04 febrero 2009

Gigantes acomplejados

- El desafío. Frost contra Nixon - (Ron Howard, 2008)



“Piensa sólo en la audiencia”. Este es el argumento que utiliza David Frost para convencer al productor John Birt para embarcarse en el proyecto suicida que era entrevistar a Richard Nixon meses después del caso Watergate. Audiencia, televisión, periodismo, ética... Bajo la apariencia de un argumento sencillo y simple (una entrevista) se esconde toda una maraña de temas apasionantes en esta magnifica experiencia que es El desafío. Frost contra Nixon.

“El poder reduccionista del primer plano”. Esa es la sentencia que dice el personaje de James Reston para resumir la importancia de la entrevista que se le hizo a Nixon. Porque la película habla de periodismo pero especialmente habla de televisión. El periodismo televisivo siempre ha sufrido cierto desprestigio frente a sus hermanos de la prensa y la radio. La película coloca la televisión en su sitio. Porque Nixon no dijo con palabras, “ lo siento” o “fue culpa mía”. Lo dijo con la mirada. Y ese primer plano que supo sacar David Frost vale por todas las confesiones del mundo de todos los presidentes corruptos del planeta. El sensacional guión de Peter Morgan (lección de cómo adaptar una obra teatral al cine) nos habla del camino hacía obtener la verdad. No una frase o una confesión como quieren los personajes que interpretan (magistralmente) Michael Sheen, Sam Rockwell, Oliver Platt y Matthew Macfayden. Será una mirada que en este caso valdrá más de mil palabras. Pero para mí El desafío. Frost contra Nixon tiene el principal punto de interés en otra parte. Es su parte humanista.

Michael Sheen y Frank Langella (oscarizable hasta la médula) interpretan a David Frost y Richard Nixon. Es decir, a dos personajes carismáticos (Nixon a su manera) y poderosos...para el gran público. En realidad Frost y Nixon son dos personajes solitarios, tristes y completamente acomplejados. Dos personas que necesitan el aplauso y la aprobación de todos para constatar que no sobran en este mundo. Eso se refleja perfectamente en la mejor escena de la película, la conversación / monólogo que tienen Langella y Sheen. Frost y Nixon se necesitan, simplemente porque saben que sólo el otro puede comprender el sufrimiento de ser incomprendido y marginado. El periodismo (o los medios de comunicación) y la política no perdonan a los timoratos y acomplejados. Y eso se refleja en la película. Quizá Ron Howard se sienta como Frost y Nixon. Un director de éxito en la superficie pero acomplejado en el fondo por no sentir el respaldo y cariño de todos. Seguramente por eso su trabajo en El desafío. Frost contra Nixon haya sido tan sensacional. Porque era su oportunidad. Como la entrevista lo era para David Frost y Richard Nixon.

Una de las películas del año es El desafío. Frost contra Nixon. Y la ha dirigido Ron Howard. Con un par. Eso si Ron, no pienso ver Ángeles y demonios por muchos “desafíos” que hagas.

. ¡Que empiece el espectáculo! (Carlos Losilla, Cine365.com)

3 comentarios:

Jose Barriga dijo...

No se, veo a Howard flojo, veo el guión muy normalito, los unicos atractivos resultaron ser Langella y la edición, ahora mismo pienso que esta produccion se quedara con las manos vacias en los Oscars.... Un Saludo

Anónimo dijo...

Esta mañana he escuchado el anuncio de esta película en la radio y me ha llamado mucho mucho la atención... La apuntaré en mi lista de futuros objetivos. Además, creo que es una buena forma de seguir el 'ciclo de cine periodístico' que estoy intentando organizarme... ¿Alguna recomendación?

Anónimo dijo...

El poder reduccionista del primer plano creo que resume perfectamente lo que es esta cinta. Es una reflexión profundísima sobre el periodismo televisivo y la influencia que ejerce en nuestras vidas, y la forma en que sirvió de tribunal popular para Nixon. Jamás pensé que diría esto de una peli de Howard, pero es muy buena, quizás porque él no estropea demasiado el soberbio guión de Morgan. Es otro retrato del poder, bastante mejor que el de The Queen, y la verdad es que lo que hace Langella va más allá de una simple gran interpretación, consigue ser mucho más que un calco de Nixon, es el propio presidente que siente y padece. Y enfrente Sheen, que le aguanta el tipo de una manera excepcional. Mi favorita al Oscar a mejor guión y actor... y por ello se irá de vacío.