29 noviembre 2011

/ VR40 / Iconos eróticos femeninos de la historia del cine

En el cine cada década surgen actrices que pasan a la historia y no nos podemos quitar de la cabeza. Y no sólo por sus interpretaciones sino por haberse convertido en deseo de muchos gracias a cómo han sabido utilizar el erotismo en las películas. No por una cuestión de belleza o fisico sino por actitud, inteligencia y sentido del humor. Gracias a ellas el cine se ha visto beneficiado ya que nos han regalado imágenes y secuencias que nunca podremos olvidar. En su programa 40 Vivir Rodando hace un repaso a algunos de los iconos eróticos femeninos más importantes de la historia del cine. Mujeres como Theda Bara, Clara Bow, Kim Novak, Brigitte Bardot, Marilyn Monroe, Monica Bellucci...entre otras serán homenajeadas en este programa. Todo con la inestimable ayuda de Esperanza Gómez (@focus_light) Mujer, erotismo y cine se juntan en el último programa de Vivir Rodando.

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27 noviembre 2011

Método Cronenberg


Un método peligroso 
(David Cronenberg 2011)

Todos los amantes del cine deberíamos hacer una colecta para poner una estatua a David Cronenberg. El director canadiense sigue haciendo suyas todas las películas donde participa. No importa el tema o la naturaleza de la misma Cronenberg pone su mirada perturbadora a la vez que clásica en sus films. Con Un método peligroso no sólo vuelve hacerlo sino que lo potencia. Narrando la amistad y desencuentro de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung Cronenberg decide no buscar al público sino que el público lo encuentre a él (si quiere).

En principio Un método peligro parece áspera, complicada y fría. Y no en vano es todas esas cosas. Cronenberg no rebaja ni un ápice la complejidad de la relación entre los personajes de Viggo Mortensen, Michael Fassbender y Keira Knightley dándole importancia a los densos e intelectuales diálogos escritos por Christopher Hampton. Por eso aunque parece que Cronenberg ha desaparecido está ahí controlándolo todo. Al director canadiense no sólo lo vemos en las escenas “de azotes” o en ese paseo en barco entre Knightley y Fassbender sino que está en toda la turbación que intuimos en la historia. Todo muy sutil, sugerido y sobrio pero que existe y podemos descubrir si tenemos el aplomo para adentrarnos en la historia. Y eso no debería costar porque el ritmo interno que impone Cronenberg a la película es ejemplar evitando que aparezca cualquier síntoma de aburrimiento. Quizá Un método peligroso no sea tan deslumbrante ni redonda como Una historia de violencia o Promesas del este pero es otro paso valiente y arriesgado de un autor que nunca ha mirado a las audiencias. O que cuando lo ha hecho ha sabido jugar con ellas.

. De la carne y el psique (Jordi Costa, El País)

Cronenberg logra sobrecargar la pantalla de energía con los recursos más austeros: bastan dos sillas y dos actores como Fassbender y Keira Knightley para montar una sesión de terapia que permite reconocer en la figura de Sabina Spielrein los ecos de esa turbulenta Claire Niveau a la que dio vida Geneviève Bujold en Inseparables 

. Viaje perfecto al fondo de la mente (Sergi Sánchez, La Razón)
Y, sin levantar la voz, Cronenberg factura una película exigente, cuya contención refleja los instintos reprimidos de una época convulsa, a punto de soñar ese sueño de la razón que crea monstruos

. La curación por la palabra (José Arce, La Butaca)

Filmada de un modo excelente y milimétricamente turbador, con una composición de los planos tan fría, naturalmente compleja, mansa y sagaz como el propio impulso que mueve a los personajes, la propuesta se deja llevar por una fotografía y una dirección artística espectaculares, mecida por una banda sonora de Howard Shore que alterna composiciones profundamente plácidas y envolventes con los bríos y pasiones del Sigfrido de Wagner, clave en la historia y prácticamente un personaje más, al igual que la propia correspondencia epistolar a tres bandas que centra momentos imponderables en el desarrollo del drama

