20 septiembre 2014

(Sobre)Vivir en el Festival de Sitges
Artículo publicado en la Revista Fuera de Series (Número 5)



A falta de dos semanas para que el Festival de Sitges inicie su edición número 47 recupero este artículo publicado en el número 5 de la Revista Fuera de Series. A modo de diario hago un resumen sobre mi experiencia en el pasado Festival de Sitges.

En una escena de la película Summertime (2012, Norberto Ramos del Val) Alba Messa y Ana Rujas discuten sobre en qué festivales se verá la película que están rodando. Una de ellas cree que la película estará en los festivales más importantes del mundo mientras que la otra le espeta: “como mucho estaremos en el Festival de Sitges”. Uno podría creer que ese comentario es una burla hacia el mítico certamen fantástico cuando es todo lo contrario. El Festival de Sitges se ha ido convirtiendo en una especie de contenedor de lujo donde casi todo cabe. Aunque algunos piensan que esto ha sido contraproducente para el evento otros creemos que el festival ha ganado en cuanto a la posibilidad de poder descubrir autores que generalmente son invisibles. El hecho es que en el Festival de Sitges se proyecta una ingente cantidad de películas en diez días. Son casi veinticuatro horas ininterrumpidas de proyecciones, carreras y caos que hace que factores como la resistencia física y mental sean vitales para salir ‘con vida’. Por cuarto año consecutivo viajé al Festival de Sitges para poder cubrirlo y pude volver sano y salvo para contarlo.

• Domingo 13 de Octubre: Bienvenidos a Sitges 

Mi llegada a Sitges se produce cuando la edición de 2013 tiene ya dos días de vida. Los ecos de esas jornadas todavía resuenan. El buen sabor de boca dejado por la película inaugural Grand Piano del alicantino Eugenio Mira o cómo ha descolocado al personal Upstream color, la segunda película de Shane Carruth. También siguen resonando los vampiros de Neil Jordan (Byzantium), la interpretación de Juno Temple en Magic, Magic, la visita de Terry Gilliam con su The Zero Theorem, la nostalgia setentera de Eli Roth en The green inferno o la personal visión de Disneyworld de Randy Moore en Escape from tomorrow. Eso sin olvidar al maestro Sion Sono y su cinéfila Why don’t you play in hell. Todo eso (y bastante más) habiendo pasado sólo dos días. Mucha información para procesar teniendo que dejar hueco en la cabeza para la que viene. Además de todo eso a la misma hora que pongo un pie en Sitges se inicia la primera proyección de La tumba de Bruce Lee del grupo Canódromo Abandonado. Una auténtica señal ya que es una película que me acompañará durante todo el certamen y será mi película ‘protegida’. El centro neurálgico del Festival de Sitges se sitúa en el Hotel Meliá. Zona de prensa, sitio para comprar entradas, la Sala Tramuntana para eventos y, principalmente, el Auditori donde se puede disfrutar de las películas ‘a lo grande’. Como buen hotel que es sirve de hospedaje para invitados, periodistas y gente de la organización. Un gran hotel. Un caro hotel. Por ello un ‘periodista de guerrilla’ como el que escribe debe buscar otras soluciones ya que en estos ocho días de cine cada euro que salga de mi cartera cuenta. La solución al hospedaje llegó el primer año al encontrar un hotel de precio razonable y trato exquisito al cual he acudido fielmente cada año y se ha convertido en una segunda casa. Además de ser un lugar con gran posición estratégica ya que se encuentra a escasos metros de los otros dos cines donde se proyectan películas en Sitges (Retiro y Prado). Estrategia es una palabra clave. Porque el Festival de Sitges tiene mucho de batalla donde se pone a prueba tu resistencia física y mental. Por eso cada metro que ganes será un metro que tus piernas sientan menos. Después de llegar al hotel y establecerse es hora de ir al Hotel Meliá a recoger la acreditación. Desde el centro de Sitges donde se encuentra mi hotel hasta el Meliá hay más de un kilómetro de distancia que te lleva a recorrer casi todo el pueblo. Si a eso le sumamos que es casi todo en cuesta no podemos hablar precisamente de un paseo. Bueno pues esa distancia tiene que ser recorrida varias veces en un mismo día muchas veces sin comer o habiendo dormido pocas horas. Y generalmente en una carrera loca para poder llegar a tiempo a la proyección siguiente que te toca. Pero estamos a domingo y en el horizonte sólo una película. Eso sí qué película. Nada menos y nada más que The World’s End de Edgar Wright con la que el director británico cierra la brillante y divertida Trilogía del Cornetto tras Shaun of the dead y Hot Stuff. Una vez recogida la acreditación y habiendo disfrutado del reencuentro con la playa de San Sebastián uno ya podía disponerse a vivir una nueva edición del Festival de Sitges. El primer día iba a saltarme una regla (bastante laxa) que tengo como es no ver películas en la última franja de la noche. Las razones son muchas pero la principal es que ya que renuncias a comer con cierta normalidad durante una semana no parece muy conveniente hacerlo también con la cena. Además es preferible pegarse un maratón de películas cuando hay sol que cuando se pone la noche. Pero esta regla algo arbitraria se puede saltar cuando lo que te espera es pasar un rato con alguien que nunca te falla como Edgar Wright. La noche puede merecer la pena si a eso le sumamos como aperitivo un documental sobre Jesús Franco que se pone horas antes en la Sala Tramuntana. La última película de Jesús Franco de Pedro Temboury es un sencillo pero efectivo documental donde diversos colaboradores y amigos del director le recuerdan. Sin duda los inteligentes apuntes que hace Carlos Aguilar es lo que queda en el recuerdo. Si mi Festival de Sitges se había inaugurado con una sencilla película lo que venía después era la bomba. De hecho era unas de las bombas del festival. Eso sí Sitges puso a prueba la paciencia que hay que tener en este tipo de eventos a la primera de cambio. La agenda marca que The World’s End empieza a las 22:45 en el Auditori. El sentido común te dice que deberías empezar a hacer cola para entrar a las 22:15. El problema cuando lo segundo se cumple pero lo primero no. Quince minutos después de llegar a una cola larguísima una persona de la organización cuelga un cartel anunciado el retraso aproximado de la película de...¡unos cuarenta minutos! Un cúmulo de sensaciones pasan por tu cabeza y ninguna de ellas es positiva. Te esperan cuarenta minutos de estar de pie, con frío y sin ninguna radio o libro que te distraiga el pensamiento. Delante mía hay un grupo de jóvenes comentando (a gritos) lo mala que les parecieron todas las películas de madrugada del día anterior. Eso sí todos confiesan haberse divertido mucho viéndolas lo que no deja de ser un contrasentido. Detrás de mí varias parejas pasan la espera entre besos y arrumacos. Es obvio que ninguno de los dos grupos hará más amena mi espera. La rendición en forma de regreso al hotel pasa por mi mente pero un nombre frena esa tentación: Edgar Wright. Cerca de la medianoche ya me encuentro en mi asiento en un Auditori completamente abarrotado. Una vez que te encuentras sentado un año más en tu sitio de siempre todo cobra sentido. Y lo es más si tienes ante sí una película tan divertida e inteligente como The World’s End. Meses después de finalizar el Festival de Sitges la película de Edgar Wright será distribuida de manera vergonzante en España como suele ocurrir con todas las películas del director. No será el único caso. Eso sí el buen sabor de boca que deja la película hace que te olvides de que sales del cine a las tantas de la madrugada, que te queda un largo camino hacia el hotel y que mañana deberás estar despierto a las seis de la mañana. Y que será cuando de verdad empiece el Festival de Sitges para mí.

