04 diciembre 2011

Opiniones de cine / Series de cine :
Mad Men, la cara de una misma moneda (II).
Por Patrick Vidal


Lujos y detalles. Se nos muestra el lujo como esencia, donde parece que en la Avenida Madison en Nueva York es donde subyace la Roma del mejor y más potente imperio. Los vicios están presentes en cada uno de los capítulos, y de aquí una de las grandes y decisivas virtudes que posee Mad Men, y que responde a lo que ya se ha dicho más arriba. En el tipo de drogas que consume un grupo de individuos cristaliza, en muchos casos, el estrato social al que pertenecen. Como ya se ha dicho, el tabaco y el alcohol son las drogas más consumidas por los personajes principales, pero en los 60, la heroína, la marihuana y el ácido eran las drogas de un estrato social en particular, eran las drogas de la contracultura y, por lo tanto, muy consumidas entre los jóvenes. Hasta en esto funciona el ejercicio de la contraposición en Mad Men, ya que apenas nos muestran el ambiente ‘underground’ o contracultural, pero cuando se nos muestra, observamos que entran en escena otro tipo de drogas. Su creador, Matthew Weiner, con todo su completísimo equipo, algunos con sobrada experiencia en series como Los Soprano y Twin Peaks (caso de Lesli Linka Glatter o Tim Hunter, entre otros), con el también súper equipo de guionistas, que tienen enorme parte de culpa del resultado final de este producto maravilloso que es Mad Men, han sabido plasmar a un tipo de sociedad burguesa y poderosa en EE.UU., donde esta clase social poseía capacidad de influencia sobre medios de comunicación como revistas de importante calado internacional como Times o sobre periódicos archiconocidos como The New York Times, así como la participación de la agencia en campañas electorales para la presidencia de EE.UU.
 La ética y la moralidad en Mad Men existen pero no se ven, no es efectiva, se lleva con el pesar y la conciencia de cada individuo, es una carga sombría

Pero sin embargo cabe preguntarse qué pasaba en estos momentos en EE.UU. Inmerso, como se ha dicho antes, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en una Guerra Fría, participando en conflictos internacionales como la Guerra de Corea (1950-1953) -donde por cierto participó Don Draper vestido de Dick Whitman-; y sucesos históricos de capital importancia como la Crisis de los Misiles en Cuba (1962) o la Guerra de Vietnam (1965-1975). EE.UU. era el centro del mundo y comenzaba a decidir por muchas naciones en lo que acabaría conformándose como la ‘aldea global’. Por todo ello, poco a poco, fueron surgiendo una serie de movimientos contraculturales, antibelicistas, movilizaciones sociales por los derechos civiles de los negros y muchas mujeres que también reclamaban los mismos derechos y oportunidades que los hombres. También en Mad Men se observa la escena musical en Nueva York, en uno de los capítulos de la cuarta temporada queda perfectamente retratado como fue aquella cultura ‘underground’ en los 60, donde Peggy Olson conoce a amistades que se encuentran dentro de este movimiento contracultural, que van en contra del sistema, que precisamente intentan convencer a Peggy de que trabajar en publicidad es trabajar engañando y creando falsas necesidades, porque además, dicen, la publicidad es nociva para que se lleve a cabo una sociedad más pura y solidaria. Todo ello, aunque aparezca en pequeñas dosis durante el curso de las temporadas -muestran, por ejemplo, acontecimientos históricos de todo tipo, como el estreno de El Apartamento, de Billy Wilder (1960); la lucha por la presidencia entre Nixon y Kennedy; o la muerte de Marylin Monroe o el mismo Kennedy- a lo largo y ancho de cada capítulo quedan grabados a fuego en la memoria, lo cual dice mucho de todo el equipo productivo de Mad Men, porque eso significa que miden los tempos de forma extraordinaria, que son unos auténticos maestros y que han construido una serie que posee uno de los secretos de la publicidad, paradójicamente, y ese secreto es que hace sentir nostalgia. Con Mad Men vivimos momentos decisivos y acontecimientos cruciales para el devenir de lo que luego ha sido la historia actual de EE.UU. y la de parte del mundo entero, y nos muestran detalles que ayudan a entender el curso que ha tomado la sociedad en términos absolutos a partir de ese momento. Hay que decir que la ética y la moralidad en Mad Men existen pero no se ven, no es efectiva, se lleva con el pesar y la conciencia de cada individuo, es una carga sombría.

Destrucción Mutua Asegurada

 Para terminar, decir que el término ‘Mad Men’ tiene una explicación muy significativa. El acrónimo en inglés MAD significa “destrucción mutua asegurada”, que además, de forma derivada significa “loco”. En un mundo dominado por hombres y donde la figura de la mujer es una de las víctimas principales, la autodestrucción del individuo lleva a un estado de locura que afecta a toda la sociedad de base. Y esto, por supuesto, trae consecuencias. Los psicólogos y psiquiatras están presentes en muchos de los capítulos; EE.UU. comienza a ser una sociedad enferma, como nos lo intentaría hacer ver, con gran éxito aunque haya pasado un tanto desapercibida, Erik Skjoldbjærg en Prozac Nation (2001), de la novela autobiográfica de Elizabeth Wurtzel. Mad Men me recuerda a una famosa obra de arte de Pink Floyd, Shine on Your Crazy Diamond, cuya traducción sectaria para este momento sería “sigue brillando diamante loco”. A pesar y gracias a la oscuridad que encierra Mad Men, sigue brillando porque es un diamante en una sociedad esquizofrénica, pero es diamante y brilla. Mad Men da lugar a múltiples lecturas pero siempre estarán interrelacionadas con un mismo concepto, como ocurre con las grandes obras de arte.

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*Patrick Vidal (@patrickvid) es Licenciado en Historia y especializado en Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante

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