El deporte ha sido bastante maltratado por parte del cine. Generalmente este arte se ha ido por la parte más artificial del deporte dejándose deslumbrar por una épica facilona y generalmente falsa deslumbrada por los focos de los estadios. Y es una lastima porque el deporte profesional y de élite no deja de ser un mundo apasionante y complejo más cercano a la política que a otra cosa. Moneyball: Rompiendo las reglas es una película refrescante en cuanto a que se deja de tópicos y se dedica a los entresijos de cómo funciona el aparato de negocio de un equipo profesional norteamericano. La épica deportiva en el film existe (esas veinte victorias consecutivas) pero está perfectamente planificada para que surja en el momento justo. Tampoco Bennett Miller hace mella en la derrota haciendo que esta Moneyball: Rompiendo las reglas sea todo un ejemplo de rigor y seriedad que se agradece en el género del deporte.
Bennett Miller opta por un estilo elegante y frío para mostrarnos que el deporte no deja de ser un negocio donde los jugadores no dejan de ser cifras y estadísticas. Por ello sólo seguimos la historia a través de los personajes (unos solventes Brad Pitt y Jonah Hill) que manejan al equipo como si de un juego del Monopoly con dinero de verdad. Se nota la presencia de Aaron Sorkin en el guión no tanto en sus diálogos brillantes marca de la casa (no los hay) como en su perfecta y sólida estructura que no permite un espectáculo bigger than life. La pasión de Moneyball: Rompiendo las reglas no hay que buscarla en el campo de juego sino en los despachos donde dos profesionales (en el mejor sentido de la palabra) luchan con lo mínimo para lograr lo máximo. Y en ese periplo vemos lo que nunca se nos muestra, como se gestan los despidos y traspasos de jugadores a los que por fin vemos sus rostros cuando esto sucede. Moneyball: Rompiendo las reglas no es una película cálida ni humanista pero eso no la convierte en superficial ya que su profundidad se basa es por una vez intentar hacernos entender el apasionante y complejo mundo del deporte. Y lo consigue.
OPINIÓN
. El último "home run" de Brad Pitt (Israel Arias, Europa Press)
Sus certeros y ágiles diálogos encuentran en Pitt -inmenso como pocas veces en su carrera- y Hill a los replicantes perfectos. Ambos optan también a la estatuilla
. Béisbol de bajo presupuesto (Carlos Caridad-Montero, CinaBlog)
Moneyball es una clase magistral de gerencia, del manejo de bajos recursos y estrategias. Una precisa metáfora de un deporte que, en sí mismo, es una síntesis perfecta de recursos, estrategias y gerencia
. El ala Oeste del deporte (Javier Ocaña, El País)
Una obra extraordinaria que sin ser solo una película deportiva es una de las mejores películas sobre deporte de la historia. Y, atención, sin secuencias de partidos; apenas uno, y entrecortado
1 comentario:
Se trata de una prueba más de la genialidad de Sorkin en la escritura de guiones y otra confirmación de que Pitt es un gran actor. Una pena que no vaya a ganar el Oscar, pues Clooney también borda su papel y Dujardin es el mejor de la película de moda.
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