20 junio 2012

Joyas a reivindicar: Crumb
Vida en viñetas

 >  JOYAS A REIVINDICAR  : Crumb, de Terry Zwigoff (1994)

"Si no dibujo me vuelvo loco". Con esta frase empieza Crumb (1994) el documental que Terry Zwigoff dedicó a uno de los grandes símbolos de la cultura estadounidense, el dibujante Robert Crumb. El creador de El gato Fritz sigue siendo un mito viviente de la considerada cultura underground norteamericana con unos dibujos tan asombrosos como personales. Dado que hablamos de alguien tan respetado uno puede temer una especie de documental hagiográfico que ensalce la figura de Crumb. También uno puedo temerse una película lineal donde a base de entrevistas veamos un trazo grueso de un personaje tan complejo. Por suerte la obra de Zwigoff no es ninguna de las cosas siendo las dos. Crumb se dedica a acompañar a Robert Crumb  en su casa o por las calles de su ciudad como el típico (fan) pesado ya que el dibujante muestra en varias ocasiones lo poco agradable que le resulta la grabación de esa película. Eso potencia la visión de que Robert Crumb es todo lo contrario a lo que podemos considerar un héroe a seguir. Y por eso el documental y su protagonista nos atrae tanto.

Crumb nos muestra a un Robert Crumb egoista, poco sentimental, honrado y brillante pero siempre sin querer mostrarnos una retrato falsamente profundo y asi consiguiendo humanizar (a su manera) a un genio  

Las mejores partes de Crumb son cuando el dibujante visita a sus dos hermanos (Charles y Maxon) personajes inestables y rechazados socialmente. En parte similares al propio Robert Crumb. El documental nos muestra las visitas de Robert a casa sus hermanos (más intimidad imposible) donde la camara de Zwigoff desaparece y nos muestra de forma cruda las conversaciones entre ellos. Y de repente el documental sobre el dibujante Crumb se convierte en un retrato perfecto sobre la supervivencia de una familia (unos hermanos) de una realidad que no comprenden. Y de cómo el arte sirve para Robert, Maxon y Charles como único balón de oxigeno. No es casual que el documental esté centrado en la época donde Crumb y su esposa (la también dibujante Aline Kominsky-Crumb) se mudaban a Francia. En todo Crumb el dibujante muestra su hastio a ciertas actitudes norteamericanas fastidiosas a la vez que refunfuña de que su mujer “le obligue a irse a Francia”. Esa ambigüedad casa perfectamente con un símbolo tan alabado y criticado dentro de su propio país como es Robert Crumb. La sociedad que ahogó a Crumb y sus hermanos fue la que le ha servido de inspiración para sus asombrosas viñetas. 

Crumb no sólo es el reflejo de la biografia del dibujante. El documental habla de la sexualidad del Robert Crumb a traves de su mujeres, del posible racismo de algunos de sus dibujos, del poco aprecio que siente hacia el genero femenino, de su incapacidad para mostrar sentimientos... Para ello habla con editores, novias, hijos y al final con el propio Crumb. Y la respuesta es más confusa que cuando se empezo a ver el documental. Robert Crumb queda como un hombre tan desafectado como entrañable. Tan egoísta como artísticamente honrado (como buen dibujante tiene una mala relación con el cine). Crumb sin quererlo (o sí) humaniza a un personaje sin dar respuestas obvias. Un autor cuya obra es tan poderosa que parece un muro complicado de derribar. Crumb tuvo bastante repercusión en su día ganando varios premios (Mejor documental del National Board of Review, Festival de Sundance, Boston Society of Film Critics Awards...) pero sin nominación al Oscar. Quizá por la poca obviedad de la película donde las respuestas hay que leerlas entre las líneas de dibujo de las viñetas de Robert Crumb. Si hay respuestas claro.

16 junio 2012

La infancia recuperada


Moonrise Kingdom
(Wes Anderson 2012)

Poco a poco Wes Anderson ha dejado de convertirse en un director para ser una postura. Cuando se estrena un film andersoniano uno para que debe posicionarse a favor o en contra del director tejano. Y rechazando cualquier tipo de radicalidad es cierto que se necesita un alto de grado de complicidad para disfrutar y conocer las claves del personal mundo del creador de Academia Rushmore o Life aquatic. Por eso los que hemos conectado desde el principio con este mundo esperábamos Moonrise Kingdom con una mezcla de ilusión y temor. Anderson ya se había abierto al mundo con Fantástico Sr. Fox haciendo una película disfrutable y comprensible sin perder ninguno de sus rasgos significativos (incluso a veces aumentándolos). Por eso los adeptos a su mundo podíamos sospechar que repetir la jugada iba a ser complicada y esta historia de cuento con amores adolescentes podría ser menos andersoniana de lo deseada. Temores infundados. Moonrise Kingdom no deja de ser una deliciosa, pero no por ello menos compleja, mirada del mundo de Wes Anderson para niños o adultos que fingen serlo.

