30 septiembre 2011

En algún lugar de la fama


Somewhere 
(Sofia Coppola 2010)

En Somewhere no se ve el rodaje de una película ni aparecen los típicos tópicos de los films centrados en el mundo del cine y en Hollywood para ser más concreto. Pero no importa. Sofia Coppola no necesita ninguno de esos elementos para ofrecer un rotundo y certero análisis no tanto sobre el mundo del cine sino sobre las estrellas y los monstruos que crea. Con su estilo minimalista y comtemplativo Coppola habla sobre temas recurrentes suyos como la soledad, el vacio y la incomunicación producida por un mundo artificial curiosamente creador por personas.

Coppola ya alejada del mundo del star system al que erroneamente muchos quisieron meterla tras el exito de Lost in translation se siente completamente libre para realizar quizá su película más compleja. A traves de cuadros y momentos magistrales y hermosamente realizados comprobamos el vacio vital de una estrella del cine (magnífico Stephen Dorff) que vive sin hogar de hotel en hotel y siendo un títere (patéticas las escenas de la rueda de prensa y la gala de premios italiana) de la industria (Hollywood) por la cual tantos supuestos privilegios tiene. Siendo más un tio que un padre para su hija y cuyas relaciones sexuales son realizadas más por inercia que por deseo el personaje de Johnny Marco se convierte en un zombie cuya vida (real) ha dejado de existir hace tiempo. Todo eso narrado con el tempo, la paciencia y la belleza que Sofia Coppola pone a todos sus trabajos donde el espectador es parte activa y debe recomponer las piezas que en este caso el personaje de Marco va dejando. Con Somewhere uno entiende que para ahondar en el alma de una película (y de un personaje) no hace muchos dialogos y explicaciones. Simplemente tener los ojos abiertos.

. Todo eso se parece a la sonrisa de papá (Pablo O. Scholz, Clarín)

Somewhere habla del vacío de la fama y de las relaciones humanas. De las negligencias y las frases nunca dichas a tiempo. Coppola tiene un timing propio, que para algunos será cansino. Cuestiona y se burla de la prensa del espectáculo internacional, del showbusiness, pero su ojo apunta hacia algo mucho más íntimo. Aunque tarde en hacerle verbalizar a Johnny lo que le pasa en su interior, cuando la verdad estalle, nada podrá recomponerse como era antes

. La sofisticación del imbécil (Javier Ocaña, El País)

Somewhere viene a ser así el reverso cruel y churretoso de aquella apoteosis de la pijería titulada María Antonieta

.  La màscara verdadera de l'actor (Quim Casas, El Periódico)

Somewhere és una pel·lícula més aspra que Lost in translation, té menys coartades «modernes» més enllà de la banda sonora (Phoenix principalment) i alguns tocs cool indissociables del cinema de la realitzadora

28 septiembre 2011

Relato criminal y social

No habrá paz para los malvados 
(Enrique Urbizu 2011)

El cine negro (o policíaco) nunca ha dejado de ser otra cosa que una llamada a la voz de la conciencia de la ciudadanía. Porque este tipo de cine es más social que el llamado cine social. Tras un soberbio inicio No habrá paz para los malvados se inmiscuye en la vagancia, la confusión y la inutilidad de las altas esferas que ayudan (involuntariamente) a que se cometan actos atroces. 11-M, 11-S...las lista es eterna. Urbizu muestra su capacidad para narrar con sequedad toda una parte central (lo que es la trama) sobria y bien explicada pero a la que desgraciadamente le falta algo de pasión y hondura. Enrique Urbizu es tan bueno que hace que no perdamos atención de la caza humana que lleva acabo el personaje de José Coronado y además de indignarnos y sobrecogernos con lo que se ve en pantalla. Otra cosa es la sensación de que algunos personajes muy interesantes como los de Helena Miquel, Younes Bachir   o Rodolfo Sancho acaban siendo meros títeres quizá comidos por la magnética presencia del Santos Trinidad de Coronado.

