Estoy seguro que no soy el único que esbozó una sonrisa al saber que en el regreso de Woody Allen a sus raíces (Nueva York, la comedia...) iba a ir de la mano de Larry David. Si Allen fue una bocanada de aire fresco en su estilo cómico, David ha logrado revolucionar el humor norteamericano con esa obra maestra llamada Seinfeld (que creo junto al cómico Jerry Seinfeld). Woody Allen sabía que lo tenía difícil ya que no muchos confiaban en que volvería a ser el de siempre. Quizá por eso necesitaba ir de la mano con uno de los artífices de la mejor comedia estadounidense...aunque sólo fuera como actor.
Se podría sospechar que Si la cosa funciona es toda una exhibición de Larry David soltando frases las envenenadas que Allen le había escrito. En resumen, un doctor House pasado por el prisma del genio de Manhattan. Y durante la primera parte de la película así es como funciona la nueva película de Allen que muestra todas sus fobias y desconfianza hacia el ser humano.
Pero estaba claro que Si la cosa funciona era otra cosa, el regreso de Woody Allen a su querida Nueva York. Esa ciudad que siempre ha sido un oasis de vida y cultura en la primera potencia del mundo. Por eso, Si la cosa funciona actúa como una pequeña carta de amor a la ciudad y al estilo de la vida de los neoyorquinos. No importa como haya sido tu vida antes, cual sea tu ideología o tus frustraciones, Nueva York te liberará. Por eso toda la segunda parte es menos Boris Yellnikoff (Larry David) y más Nueva York. Y todos los bienes que te pueden producir Nueva York los centra Allen en lo mejor de película que es Evan Rachel Wood. Una sencilla pueblerina que acaba imbuida (como toda su familia comandada por la estupenda Patricia Clarkson) por el espíritu libre y bohemio de la ciudad norteamericana. El talentoso encanto de Rachel Wood (que no pierde en todo el film) hace que todo el tono amargo y pesimista que trata de trasladarnos el personaje de David acabe convirtiéndose en una llamada optimista a la libertad y a liberarnos de todos los prejuicios que nos rodean. Conseguir la felicidad a través de un pesimismo racional. Mediante bandazos, Allen logra transmitir toda esta filosofía y todo su amor por Nueva York.
Pero estaba claro que Si la cosa funciona era otra cosa, el regreso de Woody Allen a su querida Nueva York. Esa ciudad que siempre ha sido un oasis de vida y cultura en la primera potencia del mundo. Por eso, Si la cosa funciona actúa como una pequeña carta de amor a la ciudad y al estilo de la vida de los neoyorquinos. No importa como haya sido tu vida antes, cual sea tu ideología o tus frustraciones, Nueva York te liberará. Por eso toda la segunda parte es menos Boris Yellnikoff (Larry David) y más Nueva York. Y todos los bienes que te pueden producir Nueva York los centra Allen en lo mejor de película que es Evan Rachel Wood. Una sencilla pueblerina que acaba imbuida (como toda su familia comandada por la estupenda Patricia Clarkson) por el espíritu libre y bohemio de la ciudad norteamericana. El talentoso encanto de Rachel Wood (que no pierde en todo el film) hace que todo el tono amargo y pesimista que trata de trasladarnos el personaje de David acabe convirtiéndose en una llamada optimista a la libertad y a liberarnos de todos los prejuicios que nos rodean. Conseguir la felicidad a través de un pesimismo racional. Mediante bandazos, Allen logra transmitir toda esta filosofía y todo su amor por Nueva York.
5 comentarios:
Pude verla el domingo y me dejó una de esas sensaciones intermedias que va cogiendo poso con el paso de los días.
Aunque Evan Rachel Wood está magnífica su personaje llegó a cansarme en la segunda mitad de la película; creo que aun más en sus momentos compartidos con Henry Cavill, un tipo demasiado guapo para tomárselo en serio (es la primera vez que tengo esta sensación con un actor).
A Patricia Clarkson la disfruto en pantalla cada vez más y por suerte también estará en Shutter Island, sólo puedo decir que borda a una loca maravillosa.
A pesar de lo irregular que me ha parecido la historia y de algunos momentos que bordean el aburrimiento, la empatía con Boris Yellnikoff es tan grande que se la recomendaría a cualquiera. Comparto esa sensación del fracaso de la raza humana a través de sus pequeños y diarios comportamientos, de que no hay nada que siga nuestros pasos desde arriba y que los buenos momentos hay que cazarlos cuando llegan y con la forma que adopten. Ese es el mensaje, no?, para qué buscarle pegas si la cosa funciona.
Patricia Clarkson, ajedrez... más detalles para animarme a verla. Antes que Rec2 o Vicky el vikingo, que también mada eggs que se estrenen la misma semana. Seguimos atentos al regreso del programa de radio
La vi el sábado pasado y pasé un gran rato en el cine. Me encantan muchos de los personajes. El doblaje me pareció nefasto en muchas ocasiones.
Me reí como un chaval y recuperé la esperanza en Mr. Woody, que no es poco...
Saludos.
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