• Lunes 14 de Octubre: Una tumba hipnótica 

La tumba de Bruce Lee: Seattle en Sitges
No importa a qué hora uno se haya dormido el día anterior ya que Sitges te reclama bien pronto. Antes de las siete de la mañana hay que estar delante de la pantalla dispuesto a coger entradas disponibles para películas en las que no vale la acreditación de prensa. Y además de estar dispuesto hay que ser rápido ya que esas entradas vuelan en apenas segundos (literalmente). Descansar por la noche no es una opción viable en Sitges. A favor de este sistema, que es algo criticado hay que recordar que el método anterior era hacer interminables colas justo a la hora de comer. Como creo que hacer cola es uno de los grandes males de la sociedad me quedo con el sistema actual. Pues con entradas o sin ellas y con un madrugón que se repetirá prácticamente todos los días comienza el Festival de Sitges. El primer día en Sitges es tiempo para reencontrarse con sus calles, saber que los restaurantes habituales y fiables siguen en su sitio y volver a ver su playa a la que uno visitará cada vez que acuda al Auditori. Pero este lunes está marcada como un día tranquilo. Un pase relativamente temprano (diez de la mañana) de la nueva película de Robert Rodriguez Machete Killls resulta un inicio agradable. A pesar de una duración desmedida ver a Mel Gibson como villano demente hace que merezca la pena y tenga todo el sentido su presencia en el festival. Una de los atractivos más interesantes del Festival de Sitges son los documentales que generalmente huyen del canon habitual. Y habitual suele ser que dos películas interesantes coincidan en la misma franja horaria. Milius, sobre el gran director y guionista John Milius, y Persistence of vision, sobre un proyecto del animador Richard Williams, rivalizaban en interés y horario en Prado y Retiro. Otro lugar común en Sitges es la coincidencia horaria entre dos películas que además te suelen interesar por igual. Lo que a uno le lleva a estrujarse la cabeza haciendo listas con pros y contras sobre qué película ver. Al final pasará algo absurdo y es que uno se acaba arrepintiendo de la decisión tomada pensando que la película sacrificada sería la más importante de su vida. La personalidad arrolladora de John Milius venció la batalla y acudí sin apenas a comer a ver el correcto documental sobre su vida. Tocaba hacer el trayecto (siempre cuesta arriba) Prado – Auditori esta vez con tiempo de sobra. La próxima película a la que tenía que acudir me había llevado a sacrificar el pase de Il deserto dei tartari de Valerio Zurini en la estupenda sección que es Seven Chances. La película ni siquiera se iba a proyectar en la sala grande del Auditori sino en la pequeña sala Tramuntana dedicada a charlas o encuentros con la gente. Esta sesión de La tumba de Bruce Lee de Canódromo Abandonado en realidad era un pase extra para todos los que se perdieron su estreno en Sitges el día anterior. Allí estaba con unas diez o quince personas dispuestas a ver una película financiada por crowfunding por un grupo del que sólo conocía por algunos videos y por tener el mejor nombre artístico de la historia. Al final La tumba de Bruce Lee resultó un viaje hipnótico, fascinante y a su manera divertido en una Estados Unidos irreal. El festival de Sitges con mucha gente y muchas películas puede ser un sitio cruel y así trató a la película de Canódromo Abandonado. Quizá eso también influyo en que la película de Julián Génisson, Lorena Iglesias y Aaron Rux fuera la película que defendería a capa y espada.

