25 mayo 2010

Buenos, feos, malos, talentosos y ganadores. El bueno, el feo y el malo gana en los III Premios Micrófono UMH



Cuando me dijeron que dos personas iban a hacer un programa semanal sobre el grupo Pink Floyd pensé en que con ese programa podian pasar dos cosas. O era un suicidio con visos de desastre o un espacio de culto. Por suerte para todos el programa El bueno, el feo y el malo se convirtió en lo segundo.

José Carlos Lledó y Patricio Vidal han transformado el programa en algo más que un espacio sobre Pink Floyd. El bueno, el feo y el malo es un espacio lleno de música, misterio y vida donde en una hora se nos lleva a otros sitios y lugares. Y este programa ha vencido justamente en la edición de los III Premios Micrófono UMH en las categorías de mejor programa y mejor cuña. Victoria merecida para un programa que parece de otros tiempos.



Los nominados han estado a la altura del programa de Lledó y Vidal. Y si no, nos enfadamos, programa vencedor el año pasado, han elevado el nivel del humor más surrealista y genial que ya tenían. Y siguen siendo mejores personas todavía. Mis admirados, Marco Martínez, Silvia Muñoz y Chuse Congost, han hecho un trabajo titánico para llevar la actualidad de los estudios Ciudad de la Luz a los oyentes con su programa Premiere. Y además de forma creativa y profesional (en realidad, mejor que muchos llamados profesionales). En el apartado de cuña tuvimos las referencias televisivas y cinéfilas del divertido programa The Gatekeepers. Y por allí también ando la cuña de Vivir Rodando. En resumen, unos premios creativos y justos con títulos cinéfilos y sabores musicales.

Mejor programa

El bueno, el feo y el malo
Premiere
Y si no, nos enfadamos

Mejor cuña

El bueno, el feo y el malo
The Gatekeepers
Vivir Rodando


Escucha El bueno, el feo y el malo

. Programa El bueno, el feo y el malo (19 Mayo 05)

. Cuña El bueno, el feo y el malo

21 mayo 2010

Una perfecta y hermosa anomalía

- Two lovers - (James Gray, 2008)



Disfruté de Two lovers tras la visión unas horas antes de un capítulo de la serie Mad Men. No ha podida haber una mejor y más feliz coincidencia. Ni la película de James Gray ni la serie creada por Matthew Weiner aspiran a ser las obras más originales del mundo. Y ellas dos son unas auténticas obras maestras cada uno en su genero y especie. Porque son dos obras extrañas, sensibles y especiales que para ser degustadas necesitan que el espectador esté en un estado reposado y que sepa mirar. Mucho y bien. Por esas razones Two lovers ha tardado dos años en ser estrenada. Todo el mundo sabe que los gerifantes y mandamases (sea de la empresa que sea) destacan por su falta de sensibilidad, tacto y ceguera. Porque para captar la tristeza bella, inmensa y eterna, que tiene Two lovers se necesita quitarse las careta antes de entrar al cine. Ir a corazón abierto.

Un hombre (el mejor Joaquin Phoenix de su carrera) tiene que optar entre la coherencia y la razón (gran descubrimiento de Vinessa Shaw) y la obsesión y la pasión (excelente también Gwyneth Paltrow). Hasta aquí nada nuevo. Lo grandioso de Two lovers es como James Gray narra toda esta historia. Su principal objetivo es que empatizar con un personaje torturado y destrozado por dentro como es Leonard a pesar de sus acciones que, a veces, pueden ser contrarias con lo que haríamos nosotros. Pero Two lovers no va de sentimientos forzados, James Gray rueda la sensibilidad en su grado máximo. En resumen, Gray se acerca al amor puro como pocos creadores lo han hecho. El prodigioso estilo visual que James Gray utilizaba antes para rodar la violencia aquí lo emplea para definir el amor que es una cosa que no se sabe muy bien que es. Y todo sin subrayados ni emociones artificiales de más. La locura emocional de Leonard es algo con lo que cualquier persona nos podemos identificar.

