No todos los mitos han muerto tras el fallecimiento de Elizabeth Taylor. Por ahí sigue trabajando esa mujer tan altiva y francesa llamada Catherine Deneuve . Porque eso tienen los franceses que no sólo no entierran a sus mitos sino que logran que muchos de ellos se reinventen con la edad y ofrezcan algunos de sus mejores trabajos. Una Deneuve de apariencia sobria pero con un fondo divertido e incluso maquiavélico compone un extraordinario papel sobre una mujer que logra imponerse a las convenciones de una arcaica sociedad. Bajo la apariencia de una sencilla comedia (que no dejar de serlo nunca ni sencilla ni divertida) Potiche, mujeres al poder habla de ese asunto que siempre ha interesado a nuestros vecinos, la sociedad burguesa. Sin levantar en apariencia la voz François Ozon ofrece una mirada muy acertada sobre esa sociedad y el papel que tiene la mujer en ella. Esa prisma se ve perfectamente en los personajes de la madre, Caherine Denueve un florero que sin levantar la voz logra imponerse a los demás e hija, Judith Godrèche en apariencia inteligente pero que no aspira más que a ser una sumisa de su padre y su marido.
Y luego está Suzanne Pujol. Catherine Deneuve crea un personaje de múltiples capas. De la mujer silenciosa y florero a la política ambiciosa pasando por esa “ninfómana burguesa” como dice Gérard Depardieu. Logra ser sencilla, ambiciosa, sexy... sin gesticular y sólo utilizando la mirada y la ironía. Porque parece claro que Suzanne es un personaje que nos ha engañado y conquistado a todos. Y aunque puede parecer que François Ozon está más domesticado en realidad es más inteligente que nunca. Con un gran ritmo cómico y un estilo visual colorista crea una película accesible para todo el mundo a pesar de hablar de un tema tan difícil como es lo difícil que es derribar la hipocresía humana.
. El loco, loco fin del patriarcado (Jordi Costa, El País)
La potiche del título es lo que llamaríamos una mujer florero: alguien a quien, tradicionalmente, no se le han concedido otras vías de escape que la ficción romántica, género que alcanzó cumbres de estridencia estética en esas fotonovelas que inspiran el diseño visual de la película de François Ozon, un divertimento irresistible que parece hermanar los influjos sucesivos de Mitchell Leisen, John Waters y Pedro Almodóvar con autoconscientes ecos de Demy
. Miserias burguesas (Fernando Gil-Delgado, Fila Siete)
Sin pretensiones, con mucho diálogo, muy francesa, exagerada, pero divertida y amenizada por la elegante y grata presencia de la actriz principal, a quien empiezan a pesar los años, y del siempre inefable Gerard Depardieu
. En femenino y en chándal (Jordi Revert, La Butaca)
Que el contexto sea los 70 acaba importando menos cuando, en la conclusión, la cinta demuestra su plena vigencia y convierte a su heroína en el vivo reflejo de Ségolène Royal
1 comentario:
Este fin de semana la veo, seguro, y la comentamos...
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