Juan Cavestany presentó en el entorno de un festival de corte fantástico la película más certera sobre un país (España) hundido en la miseria

• Martes 15 de Octubre: Gente en Sitges 

Ya no hay medias tintas. Hoy toca un día completo con películas a todas horas y con la clásica carrera que te obliga a recorrer Sitges para llegar a tiempo a la siguiente película. Tener un día completo te lleva al madrugón habitual, un desayuno rápido y acudir al Auditori a la primera sesión de las ocho y media de la mañana (glups). Eso sí antes habiendo hecho la correspondiente cola que puede ir entre los quince y veinte minutos. Dado que era el primer contacto con la fatídica hora de las ocho de la mañana se agradeció reencontrarse con el agradable (y breve) absurdo de Quentin Dupieux con Wrong cops. Un aperitivo para el plato fuerte que era la película siguiente el Sólo dios perdona de Nicolas Winding Refn que había sido machacada en el Festival de Cannes meses atrás. Los que sospechábamos de esos ‘reproches franceses’ teníamos razón ya que la película de Winding Refn lucía en todo su esplendor en la pantalla grande del Auditori. Toda la majestuosa paleta de colores que tenía la película (que acabó ganando el premio a la mejor fotografía por el trabajo de Larry Smith) coordinaba perfectamente con la violencia y sequedad de su historia. Una maravilla que ejercía como siniestro complemento de Drive. Curiosamente la película de Winding Renf no se libró de los pitos tampoco en este festival. Sitges no perdona. Pero no tocaba pensar ahora en eso sino en salir corriendo para después de pasar por el cementerio y playa de Sant Sebastiá y recorrerse todo Sitges para ponerse en la cola del Prado. La cita es con otra de las películas más esperadas del certamen como es Gente en sitios de Juan Cavestany. En una sala a reventar (en realidad como todos los pases) como con la cinta de Winding Refn no hubo decepción posible. Cavestany había reflejado la España moderna mediante una serie de secuencias brevísimas que hablaban sobre la raíz del absurdo español. Y en Prado vi una de las ovaciones más sinceras que se dio en todo el festival. Con tres películas, un par de carreras y la hora de comer amenazando lo razonable sería alimentarse. Pero lo razonable y estar en el festival no son cosas que siempre vayan juntas. Comer en Sitges siempre es una cuestión de equilibrio entre la agenda que tengas y la economía que dispongas. Lo primero siempre muy lleno y lo segundo bastante vacío. Con el estomago rugiendo toca una nueva carrera hacia el Auditori para ver la nueva película de Ben Wheatley que tan buen sabor de boca había dejado en anteriores ocasiones. Esta vez ocurriría lo contrario con A field in England. A pesar de tener algún momento fascinante desde mi asiento habitual del Auditori puede más la pereza que da ese viaje en blanco y negro que nos ofrece Wheatley. Está claro que A field in England es una llamada a mi cabeza para comer y algo y descansar para el último envite del día que era la sesión en pase único de Enemy de Denis Villeneuve. Con el Auditori a reventar otra vez la película dejo un buen sabor de boca en especial por esa dupla de rubias maravillosas que forman Mélanie Laurent y Sarah Gadon. A pesar de su buen recibimiento la película no tendrá su estreno comercial en España hasta cinco meses después de su paso por Sitges. Un problema que se repite año tras año en este y otros festivales es que la mayoría de películas que se ven en el certamen jamás se estrenan en las salas españolas y los que lo consiguen lo hacen meses después. Con lo cual uno se encuentra con el panorama de hablar y recomendar sobre películas a gente que no tendrá oportunidad de verlas en un presente cercano. Una llamada de atención para que los caminos de la distribución cinematográfica cambien.