26 noviembre 2011

Opiniones de cine / Series de cine :
Mad Men la cara de una misma moneda (I).
Por Patrick Vidal


Mad Men es la cara de una misma moneda y funciona por contraposición. A veces ocurren cosas que no son casualidad, y es que Jon Hamm y el personaje que interpreta, protagonista indiscutible, también lo son, es decir, representan la esencia de Mad Men, es el reverso y el anverso de una misma moneda. Los dos son huérfanos por diferentes motivos, y pertenecen a distintas generaciones, a tiempos distintos, y uno no tiene nada que ver con el otro, pero al mismo tiempo conforman un binomio conceptual de una perfección evidente. La madurez con la que un actor como Jon Hamm -nunca antes conocido, y que a partir de la serie que nos ocupa, ha participado en proyectos cinematográficos de gran calado como ha sido The Town (2010)- ha llegado al éxito, es casi profético si tenemos en cuenta que Don Draper, su personaje en la fabulosa serie televisiva, consiguió el éxito de forma inesperada aunque sea por razones radicalmente diferentes. El paralelismo entre ellos dos es una trampa en la que es fácil caer y, además, resulta casi inevitable hacerlo. Todo ello confiere a estas dos caras de la misma moneda un cariz de alter ego, siendo esto del todo claro. Luego, Mad Men en cuestión y como concepto, representa y retrata a la sociedad americana de los 60, producto de una historia anterior, de un triunfo hegemónico de EE.UU. a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. Es el tiempo de la opulencia en EE.UU. y en algunos países capitalistas. También es el tiempo de la Guerra Fría, una guerra que muchos han dicho no ser tan fría como el término parece indicar. Se trataba de una lucha entre dos formas completamente diferentes de entender el mundo, dividido en dos grandes bloques, confrontando, sobre todo, a las dos grandes potencias del momento, que eran, efectivamente, EE.UU. y la URSS. A lo largo de las cuatro temporadas que lleva este proyecto en marcha -que ya es una auténtica realidad y del que se espera hasta una séptima temporada, y que ha sido sobradamente premiado por los premios más importantes en este sentido, como son los Emmy o los Globos de Oro- no se ha visto directamente y de forma continuada este clima de Guerra Fría existente, pero sin embargo queda patente en el imaginario colectivo y en la forma de comportarse de cada personaje y, por lo que se intuye, no solo deja a las claras un análisis de la sociedad americana del momento, sino que se observa el importante halo globalizador de esta sociedad y la influencia posterior que tendrá en todo el mundo, formalizándose un impacto brutal en las sociedades que se han querido llamar occidentales.

El ejercicio de guión, con esos personajes verídicos, más que verídicos, veraces, y un aspecto visual cuidadísimo y exquisito, hacen que todo lo que pueda ser, y de hecho es, negativo y deprimente en toda la historia, sea extremadamente atractivo

Y no, Mad Men no es la historia de una sociedad idealizada, no se observa ni siquiera visos de querer mostrarnos un todo, es decir, una sola perspectiva que lo englobe todo, pero sin embargo lo consigue, y es por ello que es la cara de una misma moneda. Es decir, que Mad Men, regalando al espectador una mirada desde un punto de vista concreto, representa a EE.UU. en un tiempo pasado, aportando, casi sin mostrarlo, todos los demás puntos de vista. Y se nos presenta como si el espectador fuese cliente de la agencia de publicidad Sterling Cooper. Es decir, lo que se nos está vendiendo es visualmente perfecto, con una banda sonora cuidadísima, con un comienzo de la serie que siempre es el mismo pero que reconforta, y con unos finales de capítulos espectaculares, originales, únicos. Es un producto con una presentación ideal, que busca la felicidad del que lo va a consumir, pero luego la historia es descarnada y lo que se nos muestra es de una crudeza sublime. Por lo tanto existe ahí un posible paralelismo entre los objetivos de la agencia de publicidad y los objetivos del proyecto Mad Men, que difieren en el fondo pero no en la forma. Además, puede considerarse políticamente incorrectísima -machismo feroz, autoritarismo en el trabajo y en la vida cotidiana, donde el alcoholismo y la adicción desmesurada por el tabaco está muy presente dentro de un mundo despiadado, descorazonador-, pero el ejercicio de guión, con esos personajes verídicos, más que verídicos, veraces, y un aspecto visual cuidadísimo y exquisito, hacen que todo lo que pueda ser, y de hecho es, negativo y deprimente en toda la historia, sea extremadamente atractivo. Y eso, lectores de este escrito, es lo que yo llamo magia dentro de la ficción. Porque a Mad Men le distingue su atractivo y elegancia en un mundo triste y oscuro, urbanizado, cada vez más individualista, pero sin embargo ese mundo brilla y es extraordinario a través de la mirada del que degusta cada minuto de los 47 -aproximadamente- que contienen cada capítulo. Por si fuera poca cosa, la historia da la sensación de que es inagotable, de que resiste todos los giros de guión que pretendan darle, sin embargo lo más probable es que todo esté perfectamente medido.

