La ambición tiene significados distintos. Se puede entender que uno ha alcanzado la cima cuando tiene una vida feliz rodeado de gente que le quiere (de verdad). Pero en tiempos de tiburones la ambición es tomada como querer llegar a lo máximo en tu trabajo, tener un despacho innecesariamente grande, altas dosis de poder y haber dejado víctimas en el camino. Si logras eso puedes decir que has triunfado. Y puede ser pero las cosas que dejas en el camino hacia ese paraíso son valiosas. Honestidad o bondad son términos no equivalentes con ser director general de una gran empresa. Y eso entiende el personaje de Michael Caine en Ejecutivo ejecutor.
Su Graham Marshall es un hombre razonablemente bien colocado en la empresa donde trabajo porque se lo ha ganado durante años. Ha ido trabajar puntualmente, se ha matado por su empresa, no ha pedido más de lo necesario... es la persona que debería estar al frente de un gran puesto. Desgraciadamente Marshall no es un tiburón. Es muy mayor para entender que lo que importa no es el talento ni el trabajo sino la capacidad de trepar por encima de los demás. Por eso el gran puesto de trabajo al que aspira es dado a un joven ambicioso sin muchos méritos en su expediente laboral. Pero no es tarde para Marshall, uno siempre puede ser un tiburón. Por eso decide que la forma “más honesta” de trepar es asesinar a los que le impiden llegar a la cima y tener una vida soñada. En realidad el método criminal no difiere mucho de los métodos acostumbrados para conseguir ascensos en las grandes empresas. Son igual de poco éticos.
Es obvio decir que Michael Caine es un grande. Porque puede ser un hombre sabio (Las normas de la casa de la sidra), un golfo aventurero (El hombre que pudo reinar) y un cabrón sin muchos escrúpulos (Asesino implacable). En Ejecutivo ejecutor muestra todas esas caras en una autentica exhibición. Es un empleado modelo, de vida mediocre que aguanta su aburrido matrimonio porque es incapaz de rebelarse ante nada. Y ahí Caine está sublime, como el perfecto señorito inglés que sigue su agenda al pie de la letra para poder llegar a casa a tomar el te. Pero cuando Caine es malo...es mejor. Sabe como ser despiadado y que incluso le apoyemos en su locura homicida al entender que es simplemente un hombre que quiere aspirar a trepar como cualquier hijo de vecino. Por eso asesina. Porque es la única forma que una sociedad competitiva y sin alma le ha dejado para poder sobrevivir sin perder la dignidad. Perdiendo el alma sí pero no la dignidad. Ejecutivo ejecutor es Michael Caine. Sin él la película acabaría un aceptable chiste de humor negro...pero nada más. Caine le aporta serenidad y clase a un personaje que en manos de otro actor sería el típico psicópata de turno. Caine hace que Graham Marshall sea un personaje que podría encontrarse en la época que vivimos. Un tiburón que quiere ascender en su vida y su trabajo y para ello debe pasar por encima de algunos. Literalmente por encima.
1 comentario:
Enésima película donde Michael Caine vuelve a estar por encima de todo. La vi hace años, y me pareció un thriller mediocre con estética de vídeo, pero Sir Michael nunca decepciona.
Es curioso, pero es imposible pensar una peli en la que esté mal. Pacino, De Niro, Hoffman... todos han tenido momentos de mediocridad, pero a Caine es imposible verle mal, aunque sea una peli con Steven Seagal, él mantiene el tipo.
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