• Miércoles 16 de Octubre: Fans de Shakespeare en Prado

Mucho ruido y pocas nueces: Whedon loves Shakespeare
Cuarto día en Sitges y segundo madrugón consecutivo. Esta vez el camino hacia el Auditori con el desayuno todavía en el estómago no sienta mal ya que la película de las ocho de la mañana promete. The Congress la nueva película de Ari Folman que combina animación y acción real cumple las expectativas. La película que empieza como una reflexión sobre el mundo del cine acaba yendo más allá y siendo una sobre el ser humano en general. Una maravilla que ganará merecidamente el premio de la crítica y cuya visión sólo fue empañada por las dos veces que fue interrumpida la proyección por motivos técnicos. Un hecho que sucederá algunas veces en el certamen haciendo que los horarios se solapen y llegando a provocar la suspensión de alguna película. Y aquí llegamos a la gran polémica de todos los años. El Festival de Sitges programa muchas películas todos los años, por lo cual ha recibido algunas críticas ya que cualquier mínimo retraso hace que toda la agenda se trastoque. Sitges es un evento donde el cine prácticamente no muere ya que desde las ocho hasta las cinco de la mañana continuamente se están poniendo películas. ¿Demasiadas? ¿Imposible abarcarlas todas? Seguramente sí pero no es menos cierto que si el festival programará menos películas nos perderíamos algunas joyas escondidas que siempre parecen ‘películas de relleno’ y acaban siendo hallazgos. No sólo de proyectar películas vive Sitges. Charlas, encuentros, presentaciones de proyectos de todo tipo, ruedas de prensa... copan la agenda del festival. Hoy era imprescindible oír el encuentro de Juan Cavestany para que nos descifre la apasionante Gente en sitios. A pesar de la decepción de encontrarse con una sala Tramuntana casi vacía y de que la presencia de Carlos Areces en la charla apenas aporta nada (sólo trabajó un par de horas en la película) el encuentro sorprendentemente tiene un gran interés. La sorpresa es que a pesar de haber hecho una obra tan compleja e importante Cavestany sea un autor humilde que quiere quitarle trascendencia a su obra. Pero estamos en Sitges y hay que volver al cine. De nuevo toca comer con rapidez y sin pensar en ninguna digestión con un café de por medio. Comer en un sitio rápido y no excesivamente caro sin recurrir a la comida ‘basura’ que todos conocemos acaba siendo un reto. Una buena agenda con sitios de confianza hace que evites realizar el experimento de prueba-error. A las tres y media toca Computer Chess que a la chita y callando se había convertido en una de las películas más esperadas del certamen. No en vano había sido la portada ese día el periódico que saca el festival todos los días. Una vez cogido sitio en la primera fila por una cuestión meramente práctica (en el cine Prado es complicado leer los subtítulos en otro sitio) uno hace un esfuerzo para olvidarse del cansancio y meterse en la película. A pesar de sus buenas ideas la experiencia es complicada dado que el mundo onírico / nerd en blanco y negro de Andrew Bujalski cuesta bastante. Quizás sea la hora o el lugar pero los aciertos de Computer Chess no son suficientes para salir del sopor. Además el cansancio empieza a hacer mella. Muchas caminatas, colas y comidas / cenas a destiempo empiezan a hacerse notar poco a poco. Toca hacer (o concertar) alguna entrevista para el programa anual sobre Sitges que realizo junto mi compañera Ángeles Gómez de la web de divulgación científica Feedback Ciencia. Y sobre todo toca descansar para despedir el día con un nombre de los grandes: Joss Whedon. La última película del día que se proyectaba era Mucho ruido y pocas nueces, la adaptación en clave moderna de la obra de William Shakespeare con su troupe de actores habitual que Whedon había hecho aprovechando unas vacaciones. La película como casi todo lo de Joss Whedon es entretenida, divertida y con un gran sentido del reparto coral. Pero la noticia no estaba en la película. Gran parte de la sala Prado estaba llena de jóvenes whedonistas que rieron y aplaudieron con un texto escrito en el siglo XVII que Whedon había respetado. Esa proyección fue la muestra más evidente de comunión entre público y película que hubo en todo el festival. Una perfecta forma de acabar el día.