Los tres pilares interpretativos

Después está la base interpretativa, donde tres personajes son inamovibles y a partir de los cuales gira la tierra alrededor de Mad Men: Don Draper, Peggy Olson y Joan Holloway. El primero se trata de un hombre en busca de su identidad, con una grave crisis emocional, pero que atesora un éxito más que palpable en los negocios y posee de un gran talento innato con el género femenino. Pero estos éxitos se tornan en fracaso cuando establece una relación sentimental seria; donde en su familia es muy querido por sus hijos pero no encuentra su hueco, no está cómodo, y que, además, oculta esencialidades del “yo” que durante la cuarta temporada va aireando un tanto, confiando en algunas personas sus secretos inconfesables. Jon Hamm dijo de Draper que este está “forzado a vivir una serie de situaciones incómodas en las que busca su propia satisfacción”. ¿Y por qué lo hace? Sencillamente, para encontrarse a si mismo, porque uno de los leit motiv de Mad Men es el camino de Don Draper hacia el reconocimiento de sí mismo. Por otro lado, Peggy Olson (Elisabeth Moss) es esencial, siendo opuesta al personaje de Joan Holloway. La primera es muy joven, brillante, y con una ambición indecible en un mundo dominado por hombres, a los que esta cuestiona con gran habilidad para poder lograr un espacio dentro del gran éxito profesional. De alguna manera Peggy Olson quiere emular a Don Draper, el cual es su padre profesional, un maestro de aspecto paternal, donde, además, se observa una relación especial entre los dos. Joan, por otro lado, es una atractiva jefa de secretarias que no tiene asignado un papel fundamental para el funcionamiento de la agencia de publicidad en sus dos etapas, pero que sin embargo sí se hace esencial para el funcionamiento de la ficción. Y es que estos tres pilares interpretativos van en diferente escala, de mayor a menor incidencia, pero esenciales al fin y al cabo. Joan es atractiva y establece un canon de belleza diferente al que se suele tener como estereotipo habitual. Es, como Peggy, una mujer superviviente, pero utiliza otros métodos para sobrevivir. Entre sus cartas están la seducción en su más amplia expresión, y el saber sufrir por dentro lo que no deja ver por fuera. Creo que el personaje que encarna Christina Hendricks (Joan) es uno de los personajes más dramáticos que he podido ver nunca, en ella se ve una fortaleza fuera de lo común, pero cuando está sola consigo misma se hunde. Estos tres grandes personajes, aunque pueda parecer una temeridad lo que va a seguir a partir de estás líneas, representan, mejor que ningún otro, la humanidad en Mad Men. Sobre todo puede parecer una temeridad porque Don Draper comete errores que pueden parecer imperdonables, pero en él reconocemos a alguien frágil, impulsivo, problemático. Vemos a un ser humano, definido en tanto humano que es. Luego, otros muchos personajes poseen una gran fuerza, desde Roger Sterling (John Slattery), pasando por Pete Campbell (Vincent Kartheiser) o Betty Draper (January Jones), entre otros, porque cada personaje no es casualidad en Mad Men, todo está pensado y todos aportan un gran dramatismo.

