Tras rozarlo en Anticristo Lars Von Trier lo ha logrado en Melancolía. Ha finalizado con este mundo “cruel y al que nadie echará de menos” como dice el personaje de Kirsten Dunst. Y contrariamente a lo que muchos podían pensar lo ha hecho de manera menos cruel de lo esperado y con un nivel de belleza al que sólo unos pocos privilegiados pueden llegar. En Melancolía de nuevo se nos muestra un mundo donde el ser humano es una mala caricatura movido por la ambición o el egoísmo como muestran los personajes (a veces excesivos) de Charlotte Rampling o Stellan Skarsgard aunque estas descripciones no son lo esencial en la película. Melancolía va más allá de explicaciones o caracterizaciones ya que lo importante del film es su clima asfixiante e irrespirable unido a la indescriptible hermosura de sus imágenes.
Dividida en dos partes bastante diferentes y centrada en los personajes que interpretan Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg (excepcionales las dos) el film parece narrar las fases de Justine (Dunst) ante el fin del mundo que se avecina. El personaje de Dunst pasa por las fases de felicidad, tristeza, locura o depresión hasta llegar a cierto deseo (su famosa escena de desnudo ante el planeta Melancolía) y por fin aceptación de lo que va suceder. En un papel difícil y al filo Kirsten Dunst logra salir victoriosa dándole equilibrio y sentido a un personaje sin respuestas evidentes. Como hicieron anteriormente Björk (Bailar en la oscuridad), Emily Watson (Rompiendo las olas) o la propia Charlotte Gainsbourg (Anticristo). Resulta admirable el duelo entre Dunst y Gainsbourg al final del film donde la desesperación y la cordura cambian de bando con una notable coherencia.
En Melancolía Von Trier asfixia al espectador con su visión del fin del mundo a la vez que lo hipnotiza con la belleza e intensidad de sus imágenes
Melancolía es puro Von Trier. Imágenes nerviosas pero con el pulso cada vez más firme sabiendo adonde apuntar el tiro, belleza al mismo tiempo sombria y luminosa (curioso en un film sobre el fin del mundo) y un autor con cada vez más personalidad. Cierto es que en Melancolía hay menos impacto que en otras obras suyas dejando paso a una especie de compasión sobre el ser humano. Ese mundo tan horrible que Von Trier nos ha mostrado en la mayoría de sus películas llega a su fin pero lo hace de una manera hasta cierto punto hermosa. Por eso en su primera parte un acto festivo como una boda muestra lo peor del ser humano. En cambio la segunda parte cuando el mundo está llegando a su fin es cuando hay más silencio y paz. En Melancolía Von Trier asfixia pero no ahoga.
* Melancolía se pudo ver en el 44 Festival Internacional de Cinema de Catalunya
. Apocalipsis de cartón piedra (Sergi Sánchez, La Razón)
Empapada del estado de ánimo de su título, la gran enseñanza de «Melancolía» es que los que no tienen nada que perder aceptan la llegada de la muerte. El problema es que el director no mueve ni un dedo para hacernos entender que ésa es la opción más lúcida ante el fin de las cosas
. El fin de todo (La Butaca, José Arce)
El realizador opta nuevamente por la brusquedad casi intimidatoria de la cámara en mano durante buena parte del metraje, salpicada de composiciones ralentizadas de gran naturalidad y belleza en un conjunto potenciado por un estupendo trabajo de fotografía de Manuel Alberto Claro, que ayuda a aguantar el tono durante una narración en absoluto pesarosa ─todo lo contrario, resulta peligrosamente atrapante─ pese a superar las dos horas de duración
. La vida en la tierra es perversa (José Barriga, Un blog de José Barriga)
Me gusta enormemente esta película de Von Trier, incluso me gusta más que su Anticristo, ya que parece ser una película más interesante y para mi, más lúcida. Los climas y el tratamiento en ambos capítulos me conmueven y me resultan acordes con lo que quiere obtener el realizador
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