Para hablar de la película Two lovers necesitaríamos crear otro blog aparte. Esas planos sinuosos y elegantes, esos primeros planos que se hacen cuando hay que hacerlos (algo que pocos saben hacer) y algunos momentos para nuestra memoria colectiva (los guantes en la playa, la despedida de Leonard y su madre...) ¿Two lovers es gran película? Decir que sí es muy simplista. La película de James Gray es otra cosa, juega en otra liga. Simplemente, Two lovers no es de este mundo.

. Two lovers, esto es la melancolía (Sergi Sánchez, Canal TCM)

"Es muy hermosa la manera en que Gray retrata el universo familiar del protagonista, tan acogedor como peligroso, hermético en sus códigos de protección y compromiso"

. El gran James Gray (Javier Ocaña, El País)

"Una visión del amor tan poco convencional que abre la posibilidad de que el conformismo del segundo plato no sea en realidad una visión fatalista de la existencia, sino una muestra de que se puede amar a dos personas a un tiempo"

. Vértigos (y desamores) persecutorios (José David Cáceres Tapia, Miradas de cine)

"Superados los miedos con esta premisa argumental (cada cual los suyos) y las dudas respecto al abandono del thriller como base genérica, Two Lovers se erige como una vuelta de tuerca (o puede que dos) a los temas y figuras de Gray, resuelto con la riqueza expositiva conocida y una gama de matices amplificada"


20 mayo 2010

/ VR27 / Cine negro

El crimen en todas sus formas es uno de los actos más terribles que puede realizar el ser humano. Asesinatos, secuestros, robos... al ser un acto tan humano es normal que el cine lo haya expuesto tanto de mil y una manera distintas. En este último Vivir Rodando analizaremos el llamado cine negro. Nos preguntáremos si ha desaparecido o simplemente si existió. Intentáramos salir de dudas con la ayuda de Pavel Quincoces, Fernando Miró y José Carlos Lledó. Para el último programa. Vivir Rodando se convierte a la vez en detective y criminal. Cine negro en forma de despedida.

Para escuchar o descargar el programa pinchad en:

. Programa Vivir Rodando 20 Mayo 2010 (Especial Cine Negro)

11 mayo 2010

Opiniones de cine: Amos Gitai. El cine como resistencia, de Raúl Travé



Corría el año 2004 cuando conocí el cine de Amos Gitai, fue en la SEMINCI de Valladolid, donde fue homenajeado. En aquel entonces conservaba cierto optimismo ingenuo, hoy algo desgastado, pero que se enciende ante figuras de tanta lucidez como Gitai. Seis años después, su obra, aún en crecimiento, sigue siendo, probablemente, la mirada más certera sobre los conflictos de Oriente Medio.

Amos Gitai nacido en Haifa en 1950, pertenece a la primera generación de Israelíes nacidos en el estado creado en 1948.Estudiante de arquitectura, al principio de los setenta rueda unos veinte cortometrajes en Súper 8 con una cámara regalo de su madre.En 1973 Israel hace estallar la guerra del Yon Kippur y Gitai es alistado en un equipo de socorro que se desplaza en helicóptero. El día que cumplía 23 años un obús derribaba su aparato. Salva la vida, pero el hecho lo marcará irremediablemente para el resto de su vida y su obra.En 1976 inicia una relación con la única cadena de televisión que, por entonces, existía en Israel. Rueda, con gran espíritu crítico, unas quince cintas en 16 mm que giran en torno a cuestiones de espacio, territorio, política o imagen mediática, temas que se mantienen constantes en su obra.Esta relación acaba en 1980 cuando la televisión israelí censura el documental Casa, dónde relata la construcción de una vivienda en Jerusalén, sus protagonistas son el propietario israelí, los dueños árabes anteriores, los obreros palestinos y los vecinos. Una amarga muestra de la dolorosa y contradictoria realidad de su país.
De la observación de esta realidad surgirá la trilogía del Wadi: Devarim, Yom Yom y Kadosh, los nombres de las tres ciudades donde se desarrollan sus historias de tintes casi etnográficos.De las guerras de conquista y defensa de los territorios palestinos ocupados por Israel surgirán Diario de campaña y Kippur. Incluso analizará las desigualdades Norte-Sur en cintas como Ananas o Bangkok-Bahrein. Zona libre, Disengagement, Algún día comprenderás, Carmel, La guerre des fils de la lumière contre les fils des ténèbres, son sus últimos trabajos, poco conocidos y desgraciadamente difíciles de encontrar en nuestro país.