• Jueves 17 de Octubre: Una tarde con Alejandro Jodorowsky

Con más de la mitad de camino cumplido el quinto día llega la pájara habitual de Sitges. La falta de sueño y el cansancio en las piernas comienza a hacerse notar. Eso si la agenda de Sitges da una buena noticia y es que toda la agenda del día discurrirá en un solo lugar: el Auditori. Hoy no habrá carreras desenfrenadas por todo Sitges para llegar a tiempo de una sesión a otra lo cual no deja de ser un respiro. El Auditori nos espera a las diez de la mañana para devolvernos sanos y agotados sobre las nueve de la noche. Además para la primera película de la jornada hay cierta expectación. La israelí Big Bad Wolves había sido elegida por ni más ni menos que Quentin Tarantino como su película favorita de aquel año. El departamento de marketing de la película y el festival hizo bien su trabajo y de repente la película se convirtió en ‘la película favorita de Tarantino’. Es más se habló tanto de ello que pareció que lo que se iba a ver una película dirigida por el propio Quentin Tarantino. Al final el thriller israelí era un interesante estudio sobre la violencia y la venganza (con todo el subtexto que tiene por ser de Israel) que iba de más a menos. Además del ruido mediático Aharon Keshales y Navot Papushado, directores de Big Bad Wolves, se llevaron el premio al mejor director. Y entonces llegó la película del festiva de forma más o menos sorprendente. Un director grande (Jim Jarmusch), una pareja de actores apetecible (Tilda Swinton y Tom Hiddleston), temática vampírica... Pero a pesar de todos estos condicionantes favorables Only lovers left alive no apetecía. La falta de sueño, la duración de la película (casi dos horas), su marginación en el pasado Festival de Cannes y que la agenda marcará que a partir de las cuatro había dos películas sobre y de Alejandro Jodorowski no ayudaban a animarle a uno. Aun asi era una de las películas grandes de Sitges y había que verla casi por obligación. Una vez acabada la proyección me di cuenta que perdérsela hubiera sido uno de los grandes errores de mi vida. Only lovers left alive era divertida, fascinante, musical, con cientos de oportunas referencias culturales y todo ello en un entorno ‘elegantemente vampírico’. Una película que cualquier melómano debería disfrutar como pude comprobar cuando giré la cabeza y vi que detrás mía estaba el periodista Juan Manuel Freire (Rockdelux). Enseguida intuí que a un amante de la música como él tenía que haberse entusiasmado con la película de Jarmusch. Así lo comprobé cuando leí al día siguiente su página diaria sobre el festival en El Periódico. Y a todo eso había que sumarle una brutal química entre Swinton y Hiddleston que hacían de ella la gran película del festival. Only lovers left alive era la mejor película del festival aunque acabaría no ganando el premio a la mejor película en Sitges. Una circunstancia que viene repitiéndose en muchos de los grandes festivales de cine de todo el mundo. Una buena película ayuda pero una gran película te pone las pilas. La alegría de ver en la pantalla grande del Auditori Only lovers left alive reactivó mi organismo. Algo que era necesario dado el programa doble jodorowskiano que esperaba nada más acabar de comer (siempre que hubiera tiempo para comer). A las cuatro y media esperaba Jodorowsky’s Dune documental de Frank Pavich sobre el proyecto fallido de Alejandro Jodorowsky de llevar la gran obra de Frank Herbert (Dune) a la pantalla. A continuación teníamos La danza de la realidad película del propio Jodorowsky donde el chileno daba una visión muy particular de su propia infancia. Para bien o para mal tocaban casi cuatro horas seguidas en el Auditori con la personalidad magnética y, a veces, cansina de Alejandro Jodorowsky. Al final fue para bien. Para muy bien. Las dos películas supieron ir más allá de su ingenio y presentaron un emotivo programa doble. En especial la gran triunfadora fue Jodorowsky’s Dune que conectó con todo el público de Sitges con su épica historia sobre proyectos imposibles además de una interesante reflexión sobre los límites del arte. Como era de esperar el documental ganó el premio del público. Y así el día Jodorowsky acababa bien. Tocaba un paseo por Sitges, una cena surrealista en un restaurante digno de una película de terror y volver al hotel para descansar. Ese día precisamente tocó insomnio y fue la oportunidad para rememorar ese Detroit nocturno y musical que había mostrado Jim Jarmusch en Only lovers left alive.
• Viernes 18 de Octubre: El arte según Bill Plympton y James Franco

