11 abril 2010

Series de cine: El ala oeste de la Casa Blanca. La métrica del poder



Al revés que en el cine en la series el termino autor es poco utilizado. Aunque esa tendencia está cambiando, el menudo de la televisión siempre ha dado la imagen de ir pasos atrás que otros artes como el cine y la pintura. Y en realidad es algo bastante injusto porque, por poner un ejemplo, Valerio Lazarov podía ser considerado un autor independientemente que gustara más o menos lo que hacia. Pero si alguien puede ser considerado un verdadero autor dentro de la televisión es Aaron Sorkin. El guionista y dramaturgo creo y elaboro una de las obras cumbres de la historia de la televisión, El ala oeste de la Casablanca. Y el termino crear nunca tuvo tanto sentido ya que escribió desde la primera a la última letra de los guiones de la serie, controlando cada coma y el ritmo de cada frase. Lo hizo hasta que el estrés y las drogas tuvieron que dejar la serie en otras (y sabias manos) en sus últimas temporadas. Y la verdad es que aunque ese control no iría bien para su salud sí lo hizo para El ala oeste de la Casablanca ya que estamos antes una de las ficciones más apasionantes y mejor escritas jamás vistas en televisión o en cine

Porque El ala oeste de la Casablanca es lo que indica el título ni más ni menos. La vida diaria en el lugar de trabajo del hombre más poderoso del mundo. Pero la gracia de todo esto es que no se centraba en la vida y milagros del presidente de Estados Unidos. Es más, aquí este personaje (interpretado por Martin Sheen) es un secundario de lujo. Sorkin se centra en los personas que realmente dominan el mundo (aparte de los grandes empresarios), los que rodean al presidente, sus consejeros, los trabajadores de este ala oeste. Y la serie no pretende ni magnificar ni empequeñecer la historia, aquí lo que importa es el día a día de estos trabajadores, y si la trama es la aprobación de una ley sobre impuestos en el Congreso, ese es el argumento. Pero la clave está en cómo contar las cosas y en eso Sorkin es un maestro. Unos diálogos largos y de ritmo infernal (esos duelos Janel Moloney contra Bradley Whitford de las primeras temporadas) hacían que hasta el más mínimo detalle de la serie resultara apasionante. Es más, el peligro de sentirte acomplejado ante tal nivel de inteligencia que ves en pantalla es alto.



Los diálogos de Shakespeare necesitaban grandes actores para recitarlos. Lo mismo sucede en El ala oeste de la Casablanca. El gran nivel dialéctico sólo podía contar con un reparto de altura. Y estamos ante una de las mayores exhibiciones actorales que se hayan podido ver. De la serie, que no tenia un protagonista claro, destacaba ese quinteto de la muerte formado por Allison Janney (¿alguien me va a vender que Meryl Streep es mejor actriz que ella? Entonces, ¿por qué no es una superestrella con veinte nominaciones al Oscar?), Richard Schiff (cuantas cosas podía decir con apenas un par de gestos), John Spencer (descanse en paz, maestro), Bradley Whitford y Rob Lowe. Aunque la serie contó con grandísimos actores ese quinteto estableció una química que sintieras cercanos a esos hombres tan poderosos.

Con la baja de Sorkin siempre se ha dicho que la serie bajo de calidad cuando quedo en manos de John Wells. Lo siento pero no es mi opinión. Las cinco temporadas de la serie son de matricula de honor dejando un cum laude para la séptima. Va de un joven congresista hispano (Jimmy Smits, soberbio) que intenta convertirse en presidente de los Estados Unidos venciendo a un veterano republicano (Alan Alda, más soberbio todavía) y con un programa electoral arriesgado con un plan de educación revolucionario. ¿Suena de algo? A lo mejor si cambiamos las palabras negro por hispano, al veterano republicano le ponemos el rostro de John McCain y en vez de plan de educación sea de sanidad obtengamos algo que nos resulte familiar. Otro de los motivos de la grandeza de El ala oeste de la Casablanca. No sólo hacer de la realidad algo apasionante sino ejercer de pitoniso del futuro. Otro motivo más aunque sí hubiera que escribirlos todos acabaría siendo un documento tan largo como la constitución estadounidense. Sólo hay que decir, gracias señor Sorkin. Autor Sorkin, mejor dicho.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

