El cine negro (o policíaco) nunca ha dejado de ser otra cosa que una llamada a la voz de la conciencia de la ciudadanía. Porque este tipo de cine es más social que el llamado cine social. Tras un soberbio inicio No habrá paz para los malvados se inmiscuye en la vagancia, la confusión y la inutilidad de las altas esferas que ayudan (involuntariamente) a que se cometan actos atroces. 11-M, 11-S...las lista es eterna. Urbizu muestra su capacidad para narrar con sequedad toda una parte central (lo que es la trama) sobria y bien explicada pero a la que desgraciadamente le falta algo de pasión y hondura. Enrique Urbizu es tan bueno que hace que no perdamos atención de la caza humana que lleva acabo el personaje de José Coronado y además de indignarnos y sobrecogernos con lo que se ve en pantalla. Otra cosa es la sensación de que algunos personajes muy interesantes como los de Helena Miquel, Younes Bachir o Rodolfo Sancho acaban siendo meros títeres quizá comidos por la magnética presencia del Santos Trinidad de Coronado.
No habrá paz para los malvados es toda para Coronado. Aunque su personaje no habla mucho y permanece imperturbable durante toda la película gobierna la historia con mano de hierro incluso cuando no aparece en escena. Eso es lo que tienen actores que ya son clásicos como José Coronado que saben hipnotizarte y desear que vuelvan a aparecer enseguida en la película. Su Santos Trinidad inunda tanto el film que el cierto esquematismo que tiene No habrá paz para los malvados aunque no molesta se hace algo patente. Aun así Urbizu vuelve a demostrar su solidez y saber estar y hace que siga dando pasos para convertirse en un clásico de nuestro cine.
. Un maldito milagro (Adrián Massanet, Blog de cine)
Con Santos empezamos, y con él terminamos la película. Una narración compulsiva que se podría describir, a grandes rasgos, como quince minutos iniciales de una sordidez salvaje, una zona media en la que se van superponiendo los puntos de vista de manera ejemplar, y que se dirigen, frenéticos, a los quince minutos finales, en los que no oímos ni un solo diálogo, y que son la explosión de todos los elementos, el clímax perfecto de una ficción que no deja tregua al espectador
. Historia de un policia (Óscar Brox, Miradas de cine)
En No habrá paz para los malvados, esa realidad no rehuye mostrar los signos de nuestra tragedia más reciente, esto es, los atentados del 11 de marzo cuya sombra planea alrededor de su trama. Pero hay un matiz que diferencia su tratamiento de otros enfoques llevados a cabo dentro del cine de consumo. Donde la mayoría de filmes se enfrentan frontalmente con el terror, ensayando estrategias narrativas que lo pongan eficazmente en escena
. Más allá de la burocracia del bien y del mal (Diego Salgado, Numero cero)
El preciso empleo del formato panorámico; el detallismo escenográfico; la verosimilitud con que se plasma el entorno policial; y la interpretación de José Coronado, a quien Urbizu conoce como nadie y exprime del modo más fructífero para ambos, evidencian el mimo con que ha sido forjada “No habrá paz para los malvados”. Pero todo es cuestión de expectativas. Esperábamos una cinta del mejor William Friedkin. Y nos hemos topado con una de aquellas correctas “películas de crímenes” dirigidas hace sesenta años por Antonio Isasi o Julio Coll para la factoría Iquino
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