Es casi imposible captar en una película todo lo que puede significar un sentimiento (desilusión, miedo, tristeza...). Olvidarse de las tramas propias de una película y centrarse en todo lo que puede conllevar. Pero Richard Linklater estuvo a punto de hacerlo en las sensacionales Antes del amanecer y Antes del atardecer .
En la primera película logro algo inaudito. Analizar como nace un sentimiento como el amor en una pareja de desconocidos. Sin sentimentalismos ni efectismos ni tonterías varias. De una manera sincera y transparente sólo con una pareja que puede disfrutar del amor con un tiempo límite.
Su prodigiosa continuación, Antes del atardecer, volvió a analizar el amor con una mezcla de espontaneidad y meticulosidad. Porque esta película tenía un trasfondo amargo (el fracaso del matrimonio, el paso del tiempo...) que le confería a la película un aroma especial. Para mí incluso está algo (no mucho) por encima de Antes del amanecer. Pero con el trabajo hecho, con un análisis casi perfecto sobre el amor y las relaciones Linklater se encontró con un problema. Cómo finalizar la relación entre los personajes de Julie Delpy y Ethan Hawke. Cómo acabar con unas películas que habían sido claves en la educación de una generación. Y en un minuto, Linklater logro uno de los puntos álgidos de su carrera. En dos películas donde el tiempo parecía un verdugo (en una es un tren que hay que coger, en otra un avión) Linklater decidió congelarlo. Él no podía tomar ninguna decisión sobre el futuro Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy). La pareja había tomado vida propia, por lo cual nadie se puede imaginar (o si) que pasa con ellos. Podemos imaginarlo pero no decirlo.
Pero lo más brillante es la forma. Una impresionante Julie Delpy (no nos engañemos, Delpy se come a Hawke en las dos películas) apoderándose del alma de Nina Simone y bailando como ella. Y con un diálogo para la historia:
Celine: - Nene, creo que vas a perder el avión
Jesse: - Lo sé
En la primera película logro algo inaudito. Analizar como nace un sentimiento como el amor en una pareja de desconocidos. Sin sentimentalismos ni efectismos ni tonterías varias. De una manera sincera y transparente sólo con una pareja que puede disfrutar del amor con un tiempo límite.
Su prodigiosa continuación, Antes del atardecer, volvió a analizar el amor con una mezcla de espontaneidad y meticulosidad. Porque esta película tenía un trasfondo amargo (el fracaso del matrimonio, el paso del tiempo...) que le confería a la película un aroma especial. Para mí incluso está algo (no mucho) por encima de Antes del amanecer. Pero con el trabajo hecho, con un análisis casi perfecto sobre el amor y las relaciones Linklater se encontró con un problema. Cómo finalizar la relación entre los personajes de Julie Delpy y Ethan Hawke. Cómo acabar con unas películas que habían sido claves en la educación de una generación. Y en un minuto, Linklater logro uno de los puntos álgidos de su carrera. En dos películas donde el tiempo parecía un verdugo (en una es un tren que hay que coger, en otra un avión) Linklater decidió congelarlo. Él no podía tomar ninguna decisión sobre el futuro Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy). La pareja había tomado vida propia, por lo cual nadie se puede imaginar (o si) que pasa con ellos. Podemos imaginarlo pero no decirlo.
Pero lo más brillante es la forma. Una impresionante Julie Delpy (no nos engañemos, Delpy se come a Hawke en las dos películas) apoderándose del alma de Nina Simone y bailando como ella. Y con un diálogo para la historia:
Celine: - Nene, creo que vas a perder el avión
Jesse: - Lo sé
Y fundido a negro mientras se ve la imagen de Delpy bailando. Sin lugar a dudas uno de los finales más ambiguos y redondos de este siglo XXI. Aunque si nosotros fueramos Hawke y viéramos a Julie Delpy bailando al son de la música de Simone, seguramente perderíamos el avión. Porque, ¿quién no se ha enamorado de Julie Delpy viendo Antes del amanecer / Antes del atardecer?
2 comentarios:
Uno de los mejores finales del cine contemporáneo, digno cierre a una de las mejores comedias románticas (se podría decir de ambas partes del díptico) de la época, y estoy por decir que de la historia. Sencillamente maravillosa la Delpy. Saludos.
Yo vi las dos peliculas seguidas, una detrás de la otra, la misma noche, sin casi moverme del sillón. Creo que es lo peor que pude hacer, porque me tiré dos semanas enteras deprimida y deseando coger un tren que me llevara a cualquier sitio.
Son dos películas preciosas, pero la segunda tiene un pequeño defecto: es demasiado corta.
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