Interior Leather Bar: Franco buscando a Friendkin
Ya sólo quedan dos días para que se acabe el Festival de Sitges. Generalmente la recta final en Sitges es una mezcla de dos sentimientos. Pena porque se acaba quizá la semana más intensa y divertida del año y cierta liberación ya que aguantar el anormal ritmo del festival no es la cosa más sana del mundo. Eso si entre estos dos sentimientos la pena gana por goleada. Llegaba el fin de semana a Sitges. Si durante la semana hay ambiente este se duplica del viernes al domingo. Es cuando hay más ‘ambiente de festival’, es decir, más gente por las calles, más restaurantes llenos y por supuesto más colas. El día empieza con un pequeño chasco. Una de las películas que cerrarán el Festival de Sitges el sábado es The wind rises curiosamente la despedida en cine del maestro de la animación Hayao Miyazaki. Con un único pase para verla y sin pase de prensa la esperanza vuelve a ser estar a las siete de la mañana delante del ordenador para ‘intentar’ coger las escasas entradas que estarán disponibles. El intento es ridículo ya que las entradas desaparecen prácticamente al minuto. Por suerte habrá un tiempo de espera escaso para poder ver la última de Miyazaki en España. Sólo ocho meses. Una vez levantado toca hacer la rutina de siempre. Desayuno rápido, hacer el trayecto diario de una media hora hacia el Auditori y ponerse en la cola. Curiosamente la última (o penúltima) vez que haces este pesado trayecto es la vez que menos cuesta. El programa doble con el cual empezamos a las ocho y media de la mañana tiene aroma clásico: zombies y casas encantadas. The returned es un pasatiempo pasable sobre los zombies de toda la vida que sirve para hacer tiempo para el plato fuerte matinal que es la segunda parte de Insidious de James Wan. En esta nueva película el director sigue con ese peculiar tren de la bruja que era la primera parte haciéndolo todavía más complejo y terrorífico. Una película digna del Auditori de Sitges y que seguro que el publico que abarrotara el cine en su pase nocturno disfrutara. Pero aunque parezca sorprendente el plato fuerte de la jornada no era James Wan. El gran atractivo del viernes era la presencia de un veterano animador que había luchado toda su vida por su independencia artística. Bill Plymton visitaba a Sitges con su nueva película bajo el brazo (Cheatin’) y un montón de sus películas en formato DVD para vender. Como he dejado entrever en este texto es importante que la película de ‘después de comer’ (la que va en el arco de las tres a las cinco de la tarde) tenga un punto especial de interés. Y Cheatin’ fue la película ideal. El muy personal dibujo de Plympton unido a su (muy) adulto sentido del humor fueron para mí la digestión perfecta. Además fue la única oportunidad de visitar el Retiro con lo cual ya podía decir que había visitado la trinidad de Sitges (Auditori-Prado-Retiro). Eso sí a Bill Plympton no había que decirle adiós sino hasta luego. Que fueran los últimos coletazos de Sitges no era óbice para que la agenda te diera respiro. Con el paso de los días La tumba de Bruce Lee no se me había quitado de la cabeza y necesitaba sus creadores me descifraran sus poderosas imágenes. Porque lo (¿único?) bueno de no ser nadie y ser tu propio jefe es que entrevistas a quien realmente quieres o te interesa no a quien te imponen. Yo quería entrevistar a los chicos de Canódromo Abandonado y eso fue lo que hice. Tras intercambiar mails y llamadas en días anteriores con Aaron Rux y Julián Génisson logré concertar una cita con ellos para ese viernes a las nueve y media de la noche. Hora realmente extraña pero es que había un interesante obstáculo que había que sortear antes que era la película Interior Leather Bar. Esta especie de documental-ensayo dirigida por James Franco y Travis Mathews tenía una premisa tan genial que era imposible dejarla escapar: un documental sobre el rodaje de las explicitas escenas sexuales cortadas del montaje final de la película A la caza (1980, William Friedkin). Que te coincidan una entrevista y una película en la misma franja horaria en un festival es algo tan fastidioso como habitual. A mí favor jugaba que Interior Leather Bar duraba sólo una hora. El plan era el siguiente empezar a ver la película de Franco y Mathews en el Retiro a los ocho de la tarde y rezar porque la película empezara a su hora y no se interrumpiera por cualquier motivo técnico y después ir corriendo hasta la otra punta de Sitges para llegar al Auditori a tiempo de hacer la entrevista. Todo salió milimétricamente bien. Incluso la película que cumple su labor de curiosa pieza-reflexión sobre el séptimo arte que ayuda a cimentar la imagen de ‘actor especial’ que tiene James Franco dentro de la industria norteamericana. El propio Franco se regala en Interior Leather Bar un breve monólogo (algo cogido por los pelos) sobre la libertad de expresión que desató aplausos en una parte del público del cine Prado. Está claro que el actor-director-artista es más listo que el hambre. Hacer una entrevista siempre tiene un halo de incertidumbre. La conexión con el entrevistado, que se muestre participativo, que tú sepas llevar la entrevista por el camino adecuado... Y esta incertidumbre es más cuando por mucho trabajo de documentación que hagas desconoces varias cosas de la persona que vas a entrevistar. De Canódromo Abandonado conocía algunos de sus videos en la red y poco más. Además puede influir el hecho de que tú eres un solitario periodista sin ningún medio fuerte que te respalde. Pues ya en el Hotel Meliá aparecieron Julian Génisson y Lorena Iglesias (Aaron Rux ya había dejado Sitges) el primero con una adecuada camiseta de Bruce Lee. Buena señal. Generalmente esos miedos pre-entrevista suelen ser infundados ya que La entrevista fue como la seda y con esa representación de Canódromo Abandonado se habló de la película, su rodaje en Estados Unidos, la decisiva participación de Pablo Hernando en ella y del recibimiento en el Festival de Sitges. Intuí cierta decepción en ellos por un recibimiento algo hostil (y en mi opinión injusto) en una parte del público que no había comulgado con su Bruceploitation española. Y es que Sitges también puede ser un lugar cruel. Con el placer que es acabar una buena entrevista uno ya puede retirarse a cenar. Aunque como el festival el dinero que tienes presupuesto también se está acabando esta noche uno puede permitirse cenar en un sitio mejor sin mirar tanto la factura final. Total, mañana todo habrá llegado a su fin.

