15 enero 2012

En el frío terreno del best seller

Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres 
(David Fincher 2011)

El material que tenía David Fincher en sus tres últimas y prestigiosas películas era excelente. En Zodiac contó con un minucioso guión de James Vanderbilt, El curioso caso de Benjamin Button con F. Scott Fitzgerald y en La red social con Aaron Sorkin. Gracias a ellas Fincher se había ganado una etiqueta de “director de calidad” que le había llevado al olimpo de los grandes. Y, de repente, en una jugada inesperada el director “de prestigio” asume la labor de llevar a la gran pantalla el best seller por excelencia sabiendo que en esta ocasión el material con el que juega es inflamable. Quizá eso no deba extrañar del todo ya que David Fincher vuelve al territorio de la oscuridad sin paliativos, al thriller postmoderno que llevo a que todo el mundo conociera su nombre. Y Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres demuestra que en ese terreno se mueve como pez en el agua.

Independientemente de su origen David Fincher ha querido tratar Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres como un trabajo igual de importante que Zodiac o La red social. La película es minuciosa y detallista hasta lo obsesivo haciendo creer al espectador que está viendo algo importante. Aunque de forma externa la película parece que se toma su tiempo su ritmo interno es imparable haciendo que entres y que te creas la historia. Por eso la forma de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres se convierte en su principal aliado para que un proyecto que tiene más de una pata coja. La asfixiante y apropiada música de Trent Reznor y Atticus Ross, la fotografía de Jeff Cronenweth, estar rodada en Suecia...al igual que en La red social el compenetrado trabajo de varios personas logran que el conjunto final sea compacto e incluso coherente en una historia que, a veces, se antoja gratuita. Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres tiene apuntes interesantes como conocer los entresijos oscuros de esa Suecia idealizada por todos (como cuando un antiguo nazi le reconoce que es el más honesto de los suecos por no ocultar su pasado) o conoces los entresijos menos glamourosos de la profesión periodística. El problema es que esto no son más que borrones en una historia que cae enseguida en lo fácil yéndose a asesinos en serie a la que se suman citas bíblicas que hacen perder el interés por el argumento (que no por la película). Y luego está Lisbeth Salander.

David Fincher se mueve como pez en el agua en un thriller tan depresivo como deslumbrante a pesar de su argumento imposibe y trillado de la que destaca la poderosa presencia de Rooner Mara como Lisbeth Salander

Lo que no se le puede reprochar a Stieg Larsson es haber creado uno de los grandes personajes de la cultura popular de los últimos años. Aquí Rooney Mara (bendito casting) le da voz, alma y especialmente forma de una manera ejemplar. Torturada y oscura pero a la vez con una gran (y medida) carga sexual Mara hace suya la película haciendo que su compañero Daniel Craig / Mikel Blomkvist sea un muñeco soso que sólo sirve de acompañamiento a la verdadera estrella que es Rooney Mara / Lisbeth Salander. Con ella todas los elementos prescindibles y gratuitos de la película se olvidan. Obviando un final algo estirado Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres es una película ejemplar y el gran ejemplo de un trabajo (en equipo) bien hecho. Muchas grandes películas (y obras maestras) se han hecho con argumentos imposibles y se han disfrutado igual. Por suerte el cine tiene multiples caminos para que el espectador pueda disfrutar.

   OPINIÓN

. Flor del Mal (Diego Salgado, Miradas de cine)

A cargo de David Fincher, las investigaciones de Lisbeth y el periodista Mikael Blomkvist tienen un calado mayor en todos los aspectos al que manifestaron en las novelas de Larsson y la adaptación de Los hombres que no amaban a las mujeres realizada hace dos años por Niels Arden Oplev. La superioridad simplemente gramatical es abrumadora

. Notable obsesión (Sergi Sánchez, La Razón)

Daniel Craig mejora sensiblemente la rutinaria interpretación de Michael Nyqvist; la elegancia de la puesta en escena –y, en especial, del expresivo diseño de sonido, fantástico en el clímax– está varios puntos por encima de la atonía formal de los «thrillers» de multisalas, y Rooney Mara está a la altura del excelente trabajo de Naomi Rapace en la primera versión

. La mujer que pedía permiso (Salvador Llompart, La Vanguardia)

Fincher, el director de la nueva versión cinematográfica de la obra de Stieg Larsson, afronta su trabajo como afrontó Zodiac o La red social;con fría eficacia. Interesado en lo que hacen los personajes, en el procedimiento, más que en sus sentimientos. Su maestría de director es meditada, cerebral, trabajada. No deja nada al azar. Cualquier pequeño movimiento de cámara, cualquier toma, tiene su significado. Porque en Fincher todo es necesario. Y así consigue otra vez un relato sin grasa, nervudo, musculoso, que vemos como si fuera la primera vez aunque nos sepamos la historia de memoria


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