Su cine marcado formalmente por el uso del plano secuencia tanto en la ficción como en el documental profundiza y cuestiona constantemente la identidad judía.Acierta la crítico francesa Sylvie Pras, cuando afirma que Gitai consigue situar de forma natural el espacio, la Historia, la emigración y el exilio en el corazón de su cine. Amos Gitai es un director extremadamente fecundo, con sesenta años ha dirigido cerca de cincuenta películas. Su ritmo es tan sorprendente que llega incluso a rodar varias obras en un mismo año.Esta capacidad surge del sistema de producción que ha sabido organizar y que le permite pasar de un género a otro, asegurando su independencia y libertad. Rueda muy deprisa y con muy bajos presupuestos, para lo que cuenta con un equipo artístico y técnico fiel que se mantiene en lo fundamental trabajo tras trabajo.

Unos versos suyos pueden servir como tarjeta de presentación de su extensísima filmografía:

El interminable conflicto agotador de Oriente Medio
Ese tenaz enfrentamiento empapado en sudor
Que con su fuerza cegadora acabará arrasando la tierra
Las grandes ilusiones y su destino
Y la belleza también
Que acabará borrando la Historia y a la gente
A cambio de un trozo de terreno de valor incalculable
Para construir centros comerciales

* Raúl Travé es antropólogo, periodista y conductor del programa Contaminaciones

09 mayo 2010

Finales de cine: Los pájaros. Apocalypse now

 
El ruido es una de las cosas que más tensión produce en Los pájaros de Alfred Hitchcock. Los ataques de estos animales están perfectamente orquestados y resultan, a día de hoy, de una precisión técnica envidiable. Pero lo que da miedo es cuando los animales no están y sólo se les oye. En la parte final de Los pájaros hay un ataque a la casa donde se resguardan Tippi Hedren, Rod Taylor, Jessica Tandy y Veronica Cartwright. Prácticamente no se ve ningún pájaro y sólo se oyen el desagradable sonido de sus graznidos. Espeluznante. Y detrás de todo eso sólo podía estar la brillante mente de Bernard Hermann. Pero todo cambia en el final de la película. No hay ni ruido, no hay graznidos... con lo cual podríamos entender que el terror ha pasado. Y no es asi. Porque Hitchcock rueda simple y llanamente el fin del mundo. Porque en el fin del mundo no habrá ni gritos ni violencia, eso lo dejamos para los prolegómenos. El fin será un espeluznante desierto de silencio y soledad. 
 
En el final de esta obra maestra brutal y metafórica ni se atrapa al villano ni el bueno se lleva la chica. El mal gana pero sin obviedades ni subrayados. Todo con tranquilidad y, como he dicho antes, silencio. La perversión de Hitchcock en el final es modélica. Los cuatro protagonistas pasean con movimientos pausados por un camino lleno de pájaros inmóviles pero con sed de sangre. Logran su primer objetivo, llegar al coche sanos y salvos. Después logran el segundo objetivo, lograr arrancar el coche e huir de la casa. Y ya no hay más información. Sólo un detalle, los graznidos vuelven a sonar. ¿Final feliz? Claro que sí, los protagonistas han logrado salvar la vida. Repetimos, ¿final feliz? Claro que no, porque Hedren, Taylor, Tandy y Cartwright sólo pueden estar felices de sobrevivir un día pero su final (como el de toda la humanidad) puede llegar cualquier día. Y el de todos. Porque Hitchcock no nos cuenta la historia en Los pájaros de unas personas que sobreviven al ataque de unas aves. Nos cuenta la historia de unos personajes que sobreviven unos días al fin del mundo. La esperanza se deja para otra película u otra historia .Aquí no tiene cabida.