*Patrick Vidal (@patrickvid) es Licenciado en Historia y especializado en Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante

23 noviembre 2011

Feedback analiza Contagio desde el punto de vista científico

Uno de los grandes éxitos del año, Contagio, es una especie de apocalipsis con pandemia biológica por medio. La gente ha ido a disfrutar / sufrir con la película de Steven Soderbergh y seguro que muchos no se han preguntado si esa amenaza es real. La web científica Feedback creada por Ángeles Gómez quiso resolver esta duda. En su último podcast organizó un debate con científicos expertos para analizar Contagio desde una perspectiva profesional. En el programa participaron Roberto Pascual (@Roberto_Pascual), investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular de la Universidad Miguel Hernández, Manuel Sánchez Angulo, profesor de Microbiología de la misma universidad y creador del Podcast del Microbio y del blog Curiosidades de la Microbiología y la propia Ángeles Gómez (@EspacioFeedback), Doctora desde 2007 en Biología Molecular y Celular además de creadora de Feedback. Contagio pasa el examen científico de Feedback. 
 
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19 noviembre 2011

Ángeles exterminadores



Un dios salvaje 
(Roman Polanski 2011)

Un dios salvaje podría ser una formula química cinéfila. Si sumamos un buen texto, magníficos actores y un director que sabe lo que se hace el resultado se aproximaría a la nueva película de Roman Polanski. Consideraciones aparte Un dios salvaje es un goce para los sentidos cinéfilos y artísticos ya que en apenas hora y cuarto jamás rebaja un ápice su tensión, inteligencia y sentido del humor (negrísimo). Si uno se pone pejiguero puede atribuir todo el talento que supura Un dios salvaje al asombroso texto de Yasmina Reza y dejar de lado no sólo el trabajo de Polanski sino el de todo su equipo. Pero eso sería injusto además de algo miope.

En Un dios salvaje Polanski demuestra lo bien que se mueve en espacios cerrados (Repulsión, La semilla del diablo...) mostrando la acción en apartamento pijo burgués que nos podria llevar al edificio Dakota en 1968. Allí Polanski les da su espacio en un sitio cerrado para que los personajes se enfaden o desesperen con total libertad. El juego de planos y contraplanos demuestra la sabiduría que tiene el director polaco para lograr que la historia tenga un asombroso ritmo interno. Y algo aparentemente tan simple como el vestuario de la mítica Milena Canonero ayuda a que conozcamos más a los protagonistas de la película. En Un dios salvaje lo mínimo es lo máximo. Punto y aparte son las interpretaciones. Es obvio que si juntas a Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster y John C. Reilly con un texto tan potente como el de Yasmina Reza el resultado sea excelente. Pero esperándolo y todo es apasionante como los cuatro interactúan como si llevaran haciendo la obra durante años y asumen sus papeles de hipócritas de clase media-alta como si fueran ellos mismos. Los cuatro evitan la sobreactuación y el exceso olvidando cualquier marca barata de actores "del método". Esta naturalidad se logra por la cercanía que uno siente con los personajes de Reza. Un dios salvaje habla de la superficie barata y falsa (palabra muy utilizada en la película) que el aparentemente civilizado mundo occidental se ha creado. Todo fachada. Como casi todo.

. De niños y monstruos (Lluís Bonet Mojica, La Vanguardia)

La violencia oculta que anida en ambas parejas se asoma al exterior superando a la de sus propios hijos. Con cuatro actores de presencia constante en una acción que, cabe repetirlo, transcurre en tiempo real

. El baile de las máscaras (Marc Muñoz, El destilador cultural)

Un brillante y potente tema, con ingenioso uso de los medios al alcance para proyectarlo, que sin embargo, se ve aquí adolecido por los baches en el trayecto, por los pequeños giros que hacen avanzar la trama e inmovilizan a sus personajes en ese comedor/salón de combate/desván psiquiátrico

. El divertido y genial vómito de Polanski (Luís Martínez, El Mundo)