No habrá paz para los malvados es toda para Coronado. Aunque su personaje no habla mucho y permanece imperturbable durante toda la película gobierna la historia con mano de hierro incluso cuando no aparece en escena. Eso es lo que tienen actores que ya son clásicos como José Coronado que saben hipnotizarte y desear que vuelvan a aparecer enseguida en la película. Su Santos Trinidad inunda tanto el film que el cierto esquematismo que tiene No habrá paz para los malvados aunque no molesta se hace algo patente. Aun así Urbizu vuelve a demostrar su solidez y saber estar y hace que siga dando pasos para convertirse en un clásico de nuestro cine.

. Un maldito milagro (Adrián Massanet, Blog de cine)

Con Santos empezamos, y con él terminamos la película. Una narración compulsiva que se podría describir, a grandes rasgos, como quince minutos iniciales de una sordidez salvaje, una zona media en la que se van superponiendo los puntos de vista de manera ejemplar, y que se dirigen, frenéticos, a los quince minutos finales, en los que no oímos ni un solo diálogo, y que son la explosión de todos los elementos, el clímax perfecto de una ficción que no deja tregua al espectador

. Historia de un policia (Óscar Brox, Miradas de cine)

En No habrá paz para los malvados, esa realidad no rehuye mostrar los signos de nuestra tragedia más reciente, esto es, los atentados del 11 de marzo cuya sombra planea alrededor de su trama. Pero hay un matiz que diferencia su tratamiento de otros enfoques llevados a cabo dentro del cine de consumo. Donde la mayoría de filmes se enfrentan frontalmente con el terror, ensayando estrategias narrativas que lo pongan eficazmente en escena


El preciso empleo del formato panorámico; el detallismo escenográfico; la verosimilitud con que se plasma el entorno policial; y la interpretación de José Coronado, a quien Urbizu conoce como nadie y exprime del modo más fructífero para ambos, evidencian el mimo con que ha sido forjada “No habrá paz para los malvados”. Pero todo es cuestión de expectativas. Esperábamos una cinta del mejor William Friedkin. Y nos hemos topado con una de aquellas correctas “películas de crímenes” dirigidas hace sesenta años por Antonio Isasi o Julio Coll para la factoría Iquino

23 septiembre 2011

Química sin compromiso


Con derecho a roce 
(Will Gluck 2011)

Tras el estupendo trabajo que Will Gluck realizó en Rumores y mentiras se esperaba con interés esta segunda aventura llamada Con derecho a roce. Y la valoración, a grandes rasgos, es positiva. Al igual que su primera película Con derecho a roce es un trabajo con ritmo, colorista, irónicos y cuidados diálogos y un tratamiento más adulto que el resto de comedias norteamericanas al uso. En este trabajo tan neoyorquino hay mucho de esa comedia urbana y emocional que se realizan en La Gran Manzana y del que Gluck saca su parte más florida y, porqué no decirlo, pija pero no por ello menos interesante. Sin ser exagerado no hay tanta distancia en esta Con derecho a roce de algunas de las películas urbanas de Woody Allen donde se hablaba de las relaciones de pareja.

Si Rumores y mentiras funcionaba en parte gracias a el torrente interpretativo de la interpretación de Emma Stone aquí Con derecho a roce juega gran parte de su baza en la química de Justin Timberlake y Mila Kunis. Y la cosa funciona. Tanto en las escenas de cama (geniales los primeros encuentros en Timberlake y Kunis) como en sus parloteos los dos son creíbles en sus papeles de pijos, guapos, triunfadores pero con heridas que evitan que sus personajes caigan en el estereotipo. Con derecho a roce pasa de puntillas por temas tan interesantes como la falta de valores, el miedo a quemar etapas en vida o la pérdida del ser querido sin ahondar mucho en ello quizá porque a Gluck le faltan galones para ir más allá. También es una pena que el director no sepa rematar del todo su película en un final acelerado y sin la pizca de picardía que tiene el resto de la película. Aun asi Gluck sale endemne del reto de su tercera película y dejando el follamiguismo como ese gran mito desconocido.