La cantidad de películas que ofrece el Festival de Sitges es tal que cada persona tiene su propio festival  dependiendo sus gustos o apetencias

• Sábado 19 de Octubre: Amantes sin premio final

El objetivo se ha cumplido. Es el último día en Sitges y uno está sano y salvo y con la economía saneada. Porque cuando uno no cuenta con dietas ni nada parecido sólo tiene a su favor su sentido común para elaborar un presupuesto ajustado y no quedar en la ruina a los dos días. Aunque el sábado es el penúltimo día de festival en realidad es el último ya que mañana domingo estará dedicado a maratones con las películas más destacadas del certamen. Por eso a pesar de que es un día con mucho ambiente en Sitges hay un cierto aroma de retirada por lo menos entre la prensa. Es sábado de grandes nombres como Ti West o Takasahi Miike. Los dos presentan sus últimas películas el primero The Sacrament y el segundo Lesson of the evil. En realidad Miike es el gran protagonista del certamen ya que acude a recibir el premio Máquina del tiempo y el festival le dedica su libro de esa edición. Y no será el único premiado ya que el Festival de Sitges es uno de los eventos de este tipo donde más premios-homenaje se dan. En 2013 además de Takashi Miike fueron premiados Pino Donaggio, Charles Dance, Alex van Warmerdam y Simón Andreu. Muchos días, muchas películas y también muchos premios. Aparte de los nombres como West o Miike el gran evento de ese sábado era conocer el palmarés oficial del Festival de Sitges. Por lo menos para la prensa. Como todo el Festival de Sitges es gigante el palmarés no podía ser menos. Además de la sección oficial el festival tiene un montón de secciones cada una con su jurado particular que entrega sus premios o menciones. Sección de animación, asiática (muy importante en el festival), Brigadoon, Noves Visions... Suele ser muy recomendable bucear en estas secciones que es donde muchas veces se encuentras las verdaderas joyas de Sitges. Pero generalmente lo que más recibe (y a veces lo único) atención es el palmarés oficial objeto muchas veces de pataleo y unas pocas de aplausos. Allí fui yo a la sala Llevant con mi siempre excesiva puntualidad esperando que el festival coronara la para mí mejor película que era Only lovers left alive. Minutos después se sentó a mi lado el mítico periodista cinematográfico y asiduo de Sitges Jaume Figueras junto a otro compañero. Los dos se dedicaron a hablar bondades la película de Jim Jarmusch lo cual me alegró dado la gran estima en que siempre he tenido las opiniones de Figueras para mí uno de los grandes de esta profesión junto con Jordi Costa, Fausto Fernández, José Luis Guarner, Antonio Trashorras... entre otros muchos. Tiempo después apareció el director del Festival de Sitges, Ángel Sala, junto con el jurado de esa edición para leer el palmarés. La lectura como la lista de premios fue larga y reconoció entre otras a películas o cortometrajes como Enemy, New World, El último onvre bibo, Peau de chien, Milius o Gente en sitios. El premio a esta última (un premio especial en la sección Noves Visions) despertó unos aplausos espontáneos en la sala de prensa. Al final se llegó a lectura de un palmarés oficial que podríamos definir como coherente y apañado. Jodorowky’s Dune, Juno Temple o la fotografía de Solo dios perdona aparecían en ella. Su principal problema llegó con la lectura del Premio Especial del Jurado que recayó en Only lovers left alive y que dio pie a una especie de ‘aplausos tristes’ en la sala de prensa. Aplausos porque la película era premiada y tristes porque no iba a ganar el premio a la mejor película que recaía en Borgman del homenajeado Alex van Warmerdam. Película que todo hay que decirlo había sido bien recibida. La labor de un jurado siempre es complicada y a veces mira más allá de la ‘calidad’ de una película para darle el premio final. Quizá el jurado pensó que premiar a la cinta Van Warmerdam ayudaría en su distribución como ya ha pasado con otras películas. La realidad es que a día de hoy Borgman todavía no tiene fecha de estreno en España. Sea lo que sea mientras uno intentaba tuitear el palmares con su móvil no podía evitar cierta decepción porque la cinta de Jim Jarmusch no hubiera recibido un premio mayor. Y es que los premios especiales del jurado los carga el diablo. Lo mejor para quitarse decepciones de es acudir a los sabios para que te enseñen el camino. Esa misma mañana Bill Plymton ofrecía en la Sala Tramuntana una masterclass a la cual acudí raudo para no perder la posibilidad de ver a una leyenda viva de la animación. Presentada por el plymtoniano entusiasta que es Jordi Sánchez Navarro el animador hizo un largo recorrido por su carrera haciendo especial hincapié en su independencia creativa. Una oportunidad de que un genio (de los de verdad) te cuente de tú a tú sus secretos y todo eso mientras dibuja a mano alzada en un gran cuaderno que había. Una auténtica delicia. Y fue gratificante ver la gran cantidad de fans que le escucharon con atención y luego hicieron cola para que Plympton les firmará las carátulas de sus películas. Por cierto, muchos de estos fans eran realmente jóvenes. La tarde en este último día de festival se había despejado. La imposibilidad de conseguir entradas para las últimas películas de Vincenzo Natali (Haunter) y Hayao Miyazaki (The wind rises) dejaban a la famosa sesión sorpresa del Festival de Sitges como gran opción del día. Esta sesión es una película que no se desvela hasta el día anterior a la proyección y que en ediciones anteriores dejó momentos gloriosos con Killer Joe o Spring Breakers. Este año esta película sorpresa iba a ser una sesión de la imprescindible Phenomena lo cual era una motivación extra. Con motivo del 30 aniversario del estreno de El retorno del Jedi decidieron que era una película ideal para ponerla en el Auditori. Y seguro que no les faltaba razón pero confieso mi ‘manía’ hacia esa aburrida película que siempre he considerado la más floja de toda la saga Star Wars (incluida las últimas). Con lo cual lo tomé como una señal de que esa tarde el Auditori no me quería allí. Decidí que ese sábado a la tarde había que pasear un poco por Sitges, hacer alguna compra festivalera que siempre cae (libros, camisetas, posters...) y dar una visita a la sala Brigadoon que este año había marginado injustamente. Pero antes quedaba hacer una última labor a la patria. Como he comentado antes el Festival de Sitges es algo más que películas. Hay charlas, encuentros, presentaciones de libros, cómics, eventos... Uno de estos proyectos era la presentación de la revista literaria Prosa inmortal donde escriben gente como John Tones, Álvaro Arbonés, Francisco Serrano o Noel Ceballos. Pensé que lo mejor para mostrar que en Sitges hay algo más que cine era hablar sobre un proyecto literario como Prosa inmortal. Aprovechando la presencia en el festival de Noel Ceballos le entrevisté en el hall del Hotel Meliá y hablamos sobre su relato, el origen del proyecto, la osadía de crear una revista literaria en estos tiempos... Prosa inmortal es uno de esos proyectos suicidas que tanto necesitamos. Y ahora sí, tras despedirle y apagar la grabadora que no volvería a encender mi Festival de Sitges se acababa. Antes había que hacer una última visita a una sala de prensa que poco a poco se estaba desmantelando. Y después tocaba el último trayecto del Auditori hacia el hotel. Ese trayecto que aunque muchas veces era un fastidio uno lo acaba echando de menos.

