Hoy se cumplen veintidós años de la muerte de Cary Grant. Hace ya más de dos décadas que la elegancia, el saber estar y la ironía desaparecieron del mundo del cine. Todas las películas (muchas de ellas grandiosas como Encadenados, La fiera de mi niña, Luna nueva...) que interpretó tenía “el toque Grant”. Pero, en mi opinión, el largometraje que unía todo lo que podía dar Cary Grant a una historia y que fue donde descubrí al actor es Con la muerte en los talones.
Tuve la suerte de ver el film siendo joven. Y digo suerte porque para mí es una película para gente joven. Es entretenimiento en estado puro, ríete ahora de las películas de Michael Bay (por poner un ejemplo) que te aseguran explosiones, ritmo, humor... Todo eso ya se lo había inventado Hitchcock en una de esas pocas películas “perfectas” que existen en la historia. Pero obviando los meritos del film, Con la muerte en los talones no sería lo mismo sin Cary Grant. Sería algo grande pero no TAN grande.
James Mason y Martin Landau se dedican a putear a Grant durante más de dos horas. Le confunden con otra persona, le emborrachan, le pegan, le persiguen... Pero a Grant eso le trae al fresco. ¡Es Cary Grant, por dios! Sale de todas las situaciones impoluto, sin una mancha, sin una arruga en su traje. Siempre con su ironia y su saber estar. Además le da tiempo a seducir a la rubia de la película (espectacular Eva Marie Saint). Faltaría más. Cary Grant nunca fue más Cary Grant que en Con la muerte en los talones. Para disfrute de todos nosotros.
A veces se dice que Cary Grant sólo se interpretaba a si mismo. A mí entender eso no es ningun problema si tu eres alguien tan apasionante como Cary Grant.
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