. Clooney como modelo (Javier Ocaña, El País)

Aunque un tanto histérica (las cancioncillas de fondo no paran), la película se ve con cierto regocijo mientras mantiene su juguetona efervescencia, pero en cuanto surge el amor todo se hace más convencional y rutinario

. La busqueda de la satisfacción (José Arce, La Butaca)

Más dulce que ácida, más angelical que humana ─incluso las escenas sexuales pecan de un excesivo remilgo carnal que choca frontalmente con los frescos enfrentamientos dialécticos de los amantes─, una propuesta que encuentra estimables aportes aislados, sí, pero que se diluyen en un global desilusionante

. Guerra de sexos (Sergi Sánchez, La Razón)

La película, que debería titularse «¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?», propone el mismo esquema que los clásicos que pretende deconstruir. Que a estas alturas se nos insista en que un hombre y una mujer que quieran ser amigos siempre acabarán en la cama resulta un poco irritante

18 septiembre 2011

Cruda realidad paralela


Los amos de Brooklyn 
(Antoine Fuqua 2009)

No es la primera vez que el cine nos enseña las entretelas más oscuras de la policia. Desgraciadamente muchas veces se deja llevar por el lado hollywoodiense y hace oidos sordos a la realidad. En muchos films los policias no dejan ser titeres buenos o malos en vez de personas con dudas e impulsos. Por eso es tan gratificante la aparición de una película como Los amos de Brooklyn donde los arquetipos y los tópicos brillan por ausencia. En vez de hacer un retrato general (y seguramente insuficiente) Antoine Fuqua se centra en las personalidades y vidas de tres policias al límite (estupendos Richard Gere, Don Cheadle y Ethan Hawke) para mostrar el estado de las cosas. En Los amos de Brooklyn no hay parloteo innecesario ni moralismo de salón sino simpleme y llanamente vida real.

Fuqua ni glorifica ni justifica a sus tres protagonistas sino que nos enseña como sus circunstancias personales les hace actuar de distinto modo. En ese momento el relato de Fuqua es demoledor porque habla de la responsabilidad de una sociedad enferma que no se quiere curar del estado del trio protagonista que ya no representan a la policia sino al ciudadano de a pie. Y con ese retrato de individuales Fuqua consigue un fresco perfecto y demoledor de la vida no sólo en Brooklyn sino en cualquier rincón del mundo. Todo ello en una película perfectamente narrada en paralelo y que obvia excesos y fuegos articiales innecesarios. Porque todo asesinato y violencia que hay en Los amos de Brooklyn no es tan duro como cualquiera de los tortuosos momentos en soledad que tienen Gere, Cheadle y Hawke. Los amos de Broolyn es una bendición porque trata al espectador como adulto sin ahorrarle ni un gramo de la realidad que se vive en las calles. Quizá por eso ha tardado dos años en estrenarse ya que mostrar la realidad nunca ha dado beneficios.

. Lo mejor de cada casa (José Arce, La Butaca)

El espectro técnico es correcto ─quizá la fotografía de Patrick Murguia merezca una mención especial, así como una estimable banda sonora─, y Fuqua presenta una realización sobria, disponiendo con calma las piezas que han de confluir, como puede imaginar el espectador, en un epílogo tendente a la redención vía sufrimiento más o menos extremo de las partes implicadas

. Como "cowboys" suicidas (Sergi Sánchez, La Razón)

La mayor virtud de la película es su habilidad para recrear una atmósfera de desesperación, reivindicando la dimensión trágica de ese policía que ha perdido todo vínculo con los valores positivos de la institución que representa