Cualquier artista que se precie vive con una lucha constante entre hacer una obra personal y que esa misma obra conecte con un público. Los hay que lo logran aunque sea a medias mientras que otros viven a espaldas de un público masivo sin tocar ni un ápice de su obra. El mundo de la música es uno de los artes donde esta disyuntiva es más patente. Y ha tenido que venir una comedia como Frank de apariencia excéntrica pero de corazón sencillo a hablar con honestidad sobre la locura de la creación artística. Es cierto que gran parte del éxito de Frank es lo que transmite con el cuerpo y la voz (como todo el mundo sabe su personaje lleva una cabeza de cartón) un Michael Fassbender tan herido y vulnerable como estaba en Shame. Pero la película no sólo juega ser un Fassbender film. Ni siquiera es una película elitista por mucho que algún despistado podría definirlo como una película hipster o utilizando algún otro termino absurdo. Frank es una película sobre el choque de dos formas crear. El artista apasionado que crea con un ojo puesto en el público (Domhnall Gleeson) y los artistas apasionados que crean con todos lo sentidos sólo puestos en su música (Frank y su banda los Soronprfbs). Durante la primera parte más cómica Lenny Abrahamsonmuestra a los Soronprfbs como un grupo neofolk excéntrico y problemático (esa búsqueda de sonidos) mientras que el personaje de Domhnall Gleeson ejerce de contrapunto sensato. En ese momento el espectador toma partido por un Gleeson más simpático y cercano al público. En su segunda parte Frank toma un tono que va de lo dramático a lo directamente triste. El ‘sensato’ y ambicioso Domhnall Gleeson toma las riendas y en su búsqueda de la aceptación popular acaba traicionando a su banda y, lo que es más importante, a su música. No en vano la única vez que Frank reniega de la música (“La música es una mierda”, dice) es en el único contacto con el público. Por eso Frank acaba siendo una de las películas más certeras que se han visto últimamente no sólo sobre el mundo de la músico sino sobre el arte de la creación. Al final para el artista es mejor vivir detrás de una máscara (o una cabeza gigante) aunque eso signifique que el público nunca sepa de tu existencia. Porque como muestrauno de los finales más hermosos y demoledores del año la (tu) música siempre te podrá salvar.
No hay que negar que es una idea deliciosamente perversa ocultar el rostro de una de las estrellas más atractivas del cine actual bajo una voluminosa cabeza de cartón, aunque esa no es la única sorpresa que nos depara el personaje, creado no tanto a imagen y semejanza de Sidebottom, sino de otras personalidades de sensibilidad bipolar como Daniel Johnston o Capitan Beefhart
“Frank” está hecha de retazos, de alegrías, de tristezas y emociones, dedicada a los cuerdos desde el prisma de una panda de locos que, como dijo aquel, al final son los que mejor puestos tienen los cascos
Frank no arranca bien, y a la media hora el tiempo empieza a hacer mella por reiteración y falta de concreción en sus temas, pero al final su desolación y su humor desconcertante (lo que siempre es bueno) se imponen
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