A un lado lo oportuno de un guión basado en la obra homónima de Yasmina Reza que no deja ni prisioneros ni heridos (sólo exquisitos cadáveres), la maestría del director consiste en transformar un texto teatral en otra cosa

15 noviembre 2011

/ VR39 / El hombre que mató a Liberty Valance


Nadie ha hecho tanto por un género como John Ford por el western. Prácticamente se podría decir que él lo creo, dio forma y elevó a niveles artístico insospechados. Hizo tanto por él que se permitió el lujo de ponerle fin. Cuando en 1962 otro cine y otro mundo estaba empezando a ver la luz John Ford dirigió El hombre que mató a Liberty Valance la película que cerró una forma de hacer cine. Y no es una película que sólo hable de principios y finales, el crisol de temas que toca es impresionante. Periodismo, derecho, democracia, desamor, violencia, locura... El hombre que mató a Liberty Valance es una de las películas más ricas de la historia del cine. Por eso el programa 39 de Vivir Rodando se lo dedica a El hombre que mató a Liberty Valance coincidiendo además con el 50 aniversario de su rodaje. Para hablarnos de esta obra maestra estará el jurista Fernando Miró que nos llevará por este John Ford que pusoun broche de oro al “cine del oeste”

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12 noviembre 2011

A contrarreloj


30 minutos o menos 
(Ruben Fleischer 2011)

El que tenga dudas sobre esta comedia norteamericana llamada 30 minutos o menos debe irse a la ficha de la película y ver su duración. Unos escasísimos 78 minutos. Un poco más de hora y cuarto. Aunque la duración de las películas de las películas debería ser una anécdota en esta ocasión se convierte casi en su razón de ser. Después de lo bien recibida que fue Bienvenidos a Zombieland  Ruben Fleischer al reveés de lo que uno pueda pensar no se ha complicado demasiado la vida para su segundo proyecto. Aborda una comedia rápida, de perdedores, con un humor sacado de comedias de Dennis Dugan o Judd Apatow y sin ningún tipo de pretensión.

Aunque el argumento del chico bomba obligado a atracar un banco tenía cierta miga para explotarlo Flesicher va por otro lado. Su objetivo es intentar que el público no se pare demasiado a pensar y va completamente directo al grano sin utilizar ningun tipo de coartada. Y la cosa más o menos funciona. La primera parte de la película va como un tiro por su ritmo, falta de pretensiones y la estupenda química que tienen las parejas Jesse Eisenberg / Aziz Ansari y Danny McBride / Nick Swardson. Todo ello tiene el colofón en la divertida y animada escena del atraco al banco. A partir de ese momento y aunque la película nunca pierde el tono de chorrada simpática 30 minutos o menos empieza a notarse cansina y algo repetitiva. No cae mal ni aburre pero ciertos personajes como el de Dilshad Vadsaria y Michael Peña no tienen ni el carisma ni la chispa necesaria para mantener el buen rollo que había antes. 30 minutos o menos logra en hora y cuarto su objetivo de entretener y divertir sin apenas mirar el reloj. Simplemente porque no hay mucho tiempo para ello.

. Una coreografía brillante y caótica (Jordi Costa, El País)  

La película de Fleischer parece asumir, desde su mismo arranque, su transparente condición de divertimento autocombustible y su trama quizá no resista el examen de un escrupuloso doctor de guion con fijación por la lógica narrativa y el crecimiento (moral) de los personajes

. ¿Dos colgaos muy fumaos? No, aunque también (Andrea G. Bermejo, Cinemanía)

Como de muertos vivientes estamos servidos, baste un consejo: si no quieren pedir el reembolso de la entrada, olvídense de la tierra de los zombies. Así 30 minutos… resultará más disfrutable

. La bolsa o la pizza (Bea Varela, Trailers y estrenos)

La acción no se queda corta y el director nos regala persecuciones en coche al compás de clásicos de los 80, disparos, peleas y matones, elementos que unidos al humor nos acompañarán durante este entretenido viaje hasta llegar a un final que cumple con lo esperado resultando gracioso y trepidante

