24 agosto 2013

Oda al buen e irónico exceso


Juerga hasta el fin
(This is the End)
Una película de Evan Goldberg y Seth Rogen | Estados Unidos | 107 minutos


©SonyPictures
De cuando en cuando a algunas estrellas del cine les gusta reirse de si mismos en pantalla. No siempre esto suele ser interesante ya que algunos de ellos no dejan de convertir la autoparodia en un ejercicio de marketing de su figura pública. Por fortuna esto no ha pasado con la magnífica Juerga hasta el fin. La idea de juntar a algunos jóvenes actores (cómicos) destacados del panorama actual y rodearlos del fin del mundo era una idea, a priori, inteligente, atractiva y peligrosa. El peligro venía de que la autocomplaciencia se convirtiera en el verdadero Apocalipsis del film y Juerga hasta el fin se volviera una lucha de egos. Por suerte el inmenso talento cómico y la inteligencia al desarrollarlo es tan grande que Juerga hasta el fin se convierte en una auténtica gozada. Porque dentro de la orgia humorística que nos proponen Evan Goldberg y Seth Rogen hay una película milimétricamente trabajada en cada detalle que demuestra (una vez más) que la comedia es un genero que necesita tanto trabajo como inspiración.

Juerga hasta el fin coge las personalidades de los protagonistas exagerándolas o distorsionándolas para crear unos divertidos arquetipos. Jay Baruchel, es el actor extranjero que desconfía del mundo hollywoodiense, Danny McBride, es el actor cabrón, James Franco, la gran estrella ególatra y cobarde, Seth Rogen, la nueva estrella que olvida sus raíces... Todos escupen sobre su imagen para crear un fresco absurdo y paródico de todos estos nuevos cómicos que tantos admiradores y, no olvidemos, detractores. Pero una vez creados los personajes la duda era cómo Goldberg y Rogen iban a poder construir un producto cómico en un espacio reducido (casi todo el metraje ocurre en la casa de James Franco). Y lo consiguen a las mil maravillas. Juerga hasta el fin no sólo se centra en el carisma de sus estrellas sino que juega muy bien con los espacios y con la claustrofobia (cómica) de que ocurra todo la película en un solo sitio. Además de hallazgos como esa versión suecada de la secuela de Superfumados que crean los personajes. Porque al revés de lo que muchos podrían pensar Juerga hasta el fin no es una película desastrada. La recreación del Apocalipsis, los FX de los monstruos o esa salida al exterior de la casa que recuerda a La niebla de Frank Darabont están perfectamente construidas como cualquier buena película apocalíptica. Pero sin duda el fuerte de la película de Goldberg y Rogen  está en su máxima sobre el exceso bien entendido. Sin importarle utilizar el gore o la escatología, Juerga hasta el fin no se corta en llevar al límite cualquier acto visual o de palabra. No importa empalar a un cocainómano Michael Cera o hacer un homenaje horteril a los Backsteet Boys ya que la película se crea como una especie de circo donde el espectador disfruta como un niño perverso viendo sufrir a las nuevas estrellas hollywoodienses. Un espectáculo donde los payasos son esos actores a los que el público gusta tanto de adorar como de ver sufrir. Juerga hasta el fin es muchas cosas: un inteligente juego metacinéfilo, un espectáculo del exceso de sangre y humor o, simplemente, la película más divertida que se estrene este año.  

OPINIONES


• Humor apocalíptico (Jordi Battle Caminal | La Vanguardia)

El despropósito pasa por todos los niveles (lo más malo, lo simplemente divertido y media docena de pasajes hilarantes) y toca techo con las escenas de Hill violado, exorcizado y finalmente flambeado, que bien podrían formar parte de una nueva Scary movie


De fiestaca y cuesta abajo  (Migue Muñoz | Koult)

La sátira rozando la paro­dia, siem­pre bai­lando entre otro genial regis­tro de Jonah Hill (un punto equi­dis­tante entre su papel en Super­bad y el de Cyrus) y la salida de madre de un Danny McBride ava­sa­lla­dor, situado en el cen­tro de aten­ción y en una batida entre John Belushi, Bill Murray y el humor más hijoputa de Richard Pryor.

• Antes muerto que maduro (José Arce | La Butaca)

Obviamente la película es un juguete, un divertimento para los colegas que ejerce más como instrumento catártico para ellos que para el palco en general: iconoclasta, burra, párvula, soez y bastante libre, la aventura, con la que debutan tras las cámaras Seth Rogen y Evan Goldberg, sirve a los actores como anclaje (i)racional para automofarse desde una posición privilegiada: la suya propia

20 agosto 2013

/ VR58 / Pacific Rim


©PacificRimMovie
La reciente llegada de Pacific Rim a la cartelera fue algo más que el estreno de una película grande. El espectáculo, en palabras de John Tones, honesto y genuino que nos ofrecía Guillermo del Toro tenía algo de despedida de un cine original, caro y espectacular para maravillarnos una tarde o una noche de verano. Obviamente no será el último blockbuster pero es obvio que Pacific Rim tenía un regusto nostálgico que hace que la película vaya más allá de las espectaculares imágenes que nos ofrece el director mexicano. Una película tan rica en lo que se ve y en lo que no es el material perfecto para abrir la séptima temporada de Vivir Rodando. Robots, monstruos, la reinvención de la industria, sus referencias, el futuro del cine taquillero, su influencia científica... por ello, y con la presencia de Pablo Vergel (@paolo2000) y Ángeles Gómez (@FeedbackCiencia), el programa 58 de Vivir Rodando trata sobre Pacific Rim. Más de una hora con robots, monstruos y recuerdos a cuando la imaginación era lo que mandaba cuando éramos más jóvenes e ingenuos.