• Domingo 20 de Octubre: Más sueños en 2014

El último día del Festival de Sitges. Un día que las salas Auditori, Prado y Retiro se dedican a hacer las últimas maratones con películas proyectadas durante todo el certamen. Las actividades en Brigadoon también seguían al pie del cañón. Pero para mi el festival había acabado. Eso sí, del madrugón no me libraba ni el último día ya que tenía que estar a las diez de la mañana en la Estación de Sants para coger el tren. Tocaba levantarse pronto, mirar otra vez la maleta que hice anoche, desayunar con algo más de tranquilidad, despedirse de la gente del hotel agradeciendo que cada año te hagan sentir como en uno de cinco estrellas e ir hacia el tren de cercanías que me llevará a Sants. Y como no encontrarte en la estación de Sitges la misma estampa de todos los años. Un grupo de personas más o menos jóvenes gritando (un domingo por la mañana) que el año siguiente no volverán al Festival de Sitges como si quisieran que todo el mundo se enterara. Por supuesto a esas mismas personas te las encontraras haciendo cola en el festival al año siguiente. Tú sabes que volverán. Y ellos también lo saben. Ya en el tren de camino a casa piensas que Sitges ha acabado y no ha acabado contigo. En realidad no es del todo cierto porque todavía no ha finalizado. Toca hacer un programa para resumir en dos horas y algo lo que ha sido Sitges 2013. También tocará estar horas escuchando las entrevistas o ruedas de prensa que hayas grabado sacando los cortes de voz más interesantes y por supuesto rezar para que no haya ninguna jugarreta tecnológica y todo se oiga nítidamente. Por eso el Festival de Sitges no acaba cuando uno está en el tren de vuelta. Ni siquiera cuando uno está en casa y descubre que las zapatillas que ha utilizado en el festival tiene las suelas literalmente destrozadas de tanta caminata y tienen que ir directamente a la basura. Siempre hay un post-Sitges como si uno viniera de la guerra. El Festival de Sitges es inmenso y cada uno tiene su propio festival. Habrá gente que eche de menos en este diario la celebrada Zombie Walk que se hizo el día anterior a mi llegada. O uno de los puntales de Sitges que son las maratones diarias de dos o tres películas que se celebran todas las madrugadas. No hay ni que decir que por una cuestión de salud e intentar dormir ‘algo’ esas míticas maratones de Sitges son fruto prohibido. O darle más bola a la desprejuiciada programación de la Sala Brigadoon. O no hablar del Phonetastic Sitges Mobile Film Festival o los cortometrajes presentados. Cada uno tiene su Sitges particular. Y estar en el festival es no poder abarcarlo todo y tener que hacer ciertos sacrificios. En mi caso películas como Coherence, Leviathan, Europa Report, The Fake, L’étrange couleur des larmes de ton corps o Vic+Flo ont vu un ours entre otras tuvieron que ser sacrificadas en beneficio de un supuesto ‘bien’ común. De las que ví a día de hoy más de la mitad no se han estrenado o no tienen fecha de estreno en España. Este fue mi Sitges. Cada año diferente pero siempre intenso. Y toca pensar si uno va a poder acudir a la siguiente edición. Una edición que hace pocas semanas presentó su cartel y la temática de este año. La temática del Festival de Sitges 2014 será el mundo de los sueños. Algo curioso viniendo de un evento donde lo último que se puede hacer es descansar.

(Sobre)Vivir en el Festival de Sitges, por Raúl Cornejo. Articulo publicado originalmente en el número 5 de la Revista Fuera de Series

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