Curtis Hanson marcaría ante quien estábamos y qué podíamos esperar de él. Y , para algunos, la experiencia fue más que satisfactoria. Volvía a confiar su suerte en adaptar otra novela de un moderno novelista genial como es Michael Chabon. El reto se llamaba Wonder Boys. Pero esta vez tenía un material delicado, una especie de drama con toques cómicos lleno de personajes extravagantes y en el filo. Fuera gangsters, policías y violencia y dentro personajes perdidos y, a veces, indescifrables. Jóvenes prodigiosos es una de esas joyas que pasan por la cartelera sin hacer ruido. No fracasan, tienen buenas criticas y cazan alguna nominación a grandes premios. Pero no se les da el suficiente valor que se merecen y se pierden en la historia. La película de Hanson huele a oportunidades perdidas, a personajes que conviven con su fracaso diariamente como es ese Grady Tripp que interpreta magistralmente Michael Douglas (su mejor papel, por encima del Gordon Geckko de Wall Street). Alguien cuya crisis de creatividad pasa precisamente por no saber finalizar una novela sin sentido con cientos y cientos de paginas. Mientras que su anterior libro pasa por un clásico moderno, él no sabe como finalizar el siguiente, ¿Hanson se hacia una autometáfora con su L.A. Confindential? Él es el motor de una película que tiene un merito esencial, ser distinto a buena parte del cine USA que nos llega. No tener miedo en narrar (con el eficaz trabajo de Hanson en la dirección) todo el periplo surrealista que lleva a Tripp a tocar fondo. La muerte de un perro, el robo de la chaqueta que pertenecía a Marilyn Monroe, lios con amante y esposa... todos esos “problemas” lo único que nos traslada es a la rotura del sueño americano. Un genio frustrado sin rumbo en su vida que sólo puede vivir de un éxito en su vida, su primera novela. También es clave la interacción de su personaje con el James Leer que hace un genial Tobey Maguire. Joven mentiroso, extraño y genial, tanto como lo es el personaje de Tripp. Y los dos completamente perdidos. Jóvenes prodigiosos habla del fracaso pero se aleja de visiones depresivas y realistas que podía hacer cualquier otro director. Ni Hanson ni su guionista (el gran Steve Kloves) son tontos y se apoyan en el personal mundo de Chabon para retratar la tortura que puede ser tener todo el talento del mundo sumado a la confusión que nos aporta una sociedad caótica (y ni la marihuana puede evadirte de él como intenta) Y lo hace de una manera elegante, ágil y, a veces, divertida. Jóvenes prodigiosos es una joya rara, distinta y tan genial como los personajes que en ella habitan. Se merece una reverencia como la que hace Tobey Maguire al final del film. Bravísimo, señor Hanson.