Así es el cine y la vida. Curtis Hanson paso de ser un buen artesano a un maestro en poco tiempo. La adaptación al cine de la novela de James Ellroy, L.A. Confidential, le dio (merecidamente) un sitio entre los grandes. Y no sólo por su éxito sino por el respeto que infundió a todo el mundo por la manera tan soberbia de realizar una película de cine negro tan clásica como moderna. Y después de la tormenta llega la calma. La siguiente película de Curtis Hanson marcaría ante quien estábamos y qué podíamos esperar de él. Y , para algunos, la experiencia fue más que satisfactoria. Volvía a confiar su suerte en adaptar otra novela de un moderno novelista genial como es Michael Chabon. El reto se llamaba Wonder Boys. Pero esta vez tenía un material delicado, una especie de drama con toques cómicos lleno de personajes extravagantes y en el filo. Fuera gangsters, policías y violencia y dentro personajes perdidos y, a veces, indescifrables.
Jóvenes prodigiosos es una de esas joyas que pasan por la cartelera sin hacer ruido. No fracasan, tienen buenas criticas y cazan alguna nominación a grandes premios. Pero no se les da el suficiente valor que se merecen y se pierden en la historia. La película de Hanson huele a oportunidades perdidas, a personajes que conviven con su fracaso diariamente como es ese Grady Tripp que interpreta magistralmente Michael Douglas (su mejor papel, por encima del Gordon Geckko de Wall Street). Alguien cuya crisis de creatividad pasa precisamente por no saber finalizar una novela sin sentido con cientos y cientos de paginas. Mientras que su anterior libro pasa por un clásico moderno, él no sabe como finalizar el siguiente, ¿Hanson se hacia una autometáfora con su L.A. Confindential? Él es el motor de una película que tiene un merito esencial, ser distinto a buena parte del cine USA que nos llega. No tener miedo en narrar (con el eficaz trabajo de Hanson en la dirección) todo el periplo surrealista que lleva a Tripp a tocar fondo. La muerte de un perro, el robo de la chaqueta que pertenecía a Marilyn Monroe, lios con amante y esposa... todos esos “problemas” lo único que nos traslada es a la rotura del sueño americano. Un genio frustrado sin rumbo en su vida que sólo puede vivir de un éxito en su vida, su primera novela.
También es clave la interacción de su personaje con el James Leer que hace un genial Tobey Maguire. Joven mentiroso, extraño y genial, tanto como lo es el personaje de Tripp. Y los dos completamente perdidos. Jóvenes prodigiosos habla del fracaso pero se aleja de visiones depresivas y realistas que podía hacer cualquier otro director. Ni Hanson ni su guionista (el gran Steve Kloves) son tontos y se apoyan en el personal mundo de Chabon para retratar la tortura que puede ser tener todo el talento del mundo sumado a la confusión que nos aporta una sociedad caótica (y ni la marihuana puede evadirte de él como intenta) Y lo hace de una manera elegante, ágil y, a veces, divertida. Jóvenes prodigiosos es una joya rara, distinta y tan genial como los personajes que en ella habitan. Se merece una reverencia como la que hace Tobey Maguire al final del film. Bravísimo, señor Hanson.
1 comentario:
En efecto, una joyita tristemente olvidada y que es justo reivindicar. Guardo un buen recuerdo, la tengo que volver a ver porque sospecho que es de esas películas que gana con el tiempo.
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