Sólo viendo el principio de I’m still here podemos entender todo el significado de la película dirigida por Casey Affleck. En ese inicio vemos a Joaquin Phoenix en plena promoción de En la cuerda floja acudiendo a varias entrevistas para publicitar la cinta. En todos los encuentros le realizan al actor las mismas (rutinarias) preguntas a las que el contesta igual y de forma mecánica en todos los sitios. Mostrándonos esto antes de que Phoenix sufra “su transformación” parece ser que Affleck quiera mostrarnos como es el mundo de Hollywood. Una maquinaria sin alma relleno de figuras mecánicas que actúan de manera previsible. Quizá por eso I’m still here no es el documental curioso y divertido que podríamos esperarnos sino que tiene que ver más con una bajada a los infiernos.
En un principio se podría pensar que I’m still here pertenecería a la estirpe de documentales contemporáneos tan redondos y brillantes como Anvil. El sueño de una banda de rock o Exit through the gift shop. Pues no. Casey Affleck coge el camino más duro y sucio. Quizá porque piense que eso es la fama, un sitio farragoso donde no se puede ser uno mismo. I’m still here es agresiva, con aristas y a la vez perturbadora. Seguramente el problema es que Affleck debió meter más la tijera ya que no todo lo que pasa en la película es interesante. Por otra parte se puede pensar que el director / actor no queria dejarse nada en el tintero. Con un estilo feísta, I’m still here muestra la transformación de alguien en buscarse a si mismo (un Joaquin Phoenix estelar) y como el mundo no permite esa búsqueda. Porque aunque el protagonismo es de Phoenix los aterradores detalles que conforman la película son los que le dan sentido. El burlesco público de sus conciertos, una prensa sin escrúpulos (¿a quién le importa si Phoenix tiene éxito en la música? llega a decir una diabólica voz en off periodística) y un Puff Daddy con ese rictus siempre amenazante. Todos conforman una especie de infierno en el que Joaquin Phoenix actor / músico intenta sobrevivir sin perder el alma (y la cabeza) y que Affleck nos muestra en toda su crudeza. Uno al final tiene que reflexionar si Phoenix pierde (de forma ficticia) la cabeza queriéndose hacer músico (o según se mire intentando ser libre) o se adentra en la locura porque se da cuenta que su carrera en Hollywood tenia un precio. Su alma. Puede ser que tras la realización de I’m still here Phoenix se de cuenta que el titulo del film estaba equivocado. Joaquin Phoenix no desapareció al convertirse en el rapero JP. Se había ido hace tiempo. Quizá al trabajar su primer día en Hollywood.
. I'm still here...y que siga (Carlos Sanz, Extracine)
Es todo tremendamente previsible pero a la vez es perfectamente natural. El espectador no puede evitar saber lo que va a suceder tras cada escena porque lo que sucede en las anteriores sirve de preámbulo para lo que viene después. Se trata, por tanto, de una contínua caída en picado, hasta lo más bajo de lo más bajo que podamos imaginar, donde Phoenix se amolda a la perfección a cada uno de los requerimientos de estas situaciones tan deprimentes que sufre
. Cultura de la (in)fam(i)a (Jordi Costa, El País)
Provocador falso documental, broma siniestra sostenida en el tiempo y desarticulada tras el estreno, I'm still here se resiente de la puesta en evidencia de su tramoya
. Broma pesada entre cuñados (Alberto López, La noche americana)
En lo que no hay discusión posible es en la fuerza bruta de la naturaleza que es Phoenix como actor. Es el único que gana con la certeza de la falsedad del filme
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