Tenía todo el sentido del mundo que hubiera una secuela de Wall Street en los tiempos que corren. Era muy positivo que el Oliver Stone atrevido y valiente pusiera su ojo sobre la pobre actualidad económica y nombrara con nombres y apellidos a los culpables (banqueros, políticos...) El problema era que daba la impresión que Stone estaba perdiendo en sus últimas películas toda esa bilis y mala leche que demostró durante gran parte de su carrera.
Pero hay buenas noticias, Wall Street: El dinero nunca duerme es bastante más disfrutable de lo que anunciaban antes de su estreno en España. La película ya anuncia (con unos créditos de apertura bastante de los ochenta) que Stone quiere recuperas su potente y atractivo ritmo narrativo. A través de una primera hora magnifica nos adentramos en el Wall Street del siglo XXI de forma trepidante, con una gran puesta en escena (con recuerdos al Stone de antaño), magnificas interpretaciones y un acertado análisis del estado actual del mundo (los culpables están en Wall Street). Incluso nos podemos creer que exista un broker ecologista y que sea buena persona (el personaje de Shia LaBeouf). La pena es cuando Wall Street: El dinero nunca duerme se convierte en una lucha entre el Stone que fue y el que realmente es. El maravilloso paranoico que dice ser un critico del stablishment USA y el que realiza películas que pueden rozar el telefilm. Las apariciones de una llorica (y bastante insoportable) Carey Mulligan nos avisan de que no es oro todo lo que reluce.
El pistoletazo de salida la da la penosa reconciliación de los personajes de Michael Douglas y Carey Mulligan en unas escaleras, secuencia que viene después de una estupenda escena / careo entre Josh Brolin y el propio Douglas. Las dos caras de Stone. Y Oliver Stone, como si de un Gordon Gekko del cine se tratara, nos tima con un final incoherente y absurdo rematado con una fiesta de cumpleaños final que es de vergüenza ajena. Y entonces es cuando lo vemos claro. En conjunto Wall Street: El dinero nunca duerme es una gran película que nos recuerda que Oliver Stone es un grande. El problema es que sibilinamente se ha vendido al capital, a la banca y le ha hecho el juego a los poderosos. Esta vez el poder lo representaba un sentimentalismo absolutamente inadecuado.
Pero hay buenas noticias, Wall Street: El dinero nunca duerme es bastante más disfrutable de lo que anunciaban antes de su estreno en España. La película ya anuncia (con unos créditos de apertura bastante de los ochenta) que Stone quiere recuperas su potente y atractivo ritmo narrativo. A través de una primera hora magnifica nos adentramos en el Wall Street del siglo XXI de forma trepidante, con una gran puesta en escena (con recuerdos al Stone de antaño), magnificas interpretaciones y un acertado análisis del estado actual del mundo (los culpables están en Wall Street). Incluso nos podemos creer que exista un broker ecologista y que sea buena persona (el personaje de Shia LaBeouf). La pena es cuando Wall Street: El dinero nunca duerme se convierte en una lucha entre el Stone que fue y el que realmente es. El maravilloso paranoico que dice ser un critico del stablishment USA y el que realiza películas que pueden rozar el telefilm. Las apariciones de una llorica (y bastante insoportable) Carey Mulligan nos avisan de que no es oro todo lo que reluce.
El pistoletazo de salida la da la penosa reconciliación de los personajes de Michael Douglas y Carey Mulligan en unas escaleras, secuencia que viene después de una estupenda escena / careo entre Josh Brolin y el propio Douglas. Las dos caras de Stone. Y Oliver Stone, como si de un Gordon Gekko del cine se tratara, nos tima con un final incoherente y absurdo rematado con una fiesta de cumpleaños final que es de vergüenza ajena. Y entonces es cuando lo vemos claro. En conjunto Wall Street: El dinero nunca duerme es una gran película que nos recuerda que Oliver Stone es un grande. El problema es que sibilinamente se ha vendido al capital, a la banca y le ha hecho el juego a los poderosos. Esta vez el poder lo representaba un sentimentalismo absolutamente inadecuado.
. 'Wall Street. El dinero nunca duerme', a medio camino (Juan Rodríguez Millán, La Sala de Cine)
Sí es cierto que se acerca por momentos en secuencias llamadas en el guión a ser grandes para el análisis y reflexión. Pero no menos cierto es que la película deriva mucho más a la situación de los personajes que a la de la economía global
. Innecesaria humanidad (Mex Faliero, Fancinema)
Uno descree de la construcción maniquea de los villanos, que no sienten compasión ni ante un bebé descuartizado. Pero la forma en que Stone expone aquí el vínculo padre-hija no sólo es incompatible con los personajes, sino que trae como consecuencia un epílogo ridículo y para nada conectable con el mundo de miserias que se nos quiso mostrar durante dos horas
. Capitalismo en tiempos de crisis (Quim Casas, Cine 365)
El dinero, como elemento pragmático, real, mueve el capitalismo, y la película de Stone es un nuevo estudio sobre el funcionamiento del capitalismo más atroz rodado con algo menos de talento que la primera aparición en escena del tiburón de las finanzas Gordon Gekko
2 comentarios:
Coincido en lo que dices de Carey Mulligan, todo el atractivo de "An Education" se desvanece para dejar paso a una plañidera.
No te gustó Frank Langella?, aparece de forma breve pero es quien más intensidad me transimitió -aunque no en sus apariciones en forma de recuerdos-.
Regala además una frase que me gusta: "Cuando estoy mal, estoy bien. Cuando estoy bien, estoy bien. Deja de curiosear en mis sentimientos". Muy sencilla, pero eficaz.
Gordon Geko se ha hecho de rogar muchos años, pero ha vuelto con una fuerza inmensa. Borda su papel como ya lo hiciera hace veinte años. Frank Langella impecable, y un cameo que me ha gustado: Charlie Sheen.
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