Moonrise Kingdom tiene el guión y la historia más sencilla de todas las películas dirigidas por Wes Anderson. Unos niños que se enamoran y deciden fugarse mientras los adultos los buscan es una historia mil veces vista pero poca veces tan bien contada. Anderson y Roman Coppola hilan un guión simple pero donde están algunos de los mejores dialogos de la carrera del director. Moonrise Kingdom no se queda en las figuras de postal que uno se podría esperar y logra construir dos personajes de adolescentes de cuento pero con una gran carga de profundidad. Apoyándose en las fenomenales interpretaciones de Kara Hayward y Jared Gilman la película adquiere pronto el tono melancólico que había en Los Tenembaums. Una familia de genios o Viaje a Darjeeling mostrándonos a dos adolescentes a veces más perdidos que enamorados. ¿No es la mirada mapache de Kara Hayward la misma que la Margot Tenembaum / Gwyneth Paltrow de Los Tenembaums. Una familia de genios? Y los adultos no se libran de esta mirada. Los personajes que bordan Bruce Willis, Frances McDormand, Bill Murray y Edward Norton parecen atrapados en esas islas idílicas y coloristas que ha creado Anderson. No en vano no deja de sonar en Moonrise Kingdom la música del gran Hank Williams fallecido antes de cumplir los treinta años. La vida adulta como símbolo de tristeza.

Moonrise Kingdom no sólo funciona para los amantes del cine de Wes Anderson ya que no habla la infancia que dejamos sino de la que nos hubiera gustado vivir aceptando sus dosis de tristeza y melancolía 

 Ya sin las consideraciones melancólicas propias de cualquier film de Wes Anderson Moonrise Kingdom no deja de ser una gozada. Con un magnifico ritmo la película escapa (aligual que los protagonistas) de cualquier síntoma de aburrimiento. Secuencias como la emboscada en el bosque o el final en lo alto de la iglesia hacen que el espactador menos acostumbrado se quede con la boca abierta. Porque Anderson ha sabido mezclar su adolescencia con la de François Truffaut e incluso la de Steven Spielberg para lograr un mejunje donde cualquier se vea (o quiera) verse reconocido. Y por supuesto están los colores made in Anderson esta vez más sepia o apagados, su particular mirada sobre el grupo (amistad o familia),  su obsesión por el detalle (atención al parchis con el que juegan los hermanos de ...) y un maravilloso acompañamiento musical en el que Alexandre Desplat, Françoise Hardy, Benjamín Britten o el mencionado Williams juegan con nosotros. Es complicado sacarle defectos a un maravilloso cuento como es Moonrise Kingdom tan hermoso y triste como son los buenos cuentos. No en vano Moonrise Kingdom no es como la infancia que dejamos sino como la infancia que nos hubiera gustado vivir.


OPINIONES

. La posibilidad de una isla (Noel Ceballos, El emperador de los helados)

Anderson ha combatido en Moonrise Kingdom una de las opiniones recibidas que más hondo ha calado siempre entre sus detractores: la ausencia de sustrato emocional en sus personajes. Como si fuera un scout preparado para hacer nudos, mandar un SOS en morse o montar una tienda en menos de diez minutos, pero incapaz de enfrentarse al primer amor. Huelga decir que ganó ese combate

. La última genialidad de Wes Anderson (Desirée de Fez, PlayGround)

Moonrise Kingdom sublima, de algún modo, un tema clave de la obra de Anderson: las emociones como algo que no tiene edad. Igual que en Harold Y Maude (1971) de Hal Ashby, título de cabecera del cineasta, en los filmes del autor de The Life Aquatic (2004) hay niños que sienten y actúan como adultos, y adultos que sienten y actúan como niños. Porque hay niños maduros, adultos infantiles o simples supervivientes que tiran adelante como pueden

. Manual para fugas románticas (Jordi Costa, El País)

En Moonrise kingdom, Wes Anderson conquista lo que llevaba tanteando desde hace dos películas: mantener la fidelidad a sí mismo —a su codificada estética, pero también a su poética sutil—, apoderándose, al mismo tiempo, de un territorio expresivo inédito