Para escuchar o descargar el programa pincha en:

 • / VR58 / Pacific Rim

10 agosto 2013

Un juguete grandioso



Pacific Rim
(Pacific Rim)

Una película de Guillermo del Toro | Estados Unidos | 131 minutos


©PacificRimMovie
No es cuestión de volver a dar la "matraca" sobre que el momento (aparentemente) crucial que vive el cine pero el estreno de Pacific Rim no podía llegar en momento más adecuado. En tiempos de debate sobre si las pantallas desaparecerán para dar paso a un consumo más casero que llenan cientos de páginas físicas y web aparece como surgido de las profundidades del océano la nueva película de Guillermo del Toro. Una película tremendamente cara que en realidad mira de refilón (y a veces de cara) a un cine más clásico, épico y que busca una complicidad con un espectador que debe liberarse de prejuicios antes de verla. Porque dentro de su armatoste de blockbuster esconde un corazón tan puro que hace que sea una película tan arriesgada como el cine de autor más experimental. Robots contra monstruos, esa sería la síntesis más sencilla de Pacific Rim. Seguramente el espectador más perezoso quiera huir con una premisa de apariencia sencilla pero que Guillermo del Toro ha convertido no sólo en un espectáculo sino en una obra (curiosamente) humana, sensible y con una intuición para lograr un asombro cómplice con el espectador. Pero para los que somos entusiastas de las películas Hellboy no es algo que pueda sorprender sólo que todo ese mundo lo ha llevado a otro nivel.

Orgullosa deudora de las películas Godzilla la cinta se enmarca  coherentemente ,en su mayor parte, en un entorno asiático (Hong Kong) lleno de edificios gigantes y luces de neón dispuestos a ser arrasados por robots y monstruos. Pero en una película inmensa del Toro encuentra su mejor aliado en lugares infinitos o profundos como el mar y el cielo donde sus “bichos” tienen el espacio perfecto para que se creen hermosas coreografías de batallas. Como un pintor con su lienzo vacio Del Toro sabe llenar cada elemento para que todo lo que surja en la pantalla tenga un sentido dentro de la grandeza que propone Pacific Rim. Por eso hay algo de emocional en la película. Pacific Rim exige verla con la emoción (y quizá ingenuidad) con la que nos maravillamos con los robustos blockbusters que nos venian desde el imperio norteamericano. Porque, a su manera, Guillermo del Toro nos ha regalado un último espectáculo veraniego a lo grande, imaginativo y robusto. A su manera, un suicidio maravilloso. Pacific Rim empieza con un ejemplar prólogo que da paso a un buen esquema de blockbuster. Maravillosas piezas de peleas de robots contra monstruos colocadas en inicio, mitad y final de la películas entremezcladas con un acertado casting de humano donde cada uno cumple perfectamente con su arquetipo. El héroe con traumas del pasado (Charlie Hunnam), la chica con más traumas del pasado (ejemplar el flashback de la infancia de Rinko Kikuchi), el sólido lider hestoniano (Idris Elba) y unos acertados personajes cómico / científicos (Charlie Day y Burn Gorman) o carismáticos (Ron Perlman). Todo perfectmanete creado para que el espectador veraniego no se quite la sonrisa de la cara. Como un retorno a tu infancia cuando creabas bandos con tus juguetes y les hacías pelear entre ellos pues Guillermo del Toro nos ha regalado un caro y grandioso juguete para jugar con él.


OPINIONES



• Godzillas contra mazingers (Jordi Battle Caminal | La Vanguardia)

La economía narrativa se esfuma de inmediato para dar paso a una superproducción larga, muy larga y algo fatigosa, con su inevitable media hora final de batallas interminables. Con todo, no es ésta una obra desdeñable, sino otra muestra, aunque menor, del talento de Guillermo del Toro para el género



Blockbuster de autor  (Quim Casas | Sensacine)

¿Es este triunfo analógico una reivindicación? Si, posiblemente, pero sobre todo es un espasmo de cordura artesanal en un mundo numérico que posibilita filmes como el presente, agitado y permanentemente debatido entre intenciones, texturas, formatos y acabados no opuestos pero si en colisión


• Friki y orgulloso (José Arce | La Butaca)

 Una gozada visual estruendosa pero asequible, sin demasiada epilepsia de cámara y que sirve a un elemento humano que, aunque no brilla en sus interpretaciones ─con la excepción de un totémico Idris Elba─, cabalga cómodamente entre el videojuego y la fogosidad con retranca ─aquí no hay hueco para materializar deseos libidinosos, esto va encaminado a un palco universal─ en este festival de neuronas libres de grasa y enjundias