No es la primera vez que el cine nos enseña las entretelas más oscuras de la policia. Desgraciadamente muchas veces se deja llevar por el lado hollywoodiense y hace oidos sordos a la realidad. En muchos films los policias no dejan ser titeres buenos o malos en vez de personas con dudas e impulsos. Por eso es tan gratificante la aparición de una película como Los amos de Brooklyn donde los arquetipos y los tópicos brillan por ausencia. En vez de hacer un retrato general (y seguramente insuficiente) Antoine Fuqua se centra en las personalidades y vidas de tres policias al límite (estupendos Richard Gere, Don Cheadle y Ethan Hawke) para mostrar el estado de las cosas. En Los amos de Brooklyn no hay parloteo innecesario ni moralismo de salón sino simpleme y llanamente vida real.
Fuqua ni glorifica ni justifica a sus tres protagonistas sino que nos enseña como sus circunstancias personales les hace actuar de distinto modo. En ese momento el relato de Fuqua es demoledor porque habla de la responsabilidad de una sociedad enferma que no se quiere curar del estado del trio protagonista que ya no representan a la policia sino al ciudadano de a pie. Y con ese retrato de individuales Fuqua consigue un fresco perfecto y demoledor de la vida no sólo en Brooklyn sino en cualquier rincón del mundo. Todo ello en una película perfectamente narrada en paralelo y que obvia excesos y fuegos articiales innecesarios. Porque todo asesinato y violencia que hay en Los amos de Brooklyn no es tan duro como cualquiera de los tortuosos momentos en soledad que tienen Gere, Cheadle y Hawke. Los amos de Broolyn es una bendición porque trata al espectador como adulto sin ahorrarle ni un gramo de la realidad que se vive en las calles. Quizá por eso ha tardado dos años en estrenarse ya que mostrar la realidad nunca ha dado beneficios.
. Lo mejor de cada casa (José Arce, La Butaca)
El espectro técnico es correcto ─quizá la fotografía de Patrick Murguia merezca una mención especial, así como una estimable banda sonora─, y Fuqua presenta una realización sobria, disponiendo con calma las piezas que han de confluir, como puede imaginar el espectador, en un epílogo tendente a la redención vía sufrimiento más o menos extremo de las partes implicadas
. Como "cowboys" suicidas (Sergi Sánchez, La Razón)
La mayor virtud de la película es su habilidad para recrear una atmósfera de desesperación, reivindicando la dimensión trágica de ese policía que ha perdido todo vínculo con los valores positivos de la institución que representa
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