ue aunque derivado de tu personalidad moderada. Yo soy más exagerado. Coincido especialmente en lo de la calidad de la serie cuando se va Sorkin: incluso mejora, pues si bien no siempre llega al nivel de la primera o segunda, lo cierto es que en la tercera y la cuarta se había estancado un poco. En este sentido la quinta es una genialidad (en ella sorkin ya no interviene), quizás la mejor, con toda la explicación de la lucha de poderes que es la constatación (siempre utópica) de lo que es una democracia y lo que no (el sistema parlamentario español, por ejemplo); la sexta empieza floja pero coge ritmo y llega a ser genial; y la séptima no sólo es premonitoria, sino que es el subidón que los fans le pedíamos, un nuevo Barlett que llevar a la casa blanca. Apoteosis televisiva, lo siento por Toni, pero su barriga, su mezquindad y su normalidad psicopática nunca alcanzarán la belleza de El Ala.
Fernando QPH?

Anónimo dijo...

Empezaba diciendo que el post es perfecto y sólo algo moderado para lo que yo siento por el ala. Sorry. Fernando.

Anónimo dijo...

Por cierto, y en cuanto a lo de premonitorio: qué te parece lo del nombramiento de secretario de estado (lo que viene a ser exteriores). Como en El Ala, el secretario de estado del presidente fue su gran rival, pues no olvidemos que el gran rival de Obama no fue McCain, sino la maravillosa (que yo hubiera querido ver en la cúspide) Hillary Clinton.
Fernando

Anónimo dijo...

Siento intervenir tanto, pero me has tocado la fibra. Me se diálogos de esa serie como si los hubiera hecho yo. Es mi Qué Puedo Hacer televisiva.

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo. Por fin alguien que no menosprecia el trabajo de Wells. Aunque algo que no le perdonaré nunca es lo de Toby en la séptima temporada, eso sí que creo que nunca lo hubiese hecho Sorkin. Incluso el actor se sintió tremendamente ofendido. Por lo demás, y salvo ese desliz, obra maestra.

Raúl Cornejo (Vivir Rodando) dijo...

Yo debo reconocer que para mí el Toby de la séptima temporada es un heroe. Y creo que su actuación es más entendida por los europeos.

Anónimo dijo...

Interesante tu punto, Vivir rodando. Si quieres explayarte un poco más te leo encantado - sobre todo para quitarme el mal sabor de boca en ese sentido ;)

Raúl Cornejo (Vivir Rodando) dijo...

Antes que nada avisar

SPOILER

Creo que Toby es un heroe porque como dice su ex mujer en el penúltimo capítulo de la serie lo único que pretende es salvar la vida a los astronautas, aunque para ello tenga que "traicionar" al presidente. Creo que en Estados Unidos se entiende menos esto, ya que para ellos valores como el honor, la traición o la fidelidad a una bandera son muy importantes mientras que aqui entenderiamos lo que hace Toby. En resumen yo creo que Toby sólo pretende salvar vidas con su actuación.Espero tu respuesta...

Anónimo dijo...

*SPOILER*

Ciertamente esa idea es a la que he intentado aferrarme con el personaje de Toby. La cuestión es que me sentí más ofendido, y quizás me lo tomé de una forma ligeramente más personal, con la actitud de Bartlet para con Toby y la forma que tuvo de despedirle rechanzando su carta de denuncia, con todo ese resentimiento y afirmación de que siempre lo creyo una persona superior a todos. Algo demasiado agridulce y hasta innecesario para un personaje con una entrega y profundidad moral aplastante.

Raúl Cornejo (Vivir Rodando) dijo...

Estamos de acuerdo en ese sentido. Creo que se demuestra que el poder hace cambiar a las personas y Bartlet se cree superior a todo el mundo y no debe ser traicionado, pase lo que pase. Pero Toby sale reforzado y recuerda lo que le dice Bartlet "habrá gente fuera que pienses que eres un heroe". Toby gana la batalla de la opinión pública