04 noviembre 2011

La belleza del fin del mundo


Melancolía 
(Lars Von Trier 2011)

Tras rozarlo en Anticristo Lars Von Trier lo ha logrado en Melancolía. Ha finalizado con este mundo “cruel y al que nadie echará de menos” como dice el personaje de Kirsten Dunst. Y contrariamente a lo que muchos podían pensar lo ha hecho de manera menos cruel de lo esperado y con un nivel de belleza al que sólo unos pocos privilegiados pueden llegar. En Melancolía de nuevo se nos muestra un mundo donde el ser humano es una mala caricatura movido por la ambición o el egoísmo como muestran los personajes (a veces excesivos) de Charlotte Rampling o Stellan Skarsgard aunque estas descripciones no son lo esencial en la película. Melancolía va más allá de explicaciones o caracterizaciones ya que lo importante del film es su clima asfixiante e irrespirable unido a la indescriptible hermosura de sus imágenes.

Dividida en dos partes bastante diferentes y centrada en los personajes que interpretan Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg (excepcionales las dos) el film parece narrar las fases de Justine (Dunst) ante el fin del mundo que se avecina. El personaje de Dunst pasa por las fases de felicidad, tristeza, locura o depresión hasta llegar a cierto deseo (su famosa escena de desnudo ante el planeta Melancolía) y por fin aceptación de lo que va suceder. En un papel difícil y al filo Kirsten Dunst logra salir victoriosa dándole equilibrio y sentido a un personaje sin respuestas evidentes. Como hicieron anteriormente Björk (Bailar en la oscuridad), Emily Watson (Rompiendo las olas) o la propia Charlotte Gainsbourg (Anticristo). Resulta admirable el duelo entre Dunst y Gainsbourg al final del film donde la desesperación y la cordura cambian de bando con una notable coherencia.

En Melancolía Von Trier asfixia al espectador con su visión del fin del mundo a la vez que lo hipnotiza con la belleza e intensidad de sus imágenes

Melancolía es puro Von Trier. Imágenes nerviosas pero con el pulso cada vez más firme sabiendo adonde apuntar el tiro, belleza al mismo tiempo sombria y luminosa (curioso en un film sobre el fin del mundo) y un autor con cada vez más personalidad. Cierto es que en Melancolía hay menos impacto que en otras obras suyas dejando paso a una especie de compasión sobre el ser humano. Ese mundo tan horrible que Von Trier nos ha mostrado en la mayoría de sus películas llega a su fin pero lo hace de una manera hasta cierto punto hermosa. Por eso en su primera parte un acto festivo como una boda muestra lo peor del ser humano. En cambio la segunda parte cuando el mundo está llegando a su fin es cuando hay más silencio y paz. En Melancolía Von Trier asfixia pero no ahoga.

 * Melancolía se pudo ver en el 44 Festival Internacional de Cinema de Catalunya  


. Apocalipsis de cartón piedra (Sergi Sánchez, La Razón)

Empapada del estado de ánimo de su título, la gran enseñanza de «Melancolía» es que los que no tienen nada que perder aceptan la llegada de la muerte. El problema es que el director no mueve ni un dedo para hacernos entender que ésa es la opción más lúcida ante el fin de las cosas

. El fin de todo (La Butaca, José Arce)

El realizador opta nuevamente por la brusquedad casi intimidatoria de la cámara en mano durante buena parte del metraje, salpicada de composiciones ralentizadas de gran naturalidad y belleza en un conjunto potenciado por un estupendo trabajo de fotografía de Manuel Alberto Claro, que ayuda a aguantar el tono durante una narración en absoluto pesarosa ─todo lo contrario, resulta peligrosamente atrapante─ pese a superar las dos horas de duración

. La vida en la tierra es perversa (José Barriga, Un blog de José Barriga)

Me gusta enormemente esta película de Von Trier, incluso me gusta más que su Anticristo, ya que parece ser una película más interesante y para mi, más lúcida. Los climas y el tratamiento en ambos capítulos me conmueven y me resultan acordes con lo que quiere obtener el realizador