15 octubre 2012

Apocalipsis hablado


Cosmopolis
(David Cronenberg 2012)

Tras Un método peligroso el director candiense David Cronenberg vuelve al territorio de la palabra adaptando Cosmopolis de Don DeLillo una de las novelas más importantes de la pasada década. Y lo hace en un momento clave cuando estamos inmersos en una especie “del fin del mundo” donde parece ser que la gente ha despertado y ha visto el terror (económico y político) que nos invadía. Cosmopolis sitúa gran parte de su acción en la limusina de un joven y feroz millonario (excelente Robert Pattinson) que viaja por una ciudad caótica a cortarse el pelo. La película se basa en los encuentros de Eric Parker con diversas personas (empleados, su esposa, sus guardaespaldas...) con los que teorizara sobre el dinero, el poder y la vida en general. Cronenberg decide no dar tregua al espectador construyendo una película seca y aspera para el que ve la película puede introducirse en la densidad de la película. El mismo Cronenberg reconoce que puede ser que el espectador no comprenda todo lo que se dice en Cosmopolis pero lo que logra el director es una conexión con él aunque sea desde factores como el desconcierto o, incluso, la fascinación.

En una película que podríamos llamar “de capítulos” no todo es igual de intenso e incluso brillante. En ella destacan, entre otros, los momentos de Samantha Morton, Mathieu Amalric, George Touliatos, Abdul Ayoola  y, en especial, una larga coda final con un tête à tête  de Paul Giamatti y Robert Pattinson. Pero el triunfo de Cosmopolis va más allá de sus imágenes o palabras. En su conjunto David Cronenberg ha hecho una radiografía tan sucia (en su interior) como elegante (en su exterior) sobre el estado de un mundo enfadado consigo mismo. Una obra críptica y, a veces, indescifrable (como lo es el dinero) sobre como la autodestrucción de una sociedad generalmente empieza por la autodestrucción de uno mismo (el personaje de Pattinson). Cosmopolis es una película enfadada pero a la que no la hace falta gritar y que progresivamente va haciéndose más irreal y perturbadora hasta acabar en un último tercio (peluquería y encuentro con Giamatti) donde no hay vuelta atrás. O están a favor o en contra de ella. Cosmopolis se presentó en el  festival de Sitges que finalizó ayer con opiniones de tipo (aunque fue mejor tratada que en Cannes). Eso puede ser sorprendente puesto que Cosmopolis quizá fue la película más terrorífica que se proyectó en Sitges. 

OPINIONES

> Capitalismo sin amor (Jordi Costa, El País)

Sátira helada que parece hablar en clave de encriptación arrogante, Cosmópolis contiene la secuencia erótica más excéntrica de todos los tiempos —la del proctólogo, el chándal y la botella de agua mineral: sofisticación del sexo desestructurado en la secuencia del túnel de lavado de Crash (1996)—

 > Cronenberg fabula sobre la crisis del capitalismo (Nando Salvá, El Periódico)

En Cosmópolis no hay rastro de la intrepidez visual y la compleja puesta en escena que convirtieron Crash, también una historia sobre coches y el apocalipsis, en un prodigio de creación de atmósferas, y por tanto resulta no solo no suficientemente amenazante, sino por momentos hasta rutinaria que, en cualquier caso, nos convence de que, puesto en las manos adecuadas, Robert Pattinson puede ser un actor magnífico

> Vampiro, pero menos (Luis Martínez, El Mundo)

 La película se mantiene en equilibrio inestable siempre empeñada en mantener una prudente distancia tanto de la pesadilla turbia sin otro referente que el sudor, como de la metáfora evidente

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