10 marzo 2012

El mal menor que es la democracia

Los idus de marzo 
(George Clooney 2011)

La carrera de George Clooney como director es cuanto menos curiosa. Respaldada por la crítica (aunque sin excesivos elogios) Clooney ha dirigido cuatro películas completamente distintas sacrificando cierto estilo personal en aras de contar historias muy diferentes entre si pero con algunos denominadores comunes: la honestidad y la mentira. Por eso era lógico que, además siendo comprometido políticamente hablando, el actor acabará adentrándose en la peligrosa fauna de la política. A pesar del delicado tema que toca Los idus de marzo es quizá su película formalmente menos aparatosa y también donde las intenciones de Clooney llegan al espectador con más claridad. Quizá porque la ambición es algo tan universal que no era necesario revestirla excesivamente para mostrarla en todo su esplendor.

Los idus de marzo pasa en un suspiro (magnifico su ritmo interno) gracias al buen saber hacer de George Clooney para ir al grano. Dando la sensación que la película dura lo que tiene que durar y cuenta lo necesario Los idus de marzo tiene su principal baza en que Clooney considera que tiene lo necesario para una gran película, grandes actores (sensacionales Gosling, Seymour Hoffman, Tomei, Giamatti...) y una buena historia.Por eso toma la decisión de que su dirección se vuelva invisible, sutil y precisa. No en vano los momentos de mayor calado son los duelos entre Ryang Gosling y Phillip Seymour Hoffman o George Clooney donde el director parece disfrutar tanto con la intensidad de estos momentos que decide dejar la cámara quieta y desaparecer.

Los idus de marzo no juzga a sus personajes, obviando el juego de buenos y malos, sino que los coloca en un entorno hostil sólo gana el tramposo que se aprovecha los cientos de agujeros que tiene el juego democrático

Otra ventaja de Los idus de marzo dentro de este cine político que (desgraciadamente) es tan complicado de ver es su falta de superioridad moral sobre los personajes. Hacer un retrato simplista de personajes movidos por la ambición o el interés hubiera sido contraproducente con el retrato que Clooney quería ofrecer de la política. En Los idus de marzo no hay ningún personaje positivo pero tampoco lo hay negativo. Ya sean políticos, asesores o periodistas todos actúan con las reglas del juego que la democracia (y la sociedad) les permite para poder llegar a lo más alto. Ni el personaje de Gosling es tan inocente como quiere hacernos creer ni el de Clooney un político ambicioso capaz de todo con tal de llegar a la Casa Blanca. Es en parte un sistema opresivo y generoso con el tramposo (¿nos suena esto?) el que obliga a estos personajes a llevar al límite su juego de traiciones. Es en su retrato de una democracia como mal menor y necesario donde Los idus de marzo marca un tanto en cuanto a cine político se refiere.

OPINIONES

 . El fin del último hombre bueno (Expansión, Raquel Moreno)

Es especialmente interesante el concepto win-win que hacen suyo todos los candidatos en algún momento del film y que simboliza la falta de pudor del sistema. Se sintetiza en realizar movimientos que, haga lo que haga tu contrincante, tú seas el beneficiado. Eso es finalmente política: la capacidad de tener mano izquierda y derecha según sople el viento y sin tan siquiera despeinarse. Quizás su fallo sea caer en el típico escándalo que ya parece endógeno en la política de Estados Unidos

. Votar Clooney (El Punt Avui, Jordi Costa)

El tema de la fe és essencial, perquè Los idus de marzo és una pel·lícula sobre un creient –Stephen Meyers– i el procés que el transformarà en un cínic. No sé si Clooney ha dirigit una gran peça de cinema polític o la superació d'un gènere que, de fet, mai ha funcionat com a gènere cinematogràfic

. George Clooney apuñala con clase a su propio partido (Carlos Marañon, Cinemania)

Lo que inquieta y da gusto a la vez es cómo maneja la obsesión política, que parece ser también la suya, reflejada en la adrenalina de todos estos tipos que darían su vida por trabajar en la campaña de un presidente. Este tipo, que tal vez tenía el talento, el encanto y la vocación para una carrera como político y que se ha visto obligado a malgastarla triunfando en el cine, es el hombre